Este año se celebra el 60 aniversario del Tratado de Roma, constitutivo de la Comunidad Económica Europea (firmado el 25 de marzo de 1957). 2017 se plantea así como un año de reflexión, que debe empezar con una pausa y una mirada atrás de lo mucho alcanzado, para mirar hacia el futuro. Como siempre, la coyuntura política marcará el paso, y los vientos no son muy favorables al más Europa tras el Brexit, la crisis de la inmigración y el giro hacia opciones políticas que vuelven a primar lo nacional –tanto en los partidos en los extremos (en muchos casos, en la derecha del espectro político en los países acreedores, y en la izquierda, en los deudores), como en los tradicionales partidos liberales y socialdemócratas, que han reducido su ambición pro europea–. En 2017 será difícil avanzar dado el calendario electoral: elecciones en Países Bajos (15 marzo), Francia (23 abril y 7 de mayo en 2ª vuelta), Alemania (24 septiembre) y probablemente también en Italia. Pero quiero ser optimista a partir de 2018 (si se supera la fecha clave del 7 de mayo); se puede avanzar si la estrategia de las distintas velocidades se asume explícitamente como el día a día de Europa.
Autor: Andrea Lucai
Tony Atkinson nos deja una frontera más: recuperar para la economía su carácter de ciencia moral
El pasado 1 de enero murió Anthony B. Atkinson (Caerleon, RU, 1944 – 2017). El año ha empezado sin el padre del análisis de la desigualdad y uno de los arquitectos de la economía pública. Son áreas en las que este “ekanomista” trabajó durante casi medio siglo, en muchos casos, contracorriente (con un legado increíblemente prolífico de más de 350 artículos académicos y más de 40 libros), pero en las que llegó a ver cómo en los últimos años han pasado a formar parte de la corriente principal de análisis económico. Hoy en día, por ejemplo, el problema de la desigualdad ya es habitual en los análisis del FMI o la OCDE. Atkinson nos deja sin embargo una frontera adicional: recuperar el carácter de ciencia moral de la economía.
¿Qué es eso de la calidad de las instituciones?
La semana pasada, Transparencia Internacional publicaba su Índice de Percepción de la Corrupción 2016, en el que España ocupa un muy mal puesto, 41 de 176 países, en el furgón de cola de los países de la UE y en niveles de países menos desarrollados, como Georgia o Costa Rica. Cronológicamente, es el primer índice de calidad institucional de un grupo más amplio que se publicará a lo largo de 2017, que (sin catastrofismos), en general, dibujan un país con una calidad institucional que está por debajo de nuestro nivel de desarrollo.
Análisis económico: revisando los pilares
En los últimos años se ha puesto de moda desarrollar investigaciones académicas que vienen a cuestionar los pilares en los que se ha basado el análisis económico en las últimas décadas. Se trata de revisiones que en muchos casos reevalúan los modelos tradicionales adaptándolos a la nueva realidad tras la crisis financiera global, o refinándolos con las posibilidades que proporciona la información más precisa de los datos micro a nivel de empresa o los metadatos; pero en otros casos, directamente se cuestionan los supuestos base de los análisis clásicos. El resultado no es menor porque muchas de estas revisiones vienen a cuestionar recomendaciones tradicionales de política económica y apuntan a la construcción de un nuevo consenso. A título de ejemplo, se repasan tres de estas revisiones con implicaciones para la política monetaria, el mercado de trabajo y la inversión, desarrolladas por economistas de reconocido prestigio y presentadas en foros académicos con especial incidencia entre los gestores de política económica.
Renta básica: valores, incentivos y coste
La renta básica (RB) ‒una asignación monetaria pública incondicional para toda la ciudadanía‒ empieza con fuerza en 2017, con varios proyectos piloto previstos en Finlandia, Kenia, Oakland, Ontario, o Utrecht. La idea de la RB tiene un largo recorrido histórico cuya paternidad se ha atribuido al humanista español Juan Luis Vives (1492-1540) ya en el siglo XVI, que ha revivido en los últimos años, incluyendo en la agenda de los partidos políticos, en gran medida ligada a los retos que plantea la revolución de la economía de la información y la robótica en términos de sustitución del empleo. Se trata de una propuesta muy controvertida que encuentra defensores tanto desde el liberalismo como desde la socialdemocracia, pero también detractores desde ambas ideologías. Siguiendo el esquema de Anthony Atkinson (ethics, statistics and economics), el debate sobre la RB se puede articular en torno a tres grandes dimensiones: valores, economía y costes.