La eurozona, como cualquier unión monetaria, necesita reglas fiscales para evitar que los desequilibrios presupuestarios de un país terminen afectando a los demás o a la propia estabilidad del euro. Las reglas actuales, válidas para toda la UE, hace mucho que no funcionan. Ahora mismo están suspendidas por la pandemia, pero pronto habrá que reactivarlas y pueden pasar dos cosas: o la Comisión no las aplica y su prestigio se hunde, o las aplica estrictamente y entonces lo que se hunde es la economía europea. Urge, pues, reformarlas cuanto antes.