Cada vez que se replantea el debate del sistema electoral en España por sus problemas de falta de proporcionalidad (debate recurrente en las tres últimas décadas), es sorprendente el énfasis que muchos ponen en cuestionar el sistema D’Hondt de reparto de escaños. Como se estudiaba en primero de Económicas en la asignatura de Teoría del Estado, se trata de un método de distribución de escaños, que sí, es proporcional ‒y bastante elegante, por cierto‒, en el que el sesgo en la asignación de los últimos escaños favorece a los partidos más votados. Se puede discutir si optar por otros métodos proporcionales –eso sí, cada uno con sus propios sesgos–, pero el verdadero problema de la falta de proporcionalidad en nuestro sistema electoral no está el método de reparto, sino en el diseño de las circunscripciones provinciales, especialmente, su reducido tamaño y el desigual reparto de escaños por circunscripción.
En esta entrada analizaremos con un ejemplo cómo funciona el método D’Hondt, comparándolo con otros métodos de distribución de escaños. En una segunda entrada se recogerán los resultados en Cataluña y en España jugando con distintos métodos de distribución y de tamaños de circunscripciones electorales.