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¿Qué hemos aprendido sobre la inestabilidad financiera? (II): Los modelos

Los banqueros centrales se mesaban sus escasos cabellos. Incluso tras conocerse ya la ola de fallidos en las hipotecas basura y el estrangulamiento de liquidez en los mercados, los modelos no les advirtieron de la debacle. Las sofisticadas herramientas para representar el funcionamiento agregado de las economías no estaban preparadas para ese fenómeno endógeno, contagioso y no lineal que esbozamos en la primera entrada de esta serie. En estos diez años se ha trabajado intensamente para paliar esta carencia, con resultados muy notables que conviene repasar, porque afectan a las posibilidades de prevenir crisis futuras.

¿Qué hemos aprendido sobre la inestabilidad financiera? (I)

Fue el sueño de cualquier anticapitalista: Wall Street mordiendo el polvo. Tanto drama produjo aquel septiembre de hace diez años que llegó a acuñar un nuevo género cinematográfico: el thriller económico. En Too Big to Fail, el telefilme que produjo HBO, se muestra a William Hurt, que interpreta al secretario del Tesoro, esbozando una sonrisa cuando le informan de que la quiebra de Lehman Brothers se había digerido sin descalabros durante las primeras horas. Fue el fugaz momento de gloria de los apóstoles del riesgo moral, que pensaban que la crisis se acabaría cuando se dejara caer a un pez gordo. Los meses que siguieron pusieron a la economía mundial al borde de una nueva depresión; consiguió que quedara en Gran Recesión, pero el desorden en las finanzas ha seguido condicionando no solo la macroeconomía, sino en gran medida también la política. Esta vuelta al cole es por tanto un buen momento para recapitular sobre lo que hemos aprendido respecto a la inestabilidad financiera: su naturaleza y causas, sus consecuencias y las implicaciones normativas.

La delgada línea roja contra el Brexit

A mediados del siglo XIX, en pleno declive del imperio otomano, el expansionismo de Rusia desencadenó la guerra de Crimea. Allí, durante la batalla de Balaklava, un regimiento de Highlanders del ejército británico tuvo que enfrentarse a una carga de la caballería rusa. Su inferioridad numérica les obligó a agruparse en una frágil doble fila de soldados que, provistos de sus rifles y sus emblemáticas casacas rojas –útiles para disimular la sangre del combate–, consiguieron resistir el ataque. Desde entonces La Delgada Línea Roja (The Red Thin Line) se usa como sinónimo de la valentía militar británica.

Plataformas tecnológicas: desregular tirando a mal

El inolvidable humorista Eugenio solía contar el chiste de la pitonisa que predecía para su clienta un marido “alto, guapo, rubio y generoso”, a lo que esta replicaba, emocionada: “¡Qué bien! ¿Y qué hago con el que tengo?”.

Del mismo modo, el proceso de liberalización en España de la actividad de plataformas tecnológicas como las de vehículos de turismo con conductor (como Uber o Cabify) o las de alquiler turístico (como AirBnB) ha sido de chiste: las autoridades han dejado que el crédulo consumidor se ilusione con un sector alto, guapo, rubio y tecnológico, pero han olvidado hacerse la pregunta relevante: ¿y qué hacemos con el sector tradicional que ya tenemos? Han combinado la valentía de liberalizar lo moderno con la cobardía de no desregular en paralelo lo anticuado. Y, en política económica, la cobardía de ayer es el problema de hoy.

Adversarios y enemigos en la guerra comercial

Gerald Ford, el presidente estadounidense que puso fin a la guerra de Vietnam, solía decir que durante su vida política “había tenido muchos adversarios, pero ningún enemigo”. Donald Trump, un presidente menos dado a los matices, señaló en una entrevista que la Unión Europea era un enemigo “por lo que nos hacen en el comercio”, para luego añadir: “China también es un enemigo económico, pero eso no quieren decir que sean malos, no significa nada; significa que son competidores, que quieren hacerlo bien, igual que nosotros queremos hacerlo bien”.

