Etiqueta: Europa

El viejo abogado y el futuro de Europa

Una tarde de septiembre de 1944, el oficial de guardia de la Gestapo en la prisión de Brauweiler recibió a un nuevo detenido, acusado de participar en el atentado contra Hitler. Era un abogado mayor, de casi 70 años, con aspecto cansado. Le despojó de sus tirantes, los cordones de sus zapatos, su corbata y su navaja de pulsera y lo acompañó hasta su celda. Mientras cerraba desde fuera, acercó su cabeza al ventanuco de la puerta y le dijo: “Y ahora, no se le ocurra suicidarse. Me metería en un buen lío. Además, a su edad, su vida está prácticamente terminada”.

Brexit: el orden de las votaciones importa

Theresa May ha planteado al Parlamento británico un esquema de tres votaciones consecutivas entre el 12 y el 14 de marzo para tratar de desbloquear el proceso del Brexit: voto a favor o en contra del acuerdo con la UE (el 12 de marzo), voto a favor o en contra de la salida de la UE sin acuerdo (el 13) y voto a favor o en contra de negociar una prórroga para el Brexit (el 14). En principio, el objetivo de este esquema es incentivar un voto favorable al Acuerdo con la UE, porque si el Parlamento rechaza el Acuerdo y también la salida sin acuerdo, entonces está destinado a la prórroga, con el riesgo de un segundo referéndum. Ahora bien, como veíamos en otra entrada, el orden de presentación de las votaciones no es irrelevante cuando se plantea una problema de intransitividad de las preferencias.

Lecciones políticas del Brexit

A apenas un mes para que venza el plazo establecido en el artículo 50 del Tratado de la Unión Europea y el Reino Unido pase formalmente a ser un país extracomunitario, mientras reina la incertidumbre sobre la votación del Acuerdo de Salida del próximo 12 de marzo, la posibilidad de una extensión o la de un segundo referéndum de ratificación, es hora de extraer algunas lecciones políticas de lo que ha sido hasta el momento el proceso de Brexit.

La tiranía de la unanimidad fiscal en Europa

Hay palabras que evocan connotaciones positivas, como democracia o consenso. Pero, precisamente por ese motivo, en ocasiones se utilizan de forma tramposa. En nombre de la democracia los independentistas del parlamento catalán intentaron derogar de facto por mayoría simple un Estatut cuya mera modificación requería mayoría reforzada. En nombre de la democracia se dejó que la mayoría simple de los británicos –apenas un 52% de los votantes del referéndum del Brexit– decidiera sobre el futuro de muchas generaciones. A veces la mayoría simple es la forma más evidente de tiranía de la mayoría –como bien sabían Edmund Burke, James Madison o Thomas Jefferson–, y la mayoría cualificada la mejor forma de respetar la voluntad del pueblo y evitar al tiempo que decisiones trascendentales se tomen a la ligera. Como en Medicina, primum non nocere: ante la duda, no causar daño.

Los siete riesgos de un Brexit sin acuerdo

Abandonar la Unión Europea es un mal negocio económico. Eso lo reconoce hasta el propio ministro de Hacienda británico, Philip Hammond, de los pocos honestos. Olvidemos, pues, falacias como el infame “dividendo del Brexit”, y entendamos el Brexit como lo que es: una mera cuestión sentimental. El valor de dejar de pertenecer a una organización por el mero hecho de sentirse libre. Aunque, a efectos prácticos, esa libertad sirva para poco, porque, en un mundo globalizado y fuertemente integrado, un país pequeño –y el Reino Unido lo es, comparado con Estados Unidos, la UE o China– tiene poco margen para negociar acuerdos comerciales ventajosos. Los pequeños no negocian, tan solo aceptan condiciones.

Tres escenarios para el teatro del Brexit

Año nuevo, Brexit viejo. Después del referéndum de 2016, todo el mundo pensaba que, si al final el Reino Unido abandonaba la Unión Europea, habría un poco de caos. Pero ni los más pesimistas contemplaban un escenario tan volátil y caótico como el que se presenta en enero de 2019, a menos de tres meses de la salida formal.

El otro error de la Cumbre del Euro

¿En qué me beneficia a mí, como ciudadano, la Unión Europea? La respuesta a esta pregunta sigue siendo la piedra angular de la sostenibilidad social del proyecto europeo. Y esa respuesta no es estática, sino que ha ido variando a lo largo de la Historia: en los años 50 era evitar una nueva guerra entre Francia y Alemania; en los 60, poder comerciar libremente con Europa y garantizar la producción agrícola y los alimentos; en los 70, hacer frente a la crisis energética con las ayudas regionales europeas, y servir de anhelo democrático a países que –como España y Grecia– superaban sus dictaduras; en los 80, construir un mercado único en el que los ciudadanos pudieran circular y establecerse sin trabas, y ayudar a Alemania a restañar las heridas del muro de la vergüenza; en los 90, la financiación de infraestructuras cohesionadoras, poder viajar sin enseñar el pasaporte y estudiar parte de la carrera en otros países; en los 2000, cambiar de país sin cambiar de moneda. Pero en esta década, la de la Gran Recesión, ¿cuál es la respuesta? El Consejo Europeo del 13 y 14 de diciembre de 2018 ha perdido una magnífica oportunidad de sugerir alguna.

Una foto de la fragmentación y polarización política en Europa

Los medios internacionales han recogido la obtención de escaños en Andalucía por parte de Vox como el fin de la excepción española al nacionalismo de derechas en Europa. Es un panorama muy sombrío que debe mantenernos alerta. En general, durante el siglo XXI estamos asistiendo a cambios fundamentales en el mapa político tradicional europeo en dirección hacia una mayor fragmentación y polarización política. Aunque es una tendencia bien conocida y repetida, no está de más reiterarla (con algunos números), para combatirla.

El Acuerdo del Brexit o el principio de todo lo demás

Hay que ver lo que ha costado llegar al principio de todo. Porque eso es, y no otra cosa, el Acuerdo del Brexit: una posposición de la decisión del modelo de relación económica definitiva que el Reino Unido está dispuesto a mantener con la Unión Europea. Al menos, eso sí, incluye un amortiguador: en el caso de que no se llegue a ningún acuerdo, la relación mínima será la de una unión aduanera –es decir, un comercio interior sin aranceles y un arancel exterior común frente a terceros– que permitirá evitar una frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda. Todo lo demás está por decidir.

La delgada línea roja contra el Brexit

A mediados del siglo XIX, en pleno declive del imperio otomano, el expansionismo de Rusia desencadenó la guerra de Crimea. Allí, durante la batalla de Balaklava, un regimiento de Highlanders del ejército británico tuvo que enfrentarse a una carga de la caballería rusa. Su inferioridad numérica les obligó a agruparse en una frágil doble fila de soldados que, provistos de sus rifles y sus emblemáticas casacas rojas –útiles para disimular la sangre del combate–, consiguieron resistir el ataque. Desde entonces La Delgada Línea Roja (The Red Thin Line) se usa como sinónimo de la valentía militar británica.