En la entrada anterior, se abordaba la visión histórica de Piketty sobre la evolución de las desigualdades. En este artículo se desarrolla su propuesta del socialismo participativo frente a lo que define como el hipercapitalismo neopropietarista.
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Capital e Ideología, de Thomas Piketty (I)
A finales del pasado año se ha publicado la edición en castellano de Capital e Ideología de Thomas Piketty, obra editada originalmente en francés en 2019. Se trata de una continuación de su anterior trabajo –El Capital en el siglo XXI– que tuvo una notable repercusión, y nos da la ocasión para repasar la interesante narrativa de Piketty fundamentada en una larga visión histórica de la evolución de las desigualdades.
El turno de la solidaridad
En una entrada anterior se planteaban los trilemas en “política económica”. El punto de partida de los trilemas son los valores, que determinan los principios y objetivos que deben regir la “política”, donde la parte “económica” de la ecuación aporta el camino más apropiado para alcanzar esos objetivos. En las democracias occidentales, el principal marco de referencia de los valores lo proporciona el lema de la revolución francesa: libertad-igualdad-solidaridad (fraternidad), que constituyen entre sí un trilema, en el sentido de que pueden entrar en conflicto en su desarrollo, lo que exige buscar un equilibrio apropiado entre los tres. Los valores cambian en el tiempo y con ellos las recomendaciones de política económica. En 2020, la pandemia ha introducido un cambio fundamental en los valores porque ha supuesto una renuncia a parte de nuestra libertad por una mayor solidaridad, en este caso, por el interés y la obligación compartida de la salud pública. Aprovechemos este cambio para asentar una economía con más solidaridad.
Desigualdad regional
Como veíamos, el análisis de la desigualdad está prestando una creciente atención a la desigualdad ente grupos de personas (desigualdad horizontal), que incluye la que se produce entre regiones, como complemento a la desigualdad interpersonal (o vertical). La constatación de la persistencia de la desigualdad regional cuestiona los postulados tradicionales que planteaban que, a través de un efecto de arrastre, las regiones más dinámicas remolcarían a las más atrasadas. Se añade además un problema adicional de desafección de las regiones menos avanzadas que pueden favorecer posiciones populistas en los procesos electorales. Las nuevas recomendaciones de política económica en este ámbito pasan por recuperar las políticas de desarrollo regional en Europa.
Cuatro retos que nos jugamos en Europa
Uno de los temas que más hemos abordado en el Blog NewDeal han sido las políticas y los desafíos a los que se enfrenta la Unión Europea (UE). Entre otros, me interesa resaltar sinópticamente cuatro grandes retos de política económica que nos jugamos en el próximo ciclo político europeo (2019-2024), que se inicia tras las elecciones del 23 al 26 de mayo en los distintos Estados miembros: completar la gobernanza económica, la política social europea, impulsar el crecimiento potencial y la lucha contra el cambio climático. Son retos que los países no podemos afrontar por nosotros mismos y que requieren unas instituciones y unos líderes europeos con un fuerte compromiso en favor de una Europa que refuerce las políticas comunes para dar respuesta a unos retos e intereses que también son comunes.
La prima de ciudadanía y los derechos de los inmigrantes
Cuenta Branko Milanovic en su libro Desigualdad mundial que, a pesar del progreso reciente de países como China o India, la localización sigue dominando a la clase social como determinante de la desigualdad. El accidente del nacimiento bendice a algunos con una prima de ciudadanía: si naces en Estados Unidos tu renta media será 93 veces más alta que si naces en el Congo. Esta prima es una renta (una remuneración no merecida), que desaparecería si los trabajadores disfrutaran de libertad para decidir su lugar de residencia. Si así fuera, aumentarían tanto la eficiencia como el PIB global, pero la gran contradicción de la globalización es que el trabajo disfruta de menos libertad para moverse que los bienes y el capital. Asumiendo las restricciones políticas en los países desarrollados para aceptar mayores flujos de inmigración, Milanovic propone rebajar los derechos de los inmigrantes legales exigiéndoles, por ejemplo, mayores impuestos u obligándolos a volver a sus países después de un período.
Felicidad y PIB
En la entrada anterior, estar feliz y ser feliz, veíamos la diferencia entre la felicidad “evaluada” (ser), es decir, el relato que hacemos sobre nuestra vida, y la “experimentada” (estar), referida a la frecuencia e intensidad de las sensaciones (como alegría, estrés, tristeza, afecto) que vivimos en el día a día. Desde la perspectiva de la felicidad experimentada, el objetivo debería ser maximizar la cantidad de nuestras experiencias futuras positivas. Sin embargo, en la práctica, la evaluada es la que domina en nuestra toma de decisiones sobrevalorando elementos como el nivel de renta, que a nivel agregado se puede extrapolar en una sobrevaloración del crecimiento del PIB como objetivo de política económica.
Desigualdad horizontal
Además de la sorpresiva dimisión de su presidente el pasado 7 de enero, el Banco Mundial también ha iniciado el año editando su informe del otoño pasado Hacia un nuevo contrato social que aborda el problema de la desigualdad en Europa y en Asia central. El informe es particularmente rico en aportar datos e información sobre dos elementos: la desigualdad horizontal ‒es decir, la que se produce entre grupos de personas (por ejemplo, por generaciones, género, región, raza o etnia), que difiere de la vertical (entre individuos) ‒ y la percepción de los individuos sobre la desigualdad. Se argumenta que ambos factores deben tener un papel clave en el rediseño del contrato social.
¿Qué hemos aprendido sobre la inestabilidad financiera? (y IV): Más allá de la reforma
Las noticias de turbulencias financieras no nos abandonan. Durante el verano los mercados emergentes han sufrido tormenta, que ha llegado a huracán en Argentina y en Turquía. La prima de riesgo de la deuda pública italiana ha superado los 300 puntos básicos, un nivel que nos devuelve los efluvios de los años peligrosos del euro. En Estados Unidos, la reciente corrección bursátil y la discusión sobre el ritmo de subidas de tipos de interés de la Fed dejan entrever una preocupación muy extendida sobre si la economía aguantará una normalización monetaria, aun siendo moderada y gradual. ¿Estamos a salvo de la inestabilidad financiera? Pues no del todo, y no, no es por esa montaña de deuda sobre la que nos advierten de manera periódica.
Los perdedores de la globalización y el riesgo político
Si los guiones de cine estuvieran en manos de economistas, las películas serían bastante raras: tendrían un elaborado principio e inmediatamente después un desenlace, y solo a posteriori, después de los títulos de crédito, se explicaría con detalle el argumento. El motivo es que los economistas, a la hora de analizar los efectos de cambios estructurales –como el comercio, la tecnología, o la integración o desintegración económica–, tienden a centrarse en la comparación de las situaciones inicial y final: el antes y el después. Sin embargo, es precisamente en la dinámica de la transición de un punto a otro cuando una película se arruina o se convierte en una obra maestra.