La cumbre del G20 del pasado 27-29 de junio en Osaka, ha quedado marcada por el reinicio de las negociaciones entre China y EEUU para resolver la guerra comercial y por la reafirmación del compromiso con el Acuerdo de Paris sobre cambio climático de todos los países, salvo EEUU, acentuándose su aislamiento en este terreno. La cumbre también ha reforzado el mensaje de los últimos años de un crecimiento que debe ser sostenible, inclusivo y que haga frente a las desigualdades. Un tema más novedoso, y que ha sido especialmente potenciado por la presidencia japonesa del G20 (cada presidencia intenta imponer un sello), ha sido el impulso a la consideración de los retos que para la economía mundial supone el envejecimiento de la población.
10 Downing Street, finales de julio
El flamante nuevo primer ministro se sentó en su mesa, ordenó mecánicamente los bolígrafos y varios papeles y se quedó un momento pensativo. Luego hizo venir al asesor para asuntos europeos.
–Buenos días, señor Primer Ministro. ¡Enhorabuena! Para mí es un honor…
–Gracias, gracias –le interrumpió, displicente–. Vamos directamente al grano. Siéntate aquí y cuéntame, ¿cómo va eso del brexit?
Navegar por mares nunca transitados
El nombre de este blog hace referencia a un momento de la Historia en que, agotada la efectividad de todas las recetas de política económica, el presidente Roosevelt tuvo la valentía de proponer y ejecutar un New Deal que consiguió sacar a EEUU de la Gran Depresión, beneficiando así indirectamente a la economía mundial.
Hace unos días se mostraba aquí el convencimiento de que la gestión de la actual situación económica requerirá políticas radicalmente nuevas. Vivimos tiempos sorprendentes, con tipos reales negativos en Europa y Japón con una inflación ausente, o un exceso de liquidez incapaz de canalizarse hacia proyectos de inversión rentables. La perspectiva de los avances tecnológicos (5G, vehículos no tripulados, blockchain, inteligencia artificial, Big Data) generan desasosiego, olvidando que, desde que controló el fuego, la Humanidad siempre ha conseguido que las mejoras tecnológicas aumenten su bienestar.
El embrión del presupuesto euro y la urgencia italiana
Los documentos acordados en el Eurogrupo y refrendados por el Consejo Europeo en su reunión del 21 de junio sobre la reforma del euro han sido saludados por un coro de lamentos. Aunque ha habido ministros que han hablado de una mini-revolución, la mayoría de economistas que siguen el tema se han lamentado del corto alcance de las medidas acordadas. No hay grandes novedades ni en las líneas básicas del Instrumento Presupuestario para la Convergencia y la Competitividad (BICC) ni en el borrador de acuerdo modificado para el Mecanismo Europeo de Estabilidad. Algunos han llegado a concluir que, para este resultado, mejor no haberse molestado, sobre todo cuando los últimos acontecimientos confirman que la necesidad de una política fiscal del euro es acuciante. No es que disienta de esta interpretación, pero ofrecería otra: a corto plazo, la zona euro se la juega en Italia, no en el presupuesto.
Paraísos fiscales en la UE: un terreno de juego desequilibrado
Durante el debate de los cabezas de lista candidatos a la presidencia de la Comisión Europea, los moderadores les plantearon una pregunta interesante: “¿Qué países de la Unión Europea son paraísos fiscales y cómo se cambia su comportamiento para asegurar que Amazon pague los mismos impuestos que el librero de al lado?” Los candidatos no evadieron –nunca mejor dicho– la pregunta, pero no entraron en detalles, más allá de un brindis al sol (“Un paraíso fiscal es para mí donde se pagan los impuestos que corresponden”, dijo Vestager) y una propuesta de establecer un impuesto de sociedades mínimo del 18% (Timmermans). La respuesta, sin embargo, era clara: hay paraísos fiscales europeos (y no lo son necesariamente por su bajo tipo de gravamen); y no solo se puede conseguir que las empresas paguen lo que deben, sino que en ese empeño se juega la UE bastante de su credibilidad frente a los ciudadanos.
¿Y una política de tipos de interés negativos?
Probablemente, el principal debate actual de la macroeconomía se centra en qué tipo de políticas se podrán aplicar para hacer frente a la próxima crisis, en un contexto de elevado endeudamiento público y de tipos de interés en el límite del cero por ciento, lo que limita el margen para desarrollar políticas fiscales y monetarias expansivas. Están surgiendo así propuestas que rompen con los esquemas tradicionales, revolucionarias, entre ellas, la posibilidad de una política monetaria de tipos de interés nominales negativos elevados, del entorno del -4 por ciento. Se trata de una política que nunca se ha aplicado, pero con un alto potencial. No obstante, para poder aplicarla, exigiría una serie de cambios operativos en la política monetaria, principalmente en relación al dinero en efectivo.
Vuelve la mochila colombiana
Recientemente se hizo pública la solicitud del Ministerio de Economía de España a la Comisión Europea de asistencia técnica para implantar el modelo conocido como la mochila austriaca. A tal efecto, Bruselas ha encargado a la OCDE un estudio para simular las posibles implicaciones de su aplicación en España. Tal estudio serviría como documento de base para negociar con sindicatos, patronal y Ministerio de Trabajo su implantación a partir del año 2020.
Vuelve a considerarse un modelo sobre el que se viene debatiendo desde hace casi diez años. No obstante, a pesar de una valoración generalmente favorable por parte de los economistas y contar con un apoyo político de amplio espectro, incluidos Ciudadanos, PP y PSOE, no termina de concretarse en un esquema definido.