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Europa no es sólo una cuestión de solidaridad

El debate sobre la necesidad de una intervención fiscal conjunta europea para hacer frente a la crisis del coronavirus empezó mal, pero va por buen camino. De los tristes argumentos morales que insistían en hacer paralelismos con la crisis de 2010, como si el problema fuera que España e Italia se habían contagiado por encima de sus posibilidades, poco a poco se ha ido pasando a una discusión técnica. El Eurogrupo del 9 de abril logró un acuerdo basado en una nueva línea de crédito de emergencia del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) sin condicionalidad, un fondo de garantía para la financiación empresarial a través del BEI y un mecanismo de asistencia financiera –bautizado como SURE– gestionado por la Comisión y destinado a financiar los gastos de los Estados miembros en esquemas de reducción temporal de empleo (como los ERTE de España). La última pieza es el Fondo de Recuperación, que deberá nutrirse del presupuesto de la UE, pero utilizando también la emisión de deuda, y ejecutarse con espíritu de solidaridad. El Consejo Europeo deberá concretar los perfiles de este instrumento.

Más Europa, sí, pero por mayoría cualificada

“¿Y cuál es el teléfono de Europa?”. Esta pregunta retórica atribuida a Henry Kissinger –y probablemente falsa, como tantas de las que se atribuyen a Churchill– pone de manifiesto la dificultad para saber dónde se concentra el poder europeo. Y tiene sentido, porque la respuesta no es nada evidente.

El pasado 6 de abril la canciller alemana, Angela Merkel, dijo en una conferencia que “la respuesta” a esta crisis del coronavirus sólo podía ser “más Europa”. Pero igual hay que aparcar el sentido retórico, arremangarse y decir: “Estupendo. ¿Y qué quiere decir exactamente más Europa?”

La propuesta SURE para la crisis del coronavirus

Para contribuir a suavizar la peor crisis económica que Europa va a vivir desde la Segunda Guerra Mundial como consecuencia de la pandemia del coronavirus, la Comisión Europea propuso a comienzos de abril el SURE (Support to mitigate Unemployment Risks in an Emergency). Está basado en una idea teórica de reaseguro a nivel europeo de los costes nacionales de las prestaciones por desempleo, pero se ha quedado corta. Es una de las vías, no excluyentes entre sí, que se van a debatir estos meses para alejar la posibilidad de reeditar una crisis de deuda soberana de la zona euro tras el esfuerzo de emisión de deuda pública que supone la crisis sanitaria. A pesar de este objetivo, el instrumento se plasma en préstamos que incrementan la deuda nacional de los Estados miembros que lo soliciten, que es la misma respuesta que se dio en la crisis de 2010-13. Si el Eurogrupo aprueba finalmente esta propuesta, en breve comenzarán las negociaciones para alcanzar un acuerdo sobre el texto final.

Los cuentos del Consejo Europeo

Había un comerciante en Bagdad que envió a su sirviente al mercado a por provisiones. Éste volvió al poco tiempo, pálido y tembloroso, diciendo que alguien le había empujado en el mercado y que, al volverse, resultó ser la Muerte, con mirada amenazante. El sirviente pidió entonces prestado un caballo para huir a Samarra, una ciudad lejana donde la Muerte no pudiera encontrarle, y salió al galope tan rápido como pudo. Bajó entonces el comerciante al mercado, donde distinguió a la Muerte entre la multitud y se acercó a preguntarle: “¿Por qué amenazaste a mi criado esta mañana?” La Muerte le contestó: “Mi gesto no era de amenaza, sino de sorpresa, porque no esperaba verlo en Bagdad. Tenía una cita con él esta noche en Samarra”.

Coronabonos, una mutualización excepcional

¿Seguro que ha dicho eso? Los periodistas buscaban fuentes que pudieran corroborar el rumor de que Ángela Merkel se había mostrado abierta a discutir la emisión conjunta de deuda durante la teleconferencia del Consejo Europeo del pasado 17 de marzo. Según las informaciones que se publicaron después, cuando el primer ministro italiano planteó la necesidad de emitir eurobonos para responder a la pandemia (o coronabonos), la Canciller alemana no se negó de plano e incluso pareció admitir que su ministro de Finanzas participaría en la discusión. Holanda, cuyo gobierno ha venido siendo el más beligerante contra cualquier capacidad fiscal común en el área euro, también parece dispuesta a hablar, aunque preferiría considerar antes otras cuestiones. Tras la decisión del Consejo de Gobierno del BCE de lanzar la Pandemic Emergency Purchase Program, un programa de compra de activos por 750.000 millones (el 6% del PIB del área), las expectativas de que la pandemia pueda convertirse en el momento Hamilton de la unión monetaria se han disparado.

Las lecciones para Europa del coronavirus

En la Historia de la integración europea hay momentos en los que la reacción frente a una gran crisis determina para siempre el futuro de la Unión. Este es uno de ellos.

La política exterior Europea: ¿hacia una auténtica unidad de acción internacional?

Las prioridades a desarrollar por la nueva Comisión Europea (CE) giran en torno a seis ejes que hacen referencia a: la lucha contra el cambio climático, un crecimiento económico socialmente justo, digitalización, igualdad entre europeos, el fortalecimiento de la democracia interna y la potenciación de la acción exterior. Todas estas políticas están interconectadas de una forma u otra, por lo que para alcanzar un determinado objetivo se precisa la acción conjunta y transversal de diferentes directorados de la Comisión, que en ningún caso podrán actuar como compartimentos estancos.

En esta entrada me centraré en analizar la política exterior comunitaria en un momento en el que la UE, en palabras de la presidenta Von Der Layen, debe “actuar como guardiana del multilateralismo”.

Europa, la rana y el presupuesto

Durante la segunda mitad del siglo XIX el fisiólogo alemán Friedrich Leopold Goltz se dedicó a analizar el comportamiento de las ranas cuando eran sumergidas en un recipiente de agua que se iba calentando de forma progresiva. De sus estudios se derivó el mito de que, aunque las ranas huyen del agua hirviendo, cuando se calienta el agua muy lentamente no son capaces de reaccionar hasta que es demasiado tarde, cuando ya no tienen energía suficiente para saltar fuera del recipiente, y mueren abrasadas. Y digo mito, porque no es verdad. La anécdota que se cuenta prescinde del importante dato de que el cruel doctor Goltz se dedicaba antes a seccionar parte del cerebro de las ranas o a cortarles su médula espinal. La conclusión científica, por tanto, es que, cuando el agua empieza a quemar, las ranas –por supuesto– intentan huir. Las únicas que no lo hacen son las descerebradas.

¿Un Singapur sobre el Támesis?

En enero de 2017 la entonces primera ministra británica, Theresa May, dijo que el Brexit le daría al Reino Unido “la libertad de establecer tipos impositivos competitivos y adoptar políticas que atraerían a las mejores empresas del mundo”. Y añadió, amenazante: “Y si estuviéramos excluidos del acceso al mercado único, seríamos libres para cambiar las bases del modelo económico británico”. Allí surgió la idea de un “Singapur sobre el Támesis”, que resucita ahora para ensombrecer las negociaciones del Brexit.

La hoguera del Brexit y el hijo pródigo

Una mañana de enero de 1999 el entonces ministro de Economía de Luxemburgo –y luego presidente de la Comisión Europea–, Jean-Claude Juncker, quemó en el más absoluto secreto, y con ayuda del ejército, millones de billetes de una moneda que nunca llegó a utilizarse. Y, al hacerlo, pensó en el Reino Unido y en Europa.