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Irlanda, eterna piedra de conflicto del Brexit

El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, ha amenazado con suspender el Protocolo de Irlanda, lo que podría generar tensiones políticas en la isla, fuertes represalias comerciales por parte de la UE e incluso un no-deal a posteriori con graves consecuencias económicas para ambas partes. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí, y qué puede ocurrir?

Cinco lecciones del desabastecimiento en el Reino Unido

La falta de camioneros en el Reino Unido está provocando serios problemas de abastecimiento de productos alimentarios y de combustible. Las fotos de estantes vacíos en los supermercados y los videos de peleas en las gasolineras nos recuerdan los dos primeros episodios de la magnífica serie El Colapso. ¿Qué está pasando y qué lecciones podemos aprender?

Brexit: cinco años, cinco lecciones

Hace cinco años que David Cameron, el entonces primer ministro del Reino Unido, decidió lanzar un órdago a los euroescépticos de su partido y convocó un referéndum de salida de la Unión Europea, convencido de que lo ganaría. Pero los referéndums, ya se sabe, los carga el diablo, y el supuesto fin de una batalla se convirtió en el principio de otra mucho más larga y cruenta que aún no ha terminado. Cameron se marchó canturreando para dedicarse a otros negocios –en los que ha tenido aún menos éxito, si cabe–, pero todos estamos todavía pagando los efectos de su irresponsabilidad.

Quizás es un buen momento para sacar algunas lecciones.

No, el Brexit no ha terminado

Después de la firma del Acuerdo de Comercio y Cooperación entre la Unión Europea y el Reino Unido, muchos creen que el Brexit se ha terminado. ¡Qué más quisiéramos! Desde luego, muchas cuestiones se han aclarado, los análisis sobre los posibles tipos de acuerdo han quedado en papel mojado y la famosa escalera de Barnier ya está acumulando polvo, pero me temo que seguiremos hablando del Brexit durante bastante tiempo. Yo, personalmente, escribiré un poco menos, pero sólo porque lo que sí ha desaparecido es la sensación de urgencia y de máxima actualidad. Adiós a las fechas límite, las votaciones agónicas en el Parlamento británico (“Order!”) y las amenazas de salida sin acuerdo. En ese sentido, no nos viene mal a todos un poco de tranquilidad.

Dicho esto, el verdadero análisis del Brexit empieza ahora. Hasta hace un par de semanas, todo eran teorías y predicciones. Desde el uno de enero estamos en el terreno de los datos, en el momento de comprobar los costes efectivos (estáticos y dinámicos) de la desintegración económica, es decir, la creación de barreras al comercio y a la circulación de factores a partir de una situación de plena libertad. Bienvenidos a la realidad del Brexit.

Un triste acuerdo para el Brexit económico

La Unión Europea y el Reino Unido han firmado un Acuerdo de Comercio y Cooperación que marcará el futuro de la relación económica bilateral en los próximos años. Si el Acuerdo de Retirada fue el marco jurídico para el Brexit político, este el marco jurídico para el Brexit económico.

El acuerdo es, sin embargo, de mínimos. Y no porque sea un mal acuerdo comercial, ya que incluye pesca y productos agrícolas (algo realmente infrecuente en acuerdos de libre comercio), además de comercio digital y algunos aspectos secundarios de servicios. Sería un buen acuerdo… si ahora mismo no tuviéramos ninguna relación con el Reino Unido. Pero no es el caso: es un acuerdo de mínimos porque el salto que va desde ser miembro de pleno derecho del mercado único a compartir un régimen preferencial sin aranceles mejorado es un salto de gigante. Pero hacia atrás.

El Brexit de las pequeñas cosas

Londres, una fría noche a finales de enero de 2021. George y Mildred están deseando tomar el avión y llegar a Alicante, donde tienen un pequeño apartamento en la playa. Desde que se jubilaron disfrutan de él varios meses al año, entre octubre y marzo, período durante el cual sólo vuelven al Reino Unido unos días por Navidad, para pasar las fiestas con sus hijos Michael y Hellen. Este año, a causa del COVID, se quedaron sin viaje y sin Navidad, así que la víspera de su vuelo a España aprovechan la relajación de las medidas impuestas por Boris Johnson a comienzos de diciembre para cenar todos juntos en familia.

El Brexit, la pesca y el general Moore

El 16 de enero de 1809 Sir John Moore, general del ejército británico responsable de las tropas desplazadas a España para ayudar a contener la invasión napoleónica, caía mortalmente herido en la batalla de Elviña, mientras defendía la costa gallega del ataque francés para poder evacuar a sus tropas.

Hoy, sin embargo, son los británicos quienes defienden hasta el último metro de su costa frente a la supuesta amenaza de los pescadores franceses y españoles, que tan sólo aspiran a seguir faenando después del Brexit como venían haciendo durante décadas. El problema es que en esta batalla se puede terminar torpedeando toda la negociación del Brexit.

Los acuerdos internacionales hay que cumplirlos

El artículo 26 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969 es corto, pero muy explícito: “Pacta sunt servanda. Todo tratado en vigor obliga a las partes y debe ser cumplido por ellas de buena fe”. Si el texto recoge literalmente esa expresión latina es porque constituye el principio más antiguo del derecho internacional: los acuerdos hay que cumplirlos.

Por cierto, ¿y el Brexit?

¡Qué tiempos aquellos en los que el desafío a corto plazo más importante para la Unión Europea era el Brexit, y no una pandemia mortal acompañada de una grave recesión económica! Pero el desafío del Brexit persiste y, tras la ruptura política del 1 de febrero de 2020, las negociaciones para fijar las condiciones de ruptura económica al final del período transitorio el 1 de enero de 2021 no van nada bien. Quedan menos de cinco meses para el Brexit económico, y es un buen momento para hacer un balance de situación, con diez elementos que conviene recordar.

10 Downing Street, finales de julio (2ª parte)

–¡Ah, ya estás aquí, Dominic! Pasa, pasa, te estaba esperando.

Dominic Cummings entró en el despacho del primer ministro arrastrando los pies. Su aspecto no podría ser más informal: una barba de varios días, encanecida, que contrastaba con el negro de su ya escasísimo pelo, pero a juego con su blanca camisa arrugada, algo desabrochada y arremangada por los codos. Llevaba en bandolera una bolsa de cuero que se quitó y dejó en el suelo para, ya sentado, extraer de ella unos papeles que colocó encima de la mesa de su anfitrión.

Boris Johnson, sentado por segundo día en su silla de primer ministro, intentó parecer cariñoso, algo que no le salía demasiado bien:

–Hacía tiempo que no nos veíamos. Desde la campaña del Leave, creo. Estuviste brillante, sí. Brillante. Me alegra que podamos volver a trabajar juntos.