Los banqueros centrales se mesaban sus escasos cabellos. Incluso tras conocerse ya la ola de fallidos en las hipotecas basura y el estrangulamiento de liquidez en los mercados, los modelos no les advirtieron de la debacle. Las sofisticadas herramientas para representar el funcionamiento agregado de las economías no estaban preparadas para ese fenómeno endógeno, contagioso y no lineal que esbozamos en la primera entrada de esta serie. En estos diez años se ha trabajado intensamente para paliar esta carencia, con resultados muy notables que conviene repasar, porque afectan a las posibilidades de prevenir crisis futuras.
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¿Qué hemos aprendido sobre la inestabilidad financiera? (I)
Fue el sueño de cualquier anticapitalista: Wall Street mordiendo el polvo. Tanto drama produjo aquel septiembre de hace diez años que llegó a acuñar un nuevo género cinematográfico: el thriller económico. En Too Big to Fail, el telefilme que produjo HBO, se muestra a William Hurt, que interpreta al secretario del Tesoro, esbozando una sonrisa cuando le informan de que la quiebra de Lehman Brothers se había digerido sin descalabros durante las primeras horas. Fue el fugaz momento de gloria de los apóstoles del riesgo moral, que pensaban que la crisis se acabaría cuando se dejara caer a un pez gordo. Los meses que siguieron pusieron a la economía mundial al borde de una nueva depresión; consiguió que quedara en Gran Recesión, pero el desorden en las finanzas ha seguido condicionando no solo la macroeconomía, sino en gran medida también la política. Esta vuelta al cole es por tanto un buen momento para recapitular sobre lo que hemos aprendido respecto a la inestabilidad financiera: su naturaleza y causas, sus consecuencias y las implicaciones normativas.
Argentina: no hay que temer al FMI
En el último año, los macroeconomistas han centrado el foco de los riesgos de la economía internacional en los niveles de deuda pública en las economías avanzadas y en las economías emergentes (además de los riesgos geopolíticos), en un contexto en el que la progresiva normalización de la política monetaria en EEUU y en Europa presionará al alza a los tipos de interés. De una manera un tanto sorpresiva, reflejando una vez más la volubilidad de los mercados, Argentina ha sido el primer país en experimentar los efectos de este nuevo entorno internacional y ha solicitado un programa con el FMI para frenar la presión sobre el peso argentino (incidentalmente, en su año de presidencia del G20). Sin embargo, no hay que temer al FMI. El Fondo de hoy es mucho menos intrusivo y con programas mejor calibrados que el del último programa con Argentina de 2003.
Estancamiento secular: Epílogo
Hace ya más de un año que comenzamos esta serie de entradas sobre estancamiento secular, y que concluimos hoy. Desde entonces, la coyuntura económica mundial ha mejorado notablemente, de manera bastante generalizada por países y áreas, disipando en buena medida el pesimismo anteriormente reinante. Sin embargo, haríamos bien en tomarnos con cautela esta recuperación, dado que estamos ante una fase alcista del ciclo económico mundial con unas peculiaridades muy llamativas y sin precedentes en la historia reciente.
CORE, un recurso nuevo para enseñar economía
Para esta vuelta al cole los profesores universitarios de introducción a la economía cuentan con un nuevo recurso, desarrollado por el proyecto CORE (Curriculum Open-access Resources in Economics). No se trata de un nuevo manual al uso, sino de un conjunto de materiales y herramientas de aprendizaje con vocación de revolucionar la enseñanza de la economía. Todo empezó con las protestas de los estudiantes, cuando se dieron cuenta que lo que escuchaban en clase no les servía ni para explicar a sus amigos por qué se estaba desmoronando el sistema financiero o cómo era posible que después de tanta ganancia privada se socializaran las pérdidas de los bancos.
Más allá de la austeridad: hacia un New Deal global
“Insistir en que ‘no hay alternativa’ es un eslogan político anticuado. En todas partes la gente quiere lo mismo: un trabajo decente, un hogar seguro, un medio ambiente saludable, un futuro mejor para sus hijos y un gobierno que escuche y responda a sus preocupaciones: en realidad, quieren un acuerdo distinto al que ofrece la hiperglobalización”.
Estas palabras pertenecen a la introducción del Informe sobre Comercio y Desarrollo de la UNCTAD (la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo) publicado en septiembre de 2017 y que lleva por subtítulo “Más allá de la austeridad: hacia un New Deal global”, por lo que nos vemos obligados –por alusiones– a hacer un análisis del documento. Y el resultado no solo es de lo más interesante, sino que el Informe de la UNCTAD resulta ser uno de los documentos oficiales más atrevidos que hemos visto en los últimos años.
El fin de la teoría
Antes del verano salió a la luz “El fin de la teoría: Las crisis financieras, el fracaso de la Economía y el barrido de la interacción humana” un libro sobre economía escrito por un financiero. Richard Bookstaber es un veterano de la gestión de riesgos: vivió el hundimiento bursátil de 1987 en Morgan Stanley, la quiebra del Long Term Capital Management en Salomon Brothers y la crisis financiera global en la Oficina de Investigación Financiera creada en el Departamento del Tesoro de Estados Unidos. No se arruinó y ahora compagina su puesto de responsable de riesgos del fondo de la Universidad de California (que gestiona más de 60.000 millones de dólares) con la escritura de artículos académicos y de libros, en los que cuestiona la visión ortodoxa de la economía. Es por tanto un continuador de una saga muy distinguida de financieros metidos a economistas críticos, de la que son exponentes George Soros y Nassim Taleb.
Lecciones de aquel verano
Hace justo diez años que empezó lo malo. Hasta aquel julio de 2007, las hipotecas subprime no habían pasado de ser la preocupación de moda en el mundillo financiero. No quitaban el sueño a casi nadie. Pero a raíz de la suspensión de los reembolsos de dos fondos de inversión de un banco francés en Estados Unidos, los mercados interbancarios sufrieron una abrupta dislocación, que paralizó el circuito de financiación sobre el que se venía apoyando la concesión de hipotecas de alto riesgo. Unas semanas más tarde, cayó la primera víctima de forma aparatosa, con la primera fuga de depósitos en un banco británico desde la época victoriana. Conviene rememorar aquellos tres primeros meses de la crisis y reflexionar sobre algunas de las lecciones que no deberíamos olvidar.
El New Deal, ayer y hoy
No era un buen augurio. A la una de la mañana del lunes 6 de marzo, el Presidente Roosevelt, que había tomado posesión de su cargo apenas treinta y seis horas antes, aprobó la orden 2039, por la que se suspendían con efecto inmediato todas las actividades bancarias. Durante una semana, los ciudadanos estadounidenses no pudieron retirar dinero de sus cuentas ni cobrar cheques. El día 9 de marzo el Congreso aprobó la Ley Bancaria de Emergencia, con disposiciones que trataban de apoyar a los bancos solventes y de facilitar la restructuración y saneamiento de los bancos en dificultades. Cuando, al inicio de la semana siguiente, la mayoría de los bancos volvieron a abrir sus puertas, la sorpresa fue que los depósitos tendieron a superar a las retiradas de fondos.