Cada vez que se replantea el debate del sistema electoral en España por sus problemas de falta de proporcionalidad (debate recurrente en las tres últimas décadas), es sorprendente el énfasis que muchos ponen en cuestionar el sistema D’Hondt de reparto de escaños. Como se estudiaba en primero de Económicas en la asignatura de Teoría del Estado, se trata de un método de distribución de escaños, que sí, es proporcional ‒y bastante elegante, por cierto‒, en el que el sesgo en la asignación de los últimos escaños favorece a los partidos más votados. Se puede discutir si optar por otros métodos proporcionales –eso sí, cada uno con sus propios sesgos–, pero el verdadero problema de la falta de proporcionalidad en nuestro sistema electoral no está el método de reparto, sino en el diseño de las circunscripciones provinciales, especialmente, su reducido tamaño y el desigual reparto de escaños por circunscripción.
En esta entrada analizaremos con un ejemplo cómo funciona el método D’Hondt, comparándolo con otros métodos de distribución de escaños. En una segunda entrada se recogerán los resultados en Cataluña y en España jugando con distintos métodos de distribución y de tamaños de circunscripciones electorales.
Ejemplo de reparto de escaños con un resultado de “partido de tenis”
En un partido de tenis se puede dar la circunstancia de que el perdedor haya ganado más juegos y más puntos que el ganador del partido. En un caso extremo, en un resultado A-B: 6-0, 6-0, 6-7, 6-7, 6-7; el jugador A pierde el partido habiendo ganado 36 juegos distribuidos en 5 sets, frente a 21 juegos ganados por el jugador B, distribuidos en 3 sets.
Algo parecido pasa con los sistemas electorales: el desigual reparto de escaños se produce por la distribución de los votos (juegos) en las distintas circunscripciones (sets). El cuadro de más abajo recoge un ejemplo con tres candidaturas (A, B y C) que concurren en cinco circunscripciones: la i y la ii, con un censo de 10 votos y 4 escaños a distribuir (por tanto, cada escaño tiene un coste de 10/4=2,5 votos); y las iii, iv, v, con 17 votos y 6 escaños a distribuir (con un coste mayor de 2,83 votos).
La parte izquierda de la tabla a) recoge los resultados de las elecciones. Como se observa, entre las candidaturas A y B se produce un resultado de “partido de tenis”, si bien se añade una tercera candidatura C para ver las diferencias en el reparto de escaños con más jugadores. La parte derecha de la primera tabla recoge el reparto de escaños aplicando distintos métodos de distribución: uno mayoritario y dos métodos proporcionales (el método D’Hondt y el de Resto mayor). La tabla b) recoge el reparto de escaños utilizando estos dos métodos proporcionales distinguiendo entre los dos tipos de circunscripciones que tiene el ejemplo (i y ii, por un lado, y iii, iv y v, por el otro).
El reparto de escaños varía en función de los métodos electorales de distribución:
- Método mayoritario: en los sistemas mayoritarios, la candidatura que obtiene más votos recibe los escaños asignados a la circunscripción en cuestión. En el ejemplo, la candidatura B, que en el resultado global de las cinco circunscripciones ha sido la segunda con el 38% de los votos, obtiene 18 escaños y la A, la primera con el 42% de los votos, obtiene solo 10 (la candidatura C queda fuera del reparto). Esto es, por ejemplo, lo ocurrió en las elecciones presidenciales de 2016 en EEUU, en dónde la mayoría de los Estados aplican un sistema mayoritario para asignar los votos del Estado en el colegio electoral que elige al presidente. Hillary Clinton obtuvo más votos de ciudadanos en el conjunto del país que Donald Trump, pero perdió los votos del colegio electoral por una distribución de sus votantes entre los Estados que le perjudicó.
- Método proporcional de resto mayor: entre los sistemas proporcionales, los de resto mayor establecen primero el “precio” (el número de votos requeridos) de un escaño y después los reparten entre las candidaturas. Normalmente, en el reparto, cada candidatura tendrá una parte entera de escaños y le sobraran un resto de votos. Se asigna a cada partido la parte entera correspondiente y los escaños que queden pendientes de distribuir se asignan a aquellos partidos con los restos mayores (con distintos métodos posibles), hasta agotar los escaños.
- Método proporcional D’Hondt: se trata de un método proporcional del tipo de promedios mayores. Estos métodos tratan de calcular el “precio” por escaño de forma tal que todos los escaños se asignen alrededor de ese mismo precio. Como se observa en la segunda tabla, estos métodos suelen establecer unas tablas de cocientes en las que se dividen los votos de cada partido por un divisor y se asignan los escaños a los mayores cocientes (sombreado azul en la tabla) hasta agotar los escaños. En el método D’Hondt los divisores son números enteros consecutivos: 1, 2, …, n (en el Sainte-Laguë se usan los números impares, lo que beneficia a los partidos pequeños).
Frente a los métodos de resto mayor, los de promedios mayores tienen un sesgo en favor de los partidos más votados, que tiende a reducirse cuanto mayor es la circunscripción. Como se observa en la segunda tabla, en las circunscripciones más pequeñas, la i y la ii el método D’Hondt beneficia al partido grande frente al de resto mayor. Pero en las circunscripciones más grandes, iii, iv y v, ambos métodos dan el mismo resultado. Se alcanzaría una mayor proporcionalidad si, en lugar de cinco circunscripciones, se pasa a una circunscripción única (parte derecha de la tabla a).
Como se verá en una segunda entrada, este es precisamente el problema de falta de proporcionalidad que se plantea en España: el reducido tamaño de las circunscripciones provinciales y el desigual reparto de escaños entre las provincias. Por ejemplo, un diputado por Sevilla “cuesta” 125.000 votos censados por escaño, casi un 50% más que lo que “cuesta” en Toledo o en Valladolid (84.700 y 84.000, respectivamente). Veremos entonces el ejemplo paradigmático de Cataluña y los resultados en el conjunto del país.