Globalización 4.0: Eficiencia energética y emisiones de CO2

En las últimas décadas, el mundo ha asistido a un proceso de globalización progresiva, que se aceleró a partir del año 2000 con la irrupción de China y de otros emergentes en la nueva configuración de las cadenas de valor en la producción global de mercancías y servicios. Esta larga etapa de integración económica mundial, denominada “globalización 3.0”, ha permitido una reducción importante de la pobreza en el planeta. Sin embargo, el avance señalado se ha visto acompañado de un deterioro acelerado del medio ambiente y de un aumento de la desigualdad económica.

Durante la cumbre de Davos del Foro Económico Mundial de enero de 2019, las ponencias se enfocaron en la “globalización 4.0. Con esta expresión, el presidente del Foro, Klaus Schwab, se refería a una globalización que preserve los elementos positivos de la “globalización 3.0”, pero sin los inconvenientes citados. Entre las estrategias disponibles, se encuentra la rápida expansión universal de las tecnologías digitales, que determinarán un intercambio diferente entre países y organizaciones, basado en la conectividad digital y el flujo de ideas y servicios.

Economía del cambio climático (I): el problema a resolver

Frenar el cambio climático es el principal reto de medio plazo al que se enfrenta la comunidad internacional. Se trata de un objetivo mayúsculo que requiere un esfuerzo generalizado en todos los ámbitos políticos y sociales, incluyendo un papel especialmente importante para la política económica. El problema a resolver es determinar y llevar a cabo las políticas económicas más eficientes y políticamente viables para reducir las emisiones netas de gases de efecto invernadero (GEI) y las alternativas afectan a todos los ámbitos de política económica en los que es necesario actuar de manera conjunta ‒incluyendo las políticas: fiscal, financiera, monetaria, laboral, sectoriales o de consumo‒. El primer paso del problema es determinar cuánto deben reducirse las emisiones y dónde se concentran, y la respuesta ya la ha dado la ciencia del cambio climático.

La hoguera del Brexit y el hijo pródigo

Una mañana de enero de 1999 el entonces ministro de Economía de Luxemburgo –y luego presidente de la Comisión Europea–, Jean-Claude Juncker, quemó en el más absoluto secreto, y con ayuda del ejército, millones de billetes de una moneda que nunca llegó a utilizarse. Y, al hacerlo, pensó en el Reino Unido y en Europa.

La segunda reinvención de la política monetaria

La desaparición de Paul Volcker ha coincidido con lo que podría considerarse el fin de la época de dominación monetaria, iniciada con su llegada a la Fed en 1979. Tras años de operar en un entorno de confiada certidumbre, la última década ha estado marcada por la experimentación forzada, bajo el eufemismo de instrumentos no convencionales. Nadie sabe qué será de la política monetaria a partir de ahora. Un pensamiento inquietante si recordamos que ha sido el seguro más eficaz frente a las calamidades que nos han azotado en los últimos años. Podemos tratar de buscar alguna pista en dos piezas recientes que repasan con perspectiva la trayectoria de la política monetaria a ambos lados del Atlántico para sacar lecciones útiles para el futuro. La primera es el discurso de Bernanke ante la Asociación Americana de Economía; la segunda es un monumental artículo de varios economistas del BCE sobre las dos décadas de política monetaria única.

El riesgo de desacoplamiento entre EEUU y China

La semana pasada EEUU y China firmaron la fase uno de su acuerdo económico y comercial bilateral. En general, el acuerdo ha sido interpretado como un paso que permite frenar la escalada de tensión entre las dos superpotencias, una tregua en un año de período electoral en EEUU, pero que no resuelve los principales conflictos bilaterales que quedan relegados a una fase dos del acuerdo, sin un calendario claro. Al contrario, la percepción mayoritaria es que la estrategia de confrontación impulsada por la administración Trump gana peso político en Washington y también en Pekín, de forma que la economía mundial se enfrente a un creciente riesgo de “desacoplamiento” entre ambos países ‒decoupling, elegida como una de las palabras del año en 2019 por el Financial Times‒, que se manifiesta en múltiples frentes, incluyendo los ámbitos geopolítico, comercial, tecnológico o multilateral.

El Brexit pasa a la segunda fase

Después de un largo esfuerzo para lograr algo muy difícil, el ser humano tiene la tentación natural de relajarse, de celebrar, olvidando que, muchas veces, lo más complicado viene después. Eso es precisamente lo que ocurre con el Brexit. Cuando el Reino Unido decidió en junio de 2016 abandonar la Unión Europea, lo lógico era pensar que cerraría rápidamente un Acuerdo de Salida para poder concentrarse en la dura negociación de un Acuerdo de Relación Definitiva. Pero como el Acuerdo de Salida acabó convirtiéndose en una interminable pesadilla, su desenlace ha hecho olvidar a muchos –como los que quieren repicar las campanas del Big Ben– que el Brexit no sólo no ha terminado, sino que lo complicado viene ahora. Como en un campeonato de fútbol, simplemente hemos pasado a la siguiente fase. Y los partidos que quedan son especialmente duros.

¿Por quién doblan las campanas del Big Ben?

En el año 384 Poncio Meropio Paulino, un senador romano de origen francés, decidió retirarse en Burdeos, donde conoció a una bella joven de Barcelona llamada Teresa. Por ella se convirtió al cristianismo, y con ella se casó y tuvo un hijo, que lamentablemente murió a los pocos días de nacer. La pareja, desolada, fue entonces a Barcelona, donde, durante una misa de Navidad, todos los fieles presentes, al grito de “¡Paulino, sacerdote!”, convencieron al exsenador para que se ordenase presbítero. Así lo hizo y, unos años después se mudó con su mujer a la ciudad italiana de Nola, donde, ya como obispo, introduciría el uso de campanas para los servicios religiosos. Pocos siglos después, toda iglesia tendría una, y por ello San Paulino de Nola es hoy el patrón de los campaneros.