La equiparación de la mujer con el hombre en el ejercicio del poder constituye desde hace algunos años una cuestión muy relevante de las agendas de gobiernos y entidades, tanto públicas y privadas. Los temas de igualdad de género, no solamente en su vertiente de no discriminación por sexo, sino también de promoción activa de la presencia de la mujer en puestos de ejercicio de altas responsabilidades, constituyen el objeto de la actividad regulatoria pública, los programas de los partidos políticos y en los códigos de conducta de las empresas.
El retorno de la política industrial vertical
El desarrollo de la política industrial –es decir, las políticas púbicas de estímulo a determinadas actividades económicas para favorecer un cambio en la estructura de la economía– se ha visto envuelto tradicionalmente en el debate que enfrenta a los fallos de mercado (que justifican su aplicación), frente a los del sector público (que la cuestionan). La síntesis de este debate había dado como resultado la “horizontalización” de la política industrial –orientada a la mejora del marco institucional y el mercado interior, las infraestructuras y al fortalecimiento de los factores de producción (como tecnología, innovación, capital humano o la capacidad emprendedora)–. Sin embargo, en los últimos años se está recuperando la aplicación de políticas verticales de apoyo a sectores específicos, donde la clave está en la búsqueda de mejores prácticas de intervención para evitar los fallos del sector público.
Ciclos en evolución
Las últimas tres décadas han sido pródigas en calamidades que han afectado a todas las economías desarrolladas. ¿Todas? No, ha habido una que se ha mantenido incólume durante la fiebre de las puntocom, la caída de las Torres Gemelas e incluso la Gran Recesión. Australia lleva más de veintisiete años de crecimiento sin incurrir en los consabidos dos trimestres consecutivos de caída del PIB real que definen una recesión. Aunque se trata de una economía excepcional por muchos motivos, la experiencia australiana es útil para recordarnos que, si bien los ciclos nunca mueren, distan mucho de ser patrones que se repiten con regularidad y rasgos similares. Esta idea viene a cuento de la proliferación de pronósticos de una recesión próxima en Estados Unidos y el área euro, después del empeoramiento abrupto de las perspectivas económicas y financieras desde el otoño de 2018.
¿A quién votaría Kelvin Lancaster?
Durante mucho tiempo la Teoría de la Demanda del Consumidor partió de la premisa de que los bienes eran homogéneos –es decir, con características muy similares–, de modo que el factor más relevante en la decisión de compra era el precio. Sin embargo, es evidente que la compra de un tornillo o un kilo de harina no tiene nada que ver con la de un smartphone o un automóvil. En estos casos, el precio es importante, pero puede pesar mucho más la existencia de determinadas características o prestaciones.
El riesgo de una crisis financiera internacional
La economía global podría haber entrado en una zona de más difícil tránsito que la que ha determinado la senda expansiva de los últimos años. No cabe descartar a corto y medio plazo la ocurrencia de una crisis financiera internacional, que tendría un impacto muy significativo sobre la economía española, dado su alto grado de integración con la economía global.
Irlanda y el Brexit: historia de una escalera
El 10 de abril es una fecha clave para el Brexit. Pero no solo porque el Consejo Europeo va a decidir si concede o no otra prórroga a Theresa May –para seguir negociando con Corbyn– y evitar una salida sin acuerdo. También porque, en esta misma fecha, en una fría mañana de Viernes Santo de 1998, se firmó un acuerdo sin el cual no se podría explicar la dificultad que existe hoy para hallar una solución al sainete del Brexit. Tiene que ver con Irlanda y con una escalera.
Nostalgia de las nubes
La última vez que escribí sobre la sequía empezó a llover. La estación seca esta vez ha sido el invierno, con la temperatura máxima media más alta desde que se dispone de registros. La situación hídrica de cara a la primavera es menos alarmante que a finales de 2017, porque gracias a las lluvias de la primera mitad de 2018, las reservas en los pantanos están al 58%, solo ligeramente por debajo de sus niveles medios históricos. Mi preocupación en esta ocasión estaba por encima de la lluvia. La monotonía del cielo de Madrid durante estos meses me estaba haciendo añorar las nubes, cuando leí sobre un artículo de la revista Nature Geoscience que alertaba de que no serían inmunes al cambio climático.