En marzo de 2017 Steve Bannon, el entonces asesor estratégico del presidente estadounidense Donald Trump, se reunió con un grupo de congresistas representantes del ala más conservadora del partido republicano con el objetivo de presionarles para que votaran a favor de la ley de reforma sanitaria destinada a reemplazar a la implantada unos años antes por los demócratas. En un momento de la reunión, Bannon, cansado de intentar convencerles, cometió el error de recurrir al argumento de autoridad:
–Chicos, mirad, esto no es una discusión. Esto no es un debate. No tenéis más remedio que votar a favor de esta ley.
Uno de los congresistas, con un inconfundible acento sureño, replicó:
–Mira, la última vez que alguien me dio órdenes yo tenía 18 años. Era mi padre. Y a él tampoco le hice caso.