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La inflación: ¿un problema a medio plazo?

La inflación ha vuelto: desde hace meses tenemos aumentos de IPC cercanos a los dos dígitos en la gran mayoría del mundo desarrollado. Con ella han vuelto las tensiones sociales vinculadas a los procesos inflacionistas, y las preocupaciones sobre la dinámica de precios y salarios, problemas que teníamos felizmente arrumbados desde hacía más de una década (aunque sustituidos por otros, probablemente de más difícil solución, como desgranamos en la serie sobre estancamiento secular).

La respuesta multilateral a la COVID-19

Las Instituciones Financieras Internacionales (IFI) han respondido de una manera rápida y sostenida en apoyo a los países de renta baja y media para hacer frente a la crisis sanitaria, social y económica generada por la COVID-19. Cabe destacar dos grandes ejes de actuaciones: por un lado, la prescripción y el apoyo a políticas macroeconómicas de sostenimiento de la actividad económica que aun hoy continúa, si bien con el matiz de la calibración y la necesidad de vigilar los mayores desequilibrios en términos de inflación y fuerte aumento de la deuda pública. Por otro, un firme apoyo financiero, que, si bien ha estado limitado por los recursos y los mandatos de las IFI, en muchos de sus componentes suponen récords históricos. Se resaltan a continuación algunos de los principales aspectos de la respuesta de las IFI desarrollados en Moreno (2022).

Todo lo que era sólido

El ser humano predice muy mal. Sus sesgos cognitivos le hacen otorgar mucho mayor peso a los eventos recientes que a los más lejanos, y tiende a creer que las situaciones son más estables de lo que son. Se confía, pero se equivoca: en el vertiginoso mundo actual, pocas cosas hay más ilusorias que una proyección lineal de cualquier variable.

ABBA, Carl Sagan y el calentamiento global

En 2017 Benny Andersson y Björn Ulvaeus, una pareja de genios de la música pop –sólo comparable a la de John Lennon y Paul McCartney respecto a la música rock– decidieron sumarse al resto de miembros de ABBA (Agnetha Fältskog y Frida Lyngstad) en un atrevido proyecto: crear, con ayuda de la productora de George Lucas, avatares tecnológicos del grupo para actuar en un escenario en Londres construido especialmente para la ocasión.

Riesgos económicos por el lado de la oferta

Las preocupaciones económicas tienen un cierto carácter pendular. En los albores de la Economía, allá por finales del siglo XVIII, la cuestión era entender cómo se fijaban los precios, analizando los costes productivos (por entonces esencialmente laborales) o la relación entre el precio de la venta de los productos y su valor teórico asociado al factor trabajo, obviando componentes tecnológicos o de demanda.

El desafío macroeconómico de la transición energética

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (más conocido por su acrónimo en inglés, IPCC) acaba de publicar su Sexto Informe de Evaluación, que concluye que el ser humano ha contribuido “de forma inequívoca” al aumento de los gases de efecto invernadero y al calentamiento global, en parte ya de forma irreversible.

Aunque el clima es un sistema complejo y dinámico y lleno de incertidumbres, en este momento dejarse llevar por el optimismo y no por el principio de prudencia sería más o menos equivalente a cuando veíamos que la pandemia de COVID estaba afectando de forma intensa a Italia y pensábamos que a nosotros no nos iba a pasar. Y es que, precisamente porque el clima es un fenómeno dinámico, puede llegar un momento en que los efectos del calentamiento global sean exponenciales y de difícil contención.

La respuesta del FMI a la crisis

El FMI prepara una nueva emisión de Derechos Especiales de Giro (DEG) en agosto, lo que constituye el penúltimo paso en su respuesta a la crisis generada por la pandemia de la COVID-19. Hasta hora, el balance del primer tiempo, el de la respuesta directa a la crisis creada por la pandemia, es positivo, si bien el Fondo podría haber sido más ofensivo. Pero queda un segundo tiempo mucho más complicado, favorecer un crecimiento sostenible en un contexto de reducido espacio macroeconómico, sobre todo en los países de renta media y baja. La nueva emisión de DEG y el creciente énfasis del FMI en la sostenibilidad climática y la inclusión social, apuntan en la buena dirección, pero hace falta reforzar su papel como prestamista de última instancia.

La transición energética también tiene costes

En el último artículo hablábamos de la necesidad de tratar a los ciudadanos como adultos a la hora de acometer transformaciones productivas o regulatorias, que implican siempre ganadores y perdedores. Pues bien, en los últimos días hemos tenido ocasión de comprobar cómo, una vez más, tras años de hablar de las ventajas de la lucha contra el cambio climático sin mencionar claramente sus costes, cuando la realidad se manifiesta en forma de subida de la factura eléctrica, los ciudadanos se sorprenden. Para mal, claro. El problema es que, si queremos que la transición climática –uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta España– tenga éxito, más nos valdría empezar a hablar desde ahora mismo de sacrificios, costes de ajuste y medidas de compensación.

Tratar a los ciudadanos como a adultos

Jean-Claude Juncker solía decir, al hablar de reformas estructurales, que los gobernantes saben bien lo que tienen que hacer, pero no cómo hacerlo y luego resultar reelegidos. Esto, por supuesto, es una exageración. Y por partida doble, pues en Economía ni la claridad del objetivo implica necesariamente acertar con el instrumento apropiado ni las reformas estructurales tienen siempre un elevado coste electoral. Como todo en Economía, depende.

De repente, vuelve la inflación

Luego dicen que los debates entre los economistas no miran al futuro. Pues henos aquí, en medio de una calamidad sanitaria que hasta el momento ha acentuado las presiones a la baja sobre el nivel general de precios, poniendo al día nuestras ideas sobre la siguiente amenaza que se cierne sobre nuestro baqueteado devenir económico. La inflación monopolizó la atención de las políticas macroeconómicas en los años ochenta y su control a partir de mediados de los noventa nutrió las peligrosas veleidades del fin de los ciclos y la estabilidad perpetua con las que llegamos a la crisis financiera. Desde 2008, el riesgo de deflación o de una inflación positiva, pero estructuralmente demasiado baja, ha sido la principal preocupación de banqueros centrales, macroeconomistas y Gobiernos. Sin embargo, la combinación del Plan Biden con las perspectivas de fuerte recuperación económica de la mano de la vacunación han provocado un repunte de 75 puntos básicos en los tipos de interés a diez años del dólar desde principios de año (que refleja, en gran parte, una mayor inflación esperada) y un aluvión de artículos sobre el riesgo de que el fin de la pandemia traiga el principio de otra era de inflación.