Ser mujer en el mundo de la Economía académica nunca fue fácil, y lo era aún menos en la Inglaterra de la primera mitad del siglo XX. Sin embargo, una joven británica consiguió brillar en la Escuela de Cambridge y obtuvo el reconocimiento no solo de figuras como Keynes, sino también de sus detractores. Se llamaba Joan Robinson, pero solían referirse a ella como “la señora Robinson”, por un motivo que reflejaba bien los prejuicios del momento: si la mencionaban solo por su apellido, todo el mundo daba por hecho que hablaban de un hombre.
Políticas de unión para el euro
Las propuestas sobre la Unión Económica y Monetaria (UEM) que la Comisión Europea presentará el 6 de diciembre llegan en el momento de la verdad del debate sobre la unión política. Tradicionalmente, las ideas para avanzar hacia una federación de estados nación (el núcleo duro de Schäuble-Lamers de 1994, el federalismo como método de Delors o la vanguardia abierta del discurso de Joschka Fischer en 2000) fueron recibidas con frialdad en el Elíseo. Sin embargo, como expuso el presidente Macron en su discurso de la Sorbona, Francia está ahora abierta a una mayor integración. El nuevo gobierno alemán tendrá por tanto una oportunidad única (y quizá irrepetible) para desarrollar de manera plena la dimensión política del euro.
Fintech: el nuevo marco tecnológico de las finanzas
Fintech o FinTech (abreviación del inglés Financial Technology) se aplica con carácter general al uso de tecnologías de la comunicación y la información en la provisión de servicios financieros. Su definición es amplia y engloba tres elementos principales interrelacionados, que resulta útil distinguir: (i) la fintech como tecnología, es decir, nuevos procesos tecnológicos aplicados a los servicios financieros; (ii) los nuevos productos y servicios financieros derivados de estos y (iii) las fintech, empresas de servicios financieros que ofrecen estos productos con nuevos modelos de negocio.
En sí, la aplicación de nueva tecnología forma parte del crecimiento natural de las empresas –piénsese en los ordenadores, los cajeros automáticos o las tarjetas de crédito–. La novedad aquí es la proliferación de nuevas aplicaciones tecnológicas y, sobre todo, su potencial para modificar los agentes que actúan en el sistema financiero, con la posible entrada de pequeñas startups, pero también de grandes empresas tecnológicas, las techfin, con las consiguientes implicaciones para la regulación y la supervisión financiera –donde entran en juego las regtech, sucumbiendo ya al abuso del anglicismo abreviado en este sector–.
Apuntes sobre estancamiento secular (X): Política fiscal-monetaria o «Helicopter money»
En la entrada anterior vimos que la política monetaria no convencional apareció como resultado de las limitaciones del enfoque tradicional de política monetaria, con una contribución sustancial para evitar la catástrofe, pero capacidad limitada para restaurar el dinamismo de la demanda agregada en un plazo razonable de tiempo. El prolongado periodo de estancamiento económico, y la aparente incapacidad de la política económica para recuperar la normalidad, dio alas a la idea del helicopter money o “dinero tirado desde helicópteros”. Una versión aérea, atribuida a Milton Friedman, de los célebres párrafos de la Teoría General de Keynes, donde éste recomendaba, ante situaciones de estancamiento persistente, ocultar billetes en minas abandonadas, para que su hallazgo y posterior gasto impulsasen la economía.
Regreso al futuro en las políticas macro
Tras organizar tres ediciones en el FMI, Olivier Blanchard se ha llevado la conferencia bianual sobre la revisión de las políticas macroeconómicas a su nueva casa, el Instituto Peterson de Economía Internacional. A pesar de celebrarse en un escenario más modesto, esta cuarta edición, que tuvo lugar a principios de octubre, ha mantenido un nivel muy alto en las aportaciones sobre política monetaria, política fiscal y política comercial y financiera internacional. Si hace dos años la disyuntiva era entre progreso y confusión, en esta ocasión parece haberse planteado entre reforma y revolución, lo que supone sin duda un avance clarificador.
Domicilio empresarial: el buque «Cataluña» comienza a virar
La salida de empresas de Cataluña desde el 1-O está dando lugar a mucha confusión respecto a cuáles son los efectos de los cambios de los distintos domicilios de una empresa, derivada probablemente de dos errores.
Un primer error es considerar que las decisiones de cambiar el domicilio social, el domicilio fiscal o la sede de dirección efectiva son decisiones independientes, autónomas y estáticas por parte de la empresa, cuando en realidad no son ninguna de las tres cosas: no son independientes, porque en muchos casos no se puede cambiar un domicilio sin cambiar el otro; no son autónomas, porque algunas vienen exigidas por la regulación nacional o internacional o pueden ser rechazadas por la Administración; y no son estáticas, porque en general forman parte de un lento proceso de reducción de riesgos en Cataluña por parte de la empresa.
Fondo Monetario Europeo: tapando agujeros
En el debate general sobre el futuro de Europa el principal frente de controversia es el que tiene que ver con cómo reforzar la financiación pública. Cuando se entra en los asuntos del dinero, al final se llega a los dos mismos baches: el principio de no rescate sustentado en los tratados de la UE y las reticencias, lideradas por Alemania, a cualquier reforma que afecte a los propios recursos de los países (a sus contribuyentes). En otras palabras: que cada país resuelva sus problemas con sus propios recursos. Reforzar el MEDE, reconvirtiéndolo en un Fondo Monetario Europeo –FME, propuesta original de Gros y Mayer, reimpulsada por la Comisión Europea‒, podría ser una solución intermedia para salvar estos obstáculos, pero debe ponerse especial cuidado en el diseño de su gobernanza y de sus políticas de supervisión y de préstamo para que permita efectivamente resolver el vacío fiscal del actual diseño de la UEM.