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Estar feliz y ser feliz

El análisis de la felicidad suele distinguir entre dos tipos de felicidad muy distintos: la “evaluada” o recordada (ser), es decir, cómo evaluamos nuestra vida, la historia que nos contamos sobre ella, y la “experimentada” (estar), referida a la frecuencia e intensidad de las sensaciones (como alegría, estrés, tristeza, afecto) que vivimos en el día a día. La recordada es más determinante en nuestra toma de decisiones y, sin embargo, no es sensible al tiempo real de felicidad que nos reporta (lo infravalora). En línea con la propuesta de resolución de año nuevo de 2018 (menos maximizar y más satisfacer), para 2019, recordando lo que nos dice la teoría de la felicidad y recurriendo al refranero, una posible resolución sería: maximizar cuantitativamente los pequeños momentos de felicidad (maximizar los momentos de estar feliz).

Inteligencia, dame el sesgo exacto de las preguntas

En 1981 los psicólogos Kahneman y Tversky seleccionaron a dos grupos y les plantearon el siguiente problema: “imaginen que Estados Unidos se está preparando para un brote de una rara enfermedad asiática que se espera que mate a 600 personas, y que se han propuesto dos programas alternativos para combatirla”. A partir de esta premisa, a un primer grupo se le dio a elegir entre el Programa A, con el que se salvarían 200 personas, y el B, con el que habría 1/3 de probabilidades de salvar a 600 personas y 2/3 de que no se salvara nadie. Al segundo grupo se le planteó la disyuntiva entre el programa C, con el que morirían 400 personas, y el D, con el que habría 1/3 de probabilidades de que no muriera nadie y 2/3 de que murieran 600 personas.

Machado, los sesgos cognitivos y el soberanismo

Pocos días después de la muerte de Antonio Machado el 22 de febrero de 1939, su hermano José encontró en un bolsillo del viejo gabán del poeta un papel con tres anotaciones que reflejan muy bien la forma sesgada que tiene el ser humano de ver e interpretar el pasado. Entonces nadie hablaba aún de los sesgos cognitivos –es decir, de los fallos de nuestra mente que nos llevan a alterar la percepción de la realidad y nos alejan del perfecto ser racional que nunca fuimos–, pero ya se sabe que, como decía Robert Graves, los verdaderos poetas poseen una intuición especial.