A mediados del siglo XIX, en pleno declive del imperio otomano, el expansionismo de Rusia desencadenó la guerra de Crimea. Allí, durante la batalla de Balaklava, un regimiento de Highlanders del ejército británico tuvo que enfrentarse a una carga de la caballería rusa. Su inferioridad numérica les obligó a agruparse en una frágil doble fila de soldados que, provistos de sus rifles y sus emblemáticas casacas rojas –útiles para disimular la sangre del combate–, consiguieron resistir el ataque. Desde entonces La Delgada Línea Roja (The Red Thin Line) se usa como sinónimo de la valentía militar británica.