El sesgo de lo reciente es un sesgo cognitivo que nos lleva a sobreponderar la importancia de eventos recientes en detrimento de los lejanos, y a considerar estos últimos como más improbables. Por eso nos olvidamos de que el nacionalismo llevó a Europa a guerras terribles hace menos de cien años, o que las deficiencias del euro facilitaron una terrible crisis hace casi una década. Comprobamos con melancolía que errar es humano, pero que persistir en el error es más humano todavía. Y también muy peligroso.
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La oportunidad de Meseberg
Todo empezó en el verano de 2008 cuando Hank Paulson pidió al Congreso americano con su voz grave que le dieran un bazooka para estabilizar las agencias hipotecarias. Desde entonces, se fijó la idea de que para acabar con una crisis financiera lo que se necesita es dinero, mucho dinero. Este enfoque, aplicado al área del euro, ha degenerado en un debate estéril sobre qué países pagan y qué países gastan, programas de rescate, supuestas transferencias de renta y otras zarandajas. A pocos días del Consejo Europeo que debe aprobar las medidas para que el euro se haga definitivamente grande, se aprecian indicios esperanzadores. La declaración franco-alemana de Meseberg queda lejos del gran impulso que pedimos muchos, pero abre la puerta a avances no desdeñables en la construcción de instituciones comunes para la unión monetaria.
El grifo del dólar empieza a cerrarse
La rentabilidad de los bonos del Tesoro americano a diez años ha superado en los últimos días el 3,10%. Es el nivel más alto desde hace siete años. En el verano de 2016 cayó por debajo del 1,5%. En estos dos años, la deuda pública de Estados Unidos se ha abaratado, su precio ha caído, resultando más rentable para los potenciales compradores. A quien haya seguido el debate sobre el estancamiento secular, no le extrañará que esta subida pueda llegar a ser saludable; un síntoma de que estamos dejando definitivamente atrás las rémoras de la crisis. Pero atención, los recuerdos de episodios pasados similares son bastante oscuros: la crisis de la deuda externa a principios de los ochenta, el desplome de los mercados de renta fija en 1994 o el berrinche que sufrieron los emergentes hace justo cinco años cuando la Fed anunció una reducción gradual en sus compras de activos. La pregunta es ¿está preparada la economía mundial para vivir con tipos más altos?
¿Hacia una reforma «light» de la UEM?
El ánimo reformista parece estar apagándose en Europa. Frente al impulso francés, la nueva coalición en Alemania y los países del norte de Europa están echando jarros de agua fría a las reformas más ambiciosas que buscan establecer mecanismos comunes para contrarrestar las asimetrías entre países. Hay cierto consenso en las carencias de la UEM, pero, cuando entran en juego los asuntos del dinero, las soluciones y los tiempos para aplicarlas varían mucho. Los plazos tampoco ayudan, teniendo en cuenta que las elecciones del parlamento europeo serán en mayo de 2019. Se abren las apuestas: ¿qué reformas impulsará el Consejo Europeo de 28 y 29 de junio?
Jackson Hole: una globalización justa, segura y equitativa
El simposio de política económica de Jackson Hole organizado por la Reserva Federal de Kansas City los finales de agosto marca el inicio del curso escolar para los banqueros centrales y ministros de economía. Este año, el tema central ha sido el fomento de una economía global dinámica, con varias sesiones centradas en la necesidad de medir mejor el impacto de la globalización y de compensar sus efectos. Probablemente, la mejor síntesis la ha dado Mario Draghi en su discurso, en el que señala que los gestores de política económica deben afrontar tres retos principales ante la globalización, debe ser: justa, segura y equitativa.
Sabios en la inopia
Alemania va bien. Esta es una de las escasas certidumbres del horizonte económico en el año que comienza. Mientras el euro ha llegado a la mayoría de edad (la unión monetaria ha cumplido 18 años, aunque los billetes y monedas tardaran tres años más); y como viene sucediendo desde que naciera, su suerte vendrá marcada por las ideas económicas alemanas, su influencia en la política de su gobierno y su interacción con las visiones económicas y políticas del resto de Estados Miembros. A finales de año el Consejo Alemán de Expertos Económicos presentó a Merkel su informe anual, titulado Tiempo de reformas.
¡Que suban los salarios!
Sucedió en Frankfurt el 8 de septiembre, al final de la rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo. Un periodista preguntó a Mario Draghi si estaban preocupados por lo poco que estaban creciendo los salarios en Alemania. En su respuesta, el Presidente de la autoridad monetaria europea dijo que los beneficios de un mayor crecimiento de los salarios (sin mencionar un país concreto) son hoy incuestionables. Era un mensaje poco habitual en un banquero central, aunque ya había algún precedente. El Gobernador del Banco de Japón lleva más de dos años tratando de fomentar una expansión de salarios que colabore en la superación de la persistente deflación en la que está sumida su economía.