Categoría: Colaboradores

Por qué España no debe pedir un préstamo del MEDE

El Eurogrupo del 9 de abril acordó crear una nueva línea de préstamos del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) llamado “Pandemic Crisis Support” (PCS). Varios artículos, como el de Aitor Erce, Antonio García Pascual y Toni Roldán, el de Antonia Díaz y Luis Puch o hilos de twitter como el de Miguel Carrión abogan por que España acuda a un préstamo del MEDE, tanto por el ahorro de intereses como porque, aunque este sea limitado, permitiría ahorrar indirectamente en los intereses del resto de las emisiones. También los hay que consideran irrelevante la existencia o no de condicionalidad del instrumento, que tachan solo de cuestión de estigma político.

En este post nos aproximamos al problema desde el barro de los detalles. Les adelanto que los detalles son tan relevantes que no justifican pedir el préstamo del MEDE.

Política económica en tiempos de COVID-19 (y III): Aspectos presupuestarios

En la entrada anterior veíamos qué líneas de acción debían ponerse en marcha para frenar el desplome económico asociado a las medidas de distanciamiento social, y asegurar un adecuado impacto a corto y a medio plazo. Veamos ahora las implicaciones presupuestarias.

La propuesta SURE para la crisis del coronavirus

Para contribuir a suavizar la peor crisis económica que Europa va a vivir desde la Segunda Guerra Mundial como consecuencia de la pandemia del coronavirus, la Comisión Europea propuso a comienzos de abril el SURE (Support to mitigate Unemployment Risks in an Emergency). Está basado en una idea teórica de reaseguro a nivel europeo de los costes nacionales de las prestaciones por desempleo, pero se ha quedado corta. Es una de las vías, no excluyentes entre sí, que se van a debatir estos meses para alejar la posibilidad de reeditar una crisis de deuda soberana de la zona euro tras el esfuerzo de emisión de deuda pública que supone la crisis sanitaria. A pesar de este objetivo, el instrumento se plasma en préstamos que incrementan la deuda nacional de los Estados miembros que lo soliciten, que es la misma respuesta que se dio en la crisis de 2010-13. Si el Eurogrupo aprueba finalmente esta propuesta, en breve comenzarán las negociaciones para alcanzar un acuerdo sobre el texto final.

África tiembla ante la COVID-19

Parecía que esta vez África iba a librarse de una epidemia originada en la lejana China a partir de un virus al que no le gusta el calor. Sin embargo, aunque hay quienes sostienen que las altas temperaturas y la humedad reducen significativamente la capacidad de contagio del coronavirus, el continente africano está alerta ante la llegada del virus a la práctica totalidad de los países que lo conforman. Algunos gobiernos han tomado medidas contundentes desde el primer caso confirmado, como el cierre de los colegios, la suspensión temporal de la llegada de viajeros de países con alto contagio e incluso el confinamiento de la población, por lo que la progresión por el momento es más lenta que en las zonas más afectadas por la pandemia. No obstante, ya se temen los negativos efectos que esta crisis va a tener en la región más pobre del mundo.

Política económica en tiempos de COVID-19 (I): Controlar la pandemia y sus efectos

La pandemia COVID-19 ha situado a la economía mundial en una coyuntura inédita: una contingencia que obliga a limitar severamente el contacto humano impidiendo (entre otras muchas cosas) el normal desenvolvimiento de la actividad económica. Como estamos viendo, es una situación que genera reducciones de PIB dos órdenes de magnitud superiores a las que nos podían preocupar hace apenas dos meses.

Nadie tiene una hoja de ruta sobre qué hacer en casos como éste. Las facultades de economía enseñan cómo responder a las desaceleraciones puramente cíclicas o a las crisis financieras, pero no cómo reaccionar cuando la inmensa mayoría de trabajadores y consumidores deben quedarse en sus casas un periodo prolongado de tiempo, limitando severamente sus posibilidades de gasto (y de producción). El símil de una guerra, muchas veces utilizado, es apropiado: coherente con la dimensión del impacto económico y con la escala abrumadora, y sin más precedentes que los grandes episodios bélicos, de las medidas que deben adoptarse.

EEUU: Como si fuera un mal augurio

El pasado 26 de febrero se publicó en este blog una entrada mía que trataba del ciclo expansivo que estaba experimentando la economía estadounidense, el más largo de su historia desde que se recopilan datos. Mencionaba que, una vez que parecía que la confrontación de Estados Unidos con China y otros países para redefinir el marco comercial se reducía con la firma del nuevo acuerdo comercial con Canadá y México y el acuerdo phase one alcanzado con el gigante asiático, mejoraban las perspectivas de crecimiento y que, con la pujante demanda del consumo nacional, la tasa de desempleo en mínimos de 50 años, subidas salariales y las excelentes perspectivas de consumidores y empresas, los EE.UU. no tendrían problema para continuar batiendo su record histórico de trimestres consecutivos sin entrar en recesión. No obstante, terminaba el texto mencionando la existencia de desequilibrios tales como la excesiva deuda corporativa o el elevado precio de los activos financieros que podrían potenciar los efectos negativos de una posible crisis futura. De repente, todo ha cambiado.

La política exterior Europea: ¿hacia una auténtica unidad de acción internacional?

Las prioridades a desarrollar por la nueva Comisión Europea (CE) giran en torno a seis ejes que hacen referencia a: la lucha contra el cambio climático, un crecimiento económico socialmente justo, digitalización, igualdad entre europeos, el fortalecimiento de la democracia interna y la potenciación de la acción exterior. Todas estas políticas están interconectadas de una forma u otra, por lo que para alcanzar un determinado objetivo se precisa la acción conjunta y transversal de diferentes directorados de la Comisión, que en ningún caso podrán actuar como compartimentos estancos.

En esta entrada me centraré en analizar la política exterior comunitaria en un momento en el que la UE, en palabras de la presidenta Von Der Layen, debe “actuar como guardiana del multilateralismo”.

El momento dulce de la economía estadounidense

El pasado 30 de enero el US Bureau of Economic Analysis publicó la primera estimación del crecimiento del PIB de EE.UU. de 2019, confirmando que su economía continúa inmersa en el ciclo de expansión más largo desde que se tienen datos registrados, con 11 años encadenados sin entrar en recesión técnica, es decir, sin dos trimestres consecutivos con crecimiento económico negativo.

Globalización 4.0: Eficiencia energética y emisiones de CO2

En las últimas décadas, el mundo ha asistido a un proceso de globalización progresiva, que se aceleró a partir del año 2000 con la irrupción de China y de otros emergentes en la nueva configuración de las cadenas de valor en la producción global de mercancías y servicios. Esta larga etapa de integración económica mundial, denominada “globalización 3.0”, ha permitido una reducción importante de la pobreza en el planeta. Sin embargo, el avance señalado se ha visto acompañado de un deterioro acelerado del medio ambiente y de un aumento de la desigualdad económica.

Durante la cumbre de Davos del Foro Económico Mundial de enero de 2019, las ponencias se enfocaron en la “globalización 4.0. Con esta expresión, el presidente del Foro, Klaus Schwab, se refería a una globalización que preserve los elementos positivos de la “globalización 3.0”, pero sin los inconvenientes citados. Entre las estrategias disponibles, se encuentra la rápida expansión universal de las tecnologías digitales, que determinarán un intercambio diferente entre países y organizaciones, basado en la conectividad digital y el flujo de ideas y servicios.