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La UE suelta lastre regulatorio

La Comisión Europea presentó el miércoles 26 de enero un esperado paquete de simplificación legislativa, en un nuevo intento de desarrollar las recomendaciones el Informe Draghi.

Las medidas se centran en reducir los complejos requisitos que obligan a las empresas europeas a elaborar y presentar información detallada sobre la sostenibilidad (es decir, la consideración de factores medioambientales, sociales y de buen gobierno) de su actividad empresarial, en ámbitos como sus decisiones de inversión (finanzas sostenibles); la clasificación de sus actividades económicas (taxonomía); el control de su cadena de suministro (diligencia debida) y el control del contenido en carbono de sus importaciones (mecanismo de ajuste en frontera al carbono). Adicionalmente, intenta simplificar los requisitos para el acceso a los programas de inversión europeos.

Regular mejor

Señalábamos en el artículo anterior que el Informe Draghi daba mucha importancia a la necesidad de simplificar la regulación europea para ganar competitividad. En este sentido, conviene aclarar algunos conceptos sobre qué es regular bien y qué es regular mal.

Regular por regular, mal

¿Creían que el Brexit había terminado? Pues no, aún colea. El 1 de febrero el gobierno británico lanzará la primera etapa de su nueva política de control en frontera de productos vegetales y animales importados de la Unión Europea. Estos controles los habían pospuesto ya cinco veces desde que entrara en vigor el Acuerdo de Comercio y Cooperación entre la UE y el Reino Unido en enero de 2021, debido al miedo a que espolearan la inflación. Pero alguna vez había que empezar: desde ahora los productos animales y vegetales europeos requerirán un certificado sanitario (al igual que los que la UE exige en frontera a los productos británicos) y mucho papeleo adicional. En una fase posterior, a partir del 1 de mayo, comenzarán las inspecciones físicas (aunque no se sabe de dónde van a sacar los muchos inspectores necesarios para lograrlo).

Plataformas tecnológicas: desregular tirando a mal

El inolvidable humorista Eugenio solía contar el chiste de la pitonisa que predecía para su clienta un marido “alto, guapo, rubio y generoso”, a lo que esta replicaba, emocionada: “¡Qué bien! ¿Y qué hago con el que tengo?”.

Del mismo modo, el proceso de liberalización en España de la actividad de plataformas tecnológicas como las de vehículos de turismo con conductor (como Uber o Cabify) o las de alquiler turístico (como AirBnB) ha sido de chiste: las autoridades han dejado que el crédulo consumidor se ilusione con un sector alto, guapo, rubio y tecnológico, pero han olvidado hacerse la pregunta relevante: ¿y qué hacemos con el sector tradicional que ya tenemos? Han combinado la valentía de liberalizar lo moderno con la cobardía de no desregular en paralelo lo anticuado. Y, en política económica, la cobardía de ayer es el problema de hoy.