En una visita a un país en desarrollo con serios problemas institucionales pude ver en la mesa de trabajo de una distinguida representante de una importante institución internacional un ejemplar del libro de Daron Acemoglu y James Robinson “Por qué fracasan los países” (Why Nations Fail) con signos claros de uso, como varios marcadores de páginas y profusos rastros de rotulador fluorescente. Yo contaba con un ejemplar del libro desde hacía tiempo pero no me había atrevido con él. Había llegado pues el momento de leerlo, con la esperanza de encontrar claves sobre el origen de los problemas de los estados fallidos, la oligarquía y el clientelismo, que había podido ver de cerca, y cómo abordarlos.
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Captura regulatoria
La teoría económica ofrece una denominación técnica para el «capitalismo clientelar» o «capitalismo de amiguetes». Se trata de la captura institucional o captura regulatoria.
Los procesos de captura regulatoria se producen cuando el regulador no diseña una regulación con el objetivo y el efecto de aumentar la eficiencia o la equidad, sino para aumentar el bienestar de una industria o grupo de presión, adoptando una óptica de interés particular y no de interés general.
Contra el capitalismo clientelar: cómo recuperar la cordura
La crisis asiática de finales de los 90 dio origen al término de “crony capitalism”, entendido como el conjunto de ineficiencias en el sistema capitalista derivadas de la existencia de empresas compinchadas con los poderes públicos o beneficiarias de su amiguismo o nepotismo (muy frecuentes en los países del sudeste asiático). Fue traducido inicialmente al español como “capitalismo de amiguetes” (aunque el término “crony” también quiere decir “compinche”, es decir, compañero en asuntos poco lícitos). Posteriormente, como esta relación de dependencia entre administrado y sector público quedaba muy bien reflejada en el concepto de clientelismo (basado no en el término moderno de cliente, sino en el de la antigua Roma, cuando un individuo libre se ponía bajo la protección de un patrono de rango socioeconómico superior, a cambio de sumisión y servicios y lealtad incondicional) hizo que prevaleciera finalmente la traducción de “capitalismo clientelar”.
Bajo el seudónimo de Sansón Carrasco –el bachiller de El Quijote– los siete editores de “Hay Derecho” acaban de publicar un interesante libro, “Contra el capitalismo clientelar”, con el subtítulo “O por qué es más eficiente un mercado en el que se respeten las reglas de juego”, en el que se analizan con rigor los orígenes y efectos de este problema, con especial referencia a España.