Luego dicen que los debates entre los economistas no miran al futuro. Pues henos aquí, en medio de una calamidad sanitaria que hasta el momento ha acentuado las presiones a la baja sobre el nivel general de precios, poniendo al día nuestras ideas sobre la siguiente amenaza que se cierne sobre nuestro baqueteado devenir económico. La inflación monopolizó la atención de las políticas macroeconómicas en los años ochenta y su control a partir de mediados de los noventa nutrió las peligrosas veleidades del fin de los ciclos y la estabilidad perpetua con las que llegamos a la crisis financiera. Desde 2008, el riesgo de deflación o de una inflación positiva, pero estructuralmente demasiado baja, ha sido la principal preocupación de banqueros centrales, macroeconomistas y Gobiernos. Sin embargo, la combinación del Plan Biden con las perspectivas de fuerte recuperación económica de la mano de la vacunación han provocado un repunte de 75 puntos básicos en los tipos de interés a diez años del dólar desde principios de año (que refleja, en gran parte, una mayor inflación esperada) y un aluvión de artículos sobre el riesgo de que el fin de la pandemia traiga el principio de otra era de inflación.
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Hay cosas que no empezaron con Trump
Las elecciones estadounidenses son un permanente recordatorio de que la interpretación de la realidad de Estados Unidos es más compleja que lo que se piensa, o al menos de lo que podemos percibir a través de las encuestas y análisis habituales. Y esta complejidad no se aplica sólo a la política, sino también a las relaciones económicas y comerciales.
Así, hay muchos que confían en que una victoria del candidato demócrata, Joe Biden, suponga un giro copernicano en las relaciones económicas y estratégicas con Europa, sin reparar en que hay ámbitos en los que Trump no ha supuesto más que la manifestación exagerada y aspaventosa de corrientes estructurales muy profundas que llevan décadas germinando.
Cuenta atrás para las elecciones en EEUU
El próximo martes 3 de noviembre se celebran las elecciones en EEUU. Están en juego la presidencia y la mayoría en el Senado –en la Cámara de Representantes parece clara la mayoría demócrata–. Las diferencias en política económica entre demócratas y republicanos son sustantivas, incluidas en tres áreas que tendrán un gran impacto a escala global, con los demócratas más favorables a: la lucha contra el cambio climático, la defensa de una mayor fiscalidad a las empresas (y más progresiva) y un mayor impulso del multilateralismo –además de la defensa de avanzar hacia una esquema de sanidad más público, con impacto, sobre todo, doméstico–. Estamos ya en la cuenta atrás de un proceso electoral que ha durado más de un año desde los primeros debates en las elecciones primarias del partido demócrata, de junio del año pasado.
El galimatías jurídico potencial de las elecciones de EEUU
En una entrada anterior se abordaba cómo las elecciones en EEUU se podían ver afectadas por el sesgo de disponibilidad, en virtud del cual, los acontecimientos más recientes tienen un mayor peso en nuestra toma de decisiones. La sucesión de acontecimientos sigue siendo vertiginosa. En tan sólo las dos últimas semanas: la información sobre la declaración de la renta de Trump (habría pagado 750$ en 2017) y sobre la de Biden (casi 300.000$, en 2019); la presentación formal de la nueva candidata al Tribunal Supremo, Amy Coney Barrett; las crecientes sombras sembradas por los republicanos sobre el voto por correo y su eventual no reconocimiento (lo que abre un amplio frente de disputas legales sobre estos votos); el muy criticado primer debate presidencial; la disputa entre la Cámara de Representantes y el ejecutivo sobre el nuevo paquete de estímulo fiscal en un momento en el que la recuperación de la economía ha perdido fuerza; la hospitalización de Trump con COVID-19 y el foco de contagio en la Casa Blanca (todavía en el período de incubación, con más posibles afectados).
Elecciones en EEUU y el sesgo de disponibilidad
El próximo 3 de noviembre se celebran las elecciones presidenciales y al Congreso de EEUU. Las encuestas favorecen claramente a los demócratas, incluida la posibilidad de alcanzar sendas mayorías, tanto en el Senado, como en la Cámara de representantes, por primera vez desde 2011. Ahora bien, las seis semanas que quedan hasta las elecciones pueden ser mucho tiempo para afectar el voto de los electores indecisos o persuadibles e inclinar la balanza en los principales estados en contienda, especialmente, en el actual contexto de elevada polarización, multiplicidad de dimensiones que afectan a la decisión de los electores y de rápida sucesión de acontecimientos. En este contexto, los electores pueden ser más susceptibles a lo que la economía conductual define como el sesgo de disponibilidad, en virtud del cual, los acontecimientos más recientes tienen un mayor peso en nuestra toma de decisiones.