Oposiciones: la azarosa construcción de la función pública

En el libro Kluge: La azarosa construcción de la mente humana, Gary Marcus explica cómo el proceso evolutivo del cuerpo humano no aspira a la perfección: así como hay elementos con un diseño casi perfecto –como las manos–, otros –como los ojos o el aparato reproductor masculino– presentan un diseño bastante chapucero. Lo que pasa es que funcionan (un kludge o kluge en inglés es justo eso: un apaño, una solución chapucera pero funcional). Y si han sobrevivido dentro del cuerpo humano con su torpe diseño es precisamente porque cumplen adecuadamente su cometido, y otros órganos más elegantes pero menos funcionales no han pasado el filtro darwiniano.

Menos aranceles y más impuestos progresivos

El gobierno estadounidense ha decidido recurrir a los aranceles como instrumento para mitigar los efectos negativos del comercio sobre su economía. Si dejamos a un lado la retórica mercantilista, la vulneración de las normas de la OMC y la estrategia negociadora del abusón, deberíamos aceptar que existe un problema. Varios estudios empíricos recientes muestran que la exposición creciente a las importaciones ha reducido el empleo y ha elevado la incertidumbre sobre las rentas salariales de los trabajadores. Los perdedores de la globalización se concentran en determinados sectores y regiones; y la verdad es que sus pérdidas están poniendo en cuestión la sostenibilidad del grado de liberalización comercial alcanzado por la economía mundial. Pero, ¿son los aranceles la mejor alternativa de política pública? ¿Es posible conciliar la apertura comercial y la protección de los trabajadores?

Hipócrates, la luna y el Libro Blanco del Brexit

Hipócrates de Quíos fue un matemático y astrónomo griego que vivió en el siglo V a.C. En su juventud había sido comerciante, pero, harto de sufrir los robos de piratas y funcionarios aduaneros corruptos, decidió dedicarse a la enseñanza. Uno de sus mayores descubrimientos fue el de las denominadas “lúnulas de Hipócrates”, áreas con forma de media luna adyacentes a un círculo y con un área equivalente a la de un triángulo interior. Entonces se creyó que la solución de Hipócrates permitiría desentrañar el hasta entonces irresoluble problema de encontrar, con regla y compás, un rectángulo con un área equivalente a la de un círculo –más conocido como el de la cuadratura del círculo.

Trilemas en política económica

La “política económica” es primero “política”, es decir, administración para los ciudadanos (“politiké”) y, por tanto, envuelta en unos valores y una ideología acerca de los que se considera mejor para ellos; y segundo, “economía”, es decir, una herramienta para identificar el camino más apropiado hacia dichos objetivos. En línea con la primera de las 33 Tesis para la Reforma de la economía –que establece que ninguna meta económica puede separarse de la política–, las políticas económicas deben entenderse como recomendaciones establecidas a partir de unos valores, que se aplican en un contexto económico e institucional determinado. En este sentido, a partir del “trilema” (anglicismo) de valores libertad-igualdad-solidaridad, se puede establecer, aún a riesgo de simplificación, un esquema sobre los trilemas a los que se enfrenta la política económica.

Nostalgia de aquel BIS

Durante los primeros años del siglo, en los que la crisis se iba fraguando ante la complacencia general, todas las instituciones financieras internacionales andaban en la inopia. ¿Todas? No. Un pequeño grupo de economistas irreductibles, parapetado en Basilea, alertaba de los peligros que acechaban tras la apariencia de estabilidad y gran moderación. Mientras en Washington D.C. el departamento monetario y de mercado de capitales del FMI, siempre cercano a los susurros de la banca de inversión, alababa la titulización, los informes anuales del Banco de Pagos Internacionales (BIS por sus siglas en inglés), trataban de destilar a Minsky y a Hayek para recomendar activismo contra los desequilibrios futuros. Hace unas semanas, el venerable banco de bancos publicó un nuevo informe anual, en el que se evalúan algunos de los progresos realizados en los últimos años y se analizan nuevos desafíos.