Vamos a dividir por cero

Como en cualquier debate soberanista, los argumentos a favor del brexit han estado siempre presididos por la manipulación lingüística, y por eso sus defensores han insistido una y otra vez en el “dividendo del brexit”, como si fuera el alegre reparto de los beneficios de una empresa exitosa. Por supuesto, los costes se han obviado, y quizás por ese motivo la mayoría de los críticos del brexit se han preocupado por resaltarlos, centrándose en la más que previsible contracción económica derivada de la salida de la Unión Europea. Pero esa estrategia ha sido un error.

El Acuerdo del Brexit o el principio de todo lo demás

Hay que ver lo que ha costado llegar al principio de todo. Porque eso es, y no otra cosa, el Acuerdo del Brexit: una posposición de la decisión del modelo de relación económica definitiva que el Reino Unido está dispuesto a mantener con la Unión Europea. Al menos, eso sí, incluye un amortiguador: en el caso de que no se llegue a ningún acuerdo, la relación mínima será la de una unión aduanera –es decir, un comercio interior sin aranceles y un arancel exterior común frente a terceros– que permitirá evitar una frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda. Todo lo demás está por decidir.

Y William Nordhaus vio la luz

William D. Nordhaus, profesor de la Universidad de Yale y premio Nobel de Economía en 2018, es una curiosa mezcla de pensador original, científico, ciudadano comprometido y consumado deportista (fue capitán del equipo de esquí de la universidad de Yale). Su trayectoria profesional se ha dirigido principalmente a temas relacionados con el medio ambiente, el agotamiento de recursos y la crisis energética. El desarrollo del trabajo que inició en los 1970 para incorporar el medioambiente en las Cuentas Nacionales le ha llevado además a convertirse en una autoridad reconocida en el ámbito del cambio climático. Como señala la Academia Sueca de Ciencias, sus modelos explican cómo las economías de mercado interactúan con el medioambiente arrojando luz sobre los límites del crecimiento.

¿Se cierran las brechas?

Hay historias en las que el protagonista principal apenas se deja ver. En El sabueso de los Baskerville, el personaje central es un enorme animal, mitad perro, mitad bestia, que lleva persiguiendo durante generaciones a los miembros de una desdichada familia. Nadie lo ha visto, pero deja sus huellas en el páramo de Devonshire y condiciona la vida de sus habitantes. En macroeconomía sucede algo parecido con la producción potencial y la brecha de producción (también conocida como output gap).

Lo siento, ese modelo de Brexit no existe

Si usted quiere ganar autonomía y se decide a comprar una motocicleta, puede ir a un concesionario y, en principio, se encontrará allí con muchas alternativas. Eso sí, cuando empiece a poner restricciones, el menú de opciones disponibles se irá reduciendo. No es lo mismo querer “una motocicleta” que un scooter eléctrico de 125 c.c. de color gris y con una autonomía de 500 kilómetros. A veces, si el vendedor no se lo ofrece no es porque no quiera, sino, simplemente, porque ese modelo no existe.

Con el Brexit ha ocurrido una cosa parecida: los ciudadanos británicos querían ganar autonomía de la Unión Europea, y sus líderes les han vendido la moto sin aclararles antes que el modelo exacto que querían no existe. Y cuando la encargada de negociar, Theresa May, les ha traído al fin el mejor modelo dentro de los disponibles, los partidos políticos quieren que se vuelva al concesionario a seguir insistiendo.

La última vez que alguien me dio órdenes

En marzo de 2017 Steve Bannon, el entonces asesor estratégico del presidente estadounidense Donald Trump, se reunió con un grupo de congresistas representantes del ala más conservadora del partido republicano con el objetivo de presionarles para que votaran a favor de la ley de reforma sanitaria destinada a reemplazar a la implantada unos años antes por los demócratas. En un momento de la reunión, Bannon, cansado de intentar convencerles, cometió el error de recurrir al argumento de autoridad:

–Chicos, mirad, esto no es una discusión. Esto no es un debate. No tenéis más remedio que votar a favor de esta ley.

Uno de los congresistas, con un inconfundible acento sureño, replicó:

–Mira, la última vez que alguien me dio órdenes yo tenía 18 años. Era mi padre. Y a él tampoco le hice caso.

Estimando el impacto macroeconómico del proteccionismo y la incertidumbre

En la edición del pasado octubre del informe semestral de referencia del FMI, el World Economic Outlook, se destacaban tres riesgos principales para la economía global: el proteccionismo comercial, el tensionamiento en los mercados financieros y la incertidumbre sobre la política económica. Como abordábamos, son sobre todo riesgos políticos, porque dependen principalmente de decisiones de política económica en las grandes economías del mundo (como las medidas arancelarias de la administración Trump y las correspondientes represalias o la negociación del Brexit). En un intento de reforzar su mensaje, el Fondo ha estado intensificando la investigación sobre el impacto macroeconómico de estos riesgos y ha dedicado su conferencia anual de investigación, la Jackes Polak, del pasado 1 y 2 de noviembre o los efectos desbordamiento y la cooperación económica internacional, con varios documentos centrados en ellos. Sin perjuicio de las múltiples restricciones de este tipo de análisis, las estimaciones son útiles para el debate sobre los riesgos políticos.