Cuando se firmó el Tratado de Roma en 1957 uno de los objetivos era crear un mercado único europeo con libre circulación de bienes, servicios, personas y capitales, pero el entusiasmo inicial se fue apagando con el tiempo. En los años 80, tras la segunda crisis del petróleo, se vio que los países europeos habían aumentado considerablemente su proteccionismo: ya no había aranceles, pero las distintas regulaciones y fiscalidades dificultaban la integración.
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Autonomía estratégica, pero de verdad
La Unión Europea lleva años hablando de autonomía estratégica, y en el escenario actual uno diría que ha llegado el momento de ejercitarla. Lo malo es que para ello hace falta bastante más que un uso intensivo de la política comercial: hace falta ambición, y eso es justo lo que Europa no tiene.
¿Barra libre de ayudas de Estado?
El pasado 2 de octubre la Comisión Europea envió a los Estados miembros una propuesta de prórroga hasta el 30 de junio de 2021 del Marco temporal de ayudas estatales adoptado en marzo de 2020 como consecuencia de la pandemia de COVID-19.
Este Marco temporal ha permitido una amplia relajación –casi una barra libre– de las ayudas de Estado que han dado lugar a casi 3 billones en apoyos de Estados miembros al sostenimiento de sus empresas, la mitad de ellos aprobados en Alemania. La Vicepresidenta de la Comisión Europea responsable de Competencia, Margrethe Vestager, ha dicho que la prórroga “se ajustará a las necesidades continuas de las empresas, protegiendo al mismo tiempo el mercado único”. Fácil de decir, no tanto de hacer.
Competencia y ‘campeones’ europeos
La comisaria europea de Competencia, Margrethe Vestager, ha vetado la fusión de los dos gigantes europeos del sector ferroviario, la alemana Siemens y la francesa Alstom. La decisión ha sido fuertemente criticada por los gobiernos de Alemania y Francia, que han lanzado tres duros mensajes: que la decisión “es un error”, que “no ha tenido en cuenta la competencia china y los desafíos industriales europeos”, y que hace falta cambiar la legislación de competencia comunitaria para fomentar “campeones europeos” y que no vuelva a ocurrir.
Creo, sin embargo, que la decisión no es un error; que sí que ha tenido en cuenta la competencia china –sobre todo en el ámbito relevante, el europeo–; y que, efectivamente, hace falta cambiar la legislación de competencia, pero no tanto a nivel comunitario para crear “campeones europeos”, sino sobre todo a nivel internacional.
Plataformas tecnológicas: desregular tirando a mal
El inolvidable humorista Eugenio solía contar el chiste de la pitonisa que predecía para su clienta un marido “alto, guapo, rubio y generoso”, a lo que esta replicaba, emocionada: “¡Qué bien! ¿Y qué hago con el que tengo?”.
Del mismo modo, el proceso de liberalización en España de la actividad de plataformas tecnológicas como las de vehículos de turismo con conductor (como Uber o Cabify) o las de alquiler turístico (como AirBnB) ha sido de chiste: las autoridades han dejado que el crédulo consumidor se ilusione con un sector alto, guapo, rubio y tecnológico, pero han olvidado hacerse la pregunta relevante: ¿y qué hacemos con el sector tradicional que ya tenemos? Han combinado la valentía de liberalizar lo moderno con la cobardía de no desregular en paralelo lo anticuado. Y, en política económica, la cobardía de ayer es el problema de hoy.
¿Competición sin competencia?
– Hola, somos Los Ángeles Lakers.
– Hola. Aquí la NBA (Asociación nacional de baloncesto de EEUU).
– Hemos tenido una situación deportiva muy mala estos últimos años, pero somos históricamente uno de los mejores equipos de la competición, tenemos mucho dinero, nuestra ciudad nos va a recalificar los terrenos del antiguo estadio para venderlo a precio elevado y así tener aún más dinero. Vamos a fichar a los mejores jugadores de la liga y el año que viene volveremos a estar en las primeras posiciones.
– Imposible. Aquí tenemos unas normas. Hay un tope salarial para cada equipo, no podéis sobrepasarlo, y por tanto no podréis fichar a los mejores jugadores dado que son los que más cobran, y solo podéis tener 12 jugadores en el equipo.
La universidad como plataforma
Al leer el título alguno pensará que la entrada versa sobre la universidad como plataforma de lanzamiento de una carrera política. Pero no, vamos a hablar de teoría económica y de cómo el concepto de plataforma o “mercado de múltiples caras” se aplica a las universidades. Las plataformas y sus retos para la competencia ya se han explicado en este blog (con mucho detalle aquí y aquí). Aunque también se desprenden interesantes implicaciones para la regulación que pueden aplicar a posibles reformas para la universidad.
Algoritmos, oligopolio y las Leyes de Asimov
Cada vez es más frecuente el uso algoritmos que utilizan nuevas tecnologías de gestión de datos para la fijación de precios y de las estrategias comerciales de las empresas. Más allá del enfoque tradicional centrado en los costes, estos algoritmos se basan en un conjunto amplio de información sobre la estructura de la demanda y la oferta y las preferencias de los agentes que actúan en el mercado. Como señala un reciente informe de la OCDE, la importancia e implicaciones de este fenómeno son aun en gran medida desconocidas.
Como pasa con casi todo, las nuevas tecnologías tienen su cara, a través de la mejora de la eficiencia del mercado –tanto por el lado de la oferta como por el lado de la demanda, aproximando mejor a las preferencias de los agentes–; pero también su cruz, de forma que los algoritmos pueden introducir nuevos fallos de mercado. Hay, en particular, una creciente preocupación entre las autoridades de competencia sobre su potencial impacto facilitando la colusión y los equilibrios de tipo oligopólico en los mercados. El reto para las autoridades de competencia pasa por adaptar su instrumental regulatorio a esta nueva realidad.
Mercados de doble cara (II): Implicaciones de política de competencia
Como veíamos en la anterior entrada, en los mercados de doble cara los precios de los dos lados conectados por la plataforma son interdependientes, de forma que para aumentar el valor de la plataforma, son comunes las estrategias de subsidio de precios en uno o ambos lados del mercado cuando no de gratuidad, como las denominadas estrategias “freemium” –por ejemplo, en los motores de búsqueda de Internet o en las redes sociales–, al introducir en la ecuación de precios el valor económico que extraen de la gestión del Big Data que obtienen de sus usuarios, gracias al desarrollo tecnológico de los mercados digitales de los últimos años. Abordamos aquí cómo son, además, mercados altamente concentrados con características de oligopolio natural y altos costes de entrada. Todos estos elementos hacen mucho más compleja la política de defensa de la competencia, que debe adaptarse a estas nuevas realidades de forma que las autoridades de competencia actúan en un proceso casi de naturaleza ad hoc sobre el análisis de las estrategias competitivas de las empresas que basan su modelo de negocio en el acceso y uso comercial de los datos.
Captura regulatoria
La teoría económica ofrece una denominación técnica para el «capitalismo clientelar» o «capitalismo de amiguetes». Se trata de la captura institucional o captura regulatoria.
Los procesos de captura regulatoria se producen cuando el regulador no diseña una regulación con el objetivo y el efecto de aumentar la eficiencia o la equidad, sino para aumentar el bienestar de una industria o grupo de presión, adoptando una óptica de interés particular y no de interés general.