
Boris Johnson llegó al poder con una precaria minoría heredada de Theresa May y desde entonces sólo buscaba una cosa: unas elecciones plebiscitarias a las que presentarse con posibilidades de lograr una mayoría cómoda y aplastar al Brexit Party. En ese sentido, lo ha conseguido: la polarización política es un hecho y, a menos de una semana para las elecciones, la batalla se decide entre tories y laboristas, que absorben un 75% de la intención de voto. El Brexit Party se ha hundido al 3,5% (llegó a tener más de un 20%), los Liberal Demócratas no llegan al 14% y los verdes, nacionalistas escoceses y otros se reparten el 8% restante.









