Autor: Enrique Feás

Ser empresario en 2025

La señora García es propietaria y consejera delegada de Igarsa (Industrias García, S.A.), una empresa industrial española de tamaño medio que vende a clientes tanto nacionales como extranjeros y que requiere a su vez la importación de componentes de diversos países. Últimamente anda muy preocupada por la situación económica. Y con razón.

Un tiempo que no podemos entender

En los últimos meses hemos visto cosas que jamás habríamos creído. Hemos visto al país que por primera vez plasmó en una constitución la separación de poderes elegir a un presidente que está intentando convertirse en un monarca absoluto, y hemos visto a gente defendiendo acciones y medidas que jamás querría para su propio país.

Es la incertidumbre, estúpido

El mejor resumen de la política comercial de Trump lo hizo en la red X el economista Justin Wolfers: “Los aranceles van a ser activados/desactivados/pausados, y serán selectivos/universales, se aplicarán a nuestros aliados/enemigos/todos, con carácter inmediato/pronto/más adelante. Se mantendrán a corto/largo plazo porque son una política útil/herramienta de presión, y resolverán nuestro problema con el fentanilo/ el déficit comercial/la producción/los ingresos”. Es decir, un auténtico caos.

La UE suelta lastre regulatorio

La Comisión Europea presentó el miércoles 26 de enero un esperado paquete de simplificación legislativa, en un nuevo intento de desarrollar las recomendaciones el Informe Draghi.

Las medidas se centran en reducir los complejos requisitos que obligan a las empresas europeas a elaborar y presentar información detallada sobre la sostenibilidad (es decir, la consideración de factores medioambientales, sociales y de buen gobierno) de su actividad empresarial, en ámbitos como sus decisiones de inversión (finanzas sostenibles); la clasificación de sus actividades económicas (taxonomía); el control de su cadena de suministro (diligencia debida) y el control del contenido en carbono de sus importaciones (mecanismo de ajuste en frontera al carbono). Adicionalmente, intenta simplificar los requisitos para el acceso a los programas de inversión europeos.

Trump y la competitividad

Poco después de publicar mi último artículo, el presidente Trump impuso aranceles del 25% a México y a Canadá y del 10% a China (curiosa la diferenciación: más aranceles a los socios que a los adversarios). No conviene dejarse engañar: la lucha contra la inmigración ilegal y el fentanilo no eran más que burdas excusas tras las cuales no se sabe si se escondía una mera demostración de fuerza, un intento de forzar una renegociación del acuerdo de libre comercio con México y Canadá (USMCA), o simplemente una prueba a ver qué pasaba. La reacción de los afectados fue muy distinta: Canadá anunció la imposición de aranceles equivalentes y restricciones a minerales estratégicos, mientras que México (más vulnerable) sugirió una negociación. Tampoco conviene dejarse engañar por el anuncio al día siguiente de la suspensión de la subida arancelaria durante un mes: lo hizo a cambio de ridículos anuncios de un mayor control en frontera (controles que, por otro lado, ya estaban previstos), es decir, con otra burda excusa. Con posterioridad ha anunciado un arancel generalizado (que, por primera vez, afecta a la Unión Europea) del 25% sobre el aluminio y el acero, así como el estudio de incrementar los ya existentes contra automóviles, productos farmacéuticos y chips informáticos. El hombre-arancel amenaza de nuevo.

El hombre-arancel

En Estados Unidos es habitual que los presidentes entrantes hagan referencia en su discurso de toma de posesión a un antiguo presidente, con el que se identifican o al que usan de modelo. Donald Trump sorprendió homenajeando a William McKinley, el 25º presidente, que gobernó entre 1897 y 1901 y fue asesinado poco antes de terminar su mandato. McKinley, uno de los precursores del marketing político y durante cuyo  mandato surgió el concepto de “prensa amarilla”, se hizo famoso por, entre otras cosas, declararle la guerra a España para ocupar las colonias españolas de Cuba y Filipinas (con el pretexto del hundimiento del acorazado Maine, a sabiendas de que había sido un accidente y no un atentado español), por engañar a los filipinos (a los que había prometido la independencia si se rebelaban contra los españoles) y quedarse como potencia ocupante (según él, Filipinas no estaba preparada para la democracia), o por defender el uso masivo de aranceles proteccionistas (se hacía llamar  Tariff man, “el hombre arancel”, denominación que Trump ha hecho suya). Todo un referente, vamos.

Riesgos geopolíticos en 2025

Un año más, la economía mundial se encuentra en una peculiar situación: estabilizada en muchos aspectos, pero sujeta a peligrosos riesgos geopolíticos. ¿Cuáles son los principales para 2025?

Varios de ellos están ligados a Estados Unidos y la forma en la que se desarrolle la presidencia de Trump, en al menos cinco ámbitos: la guerra de Gaza, la guerra de Ucrania, la relación con China, la relación con Europa y el proteccionismo comercial.

Repensar la relación con el Reino Unido

Hace ya cuatro años de la entrada en vigor del Acuerdo de Comercio y Cooperación que sentó las bases de la nueva relación económica entre la Unión Europea y el Reino Unido tras el Brexit. Desde entonces, muchas de las cosas anunciadas no se han producido, como la avalancha de acuerdos comerciales entre el Reino Unido y el resto del mundo (incluido el supuesto acuerdo de libre comercio con Estados Unidos). Sin embargo, han ocurrido muchas cosas inesperadas, como la invasión de Ucrania por Rusia, la guerra de Gaza, la reelección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos y la polarización de las relaciones entre Occidente y el Sur Global.

¿Quién tirará de la economía europea?

Cuando Mario Draghi presentó su informe en Bruselas el 9 de septiembre la idea era mejorar la competitividad europea, pero se le olvidó insistir en la necesidad de, mientras tanto, seguir creciendo. En 2024 el PIB de la eurozona aumentará apenas un 0,8%, una cifra que palidece frente al 2,8 estadounidense. Lo más grave es que este mal comportamiento de la eurozona se debe a la debilidad de las principales economías: Alemania, que no crecerá en 2024; Italia, que solo lo hará un 0,7%; Francia, cuyo PIB aumentará apenas un 1,1%; o Países Bajos, con un crecimiento del 0,6%. Tan solo se salva España, con un envidiable 2,1%.