Mes: diciembre 2018

El otro error de la Cumbre del Euro

¿En qué me beneficia a mí, como ciudadano, la Unión Europea? La respuesta a esta pregunta sigue siendo la piedra angular de la sostenibilidad social del proyecto europeo. Y esa respuesta no es estática, sino que ha ido variando a lo largo de la Historia: en los años 50 era evitar una nueva guerra entre Francia y Alemania; en los 60, poder comerciar libremente con Europa y garantizar la producción agrícola y los alimentos; en los 70, hacer frente a la crisis energética con las ayudas regionales europeas, y servir de anhelo democrático a países que –como España y Grecia– superaban sus dictaduras; en los 80, construir un mercado único en el que los ciudadanos pudieran circular y establecerse sin trabas, y ayudar a Alemania a restañar las heridas del muro de la vergüenza; en los 90, la financiación de infraestructuras cohesionadoras, poder viajar sin enseñar el pasaporte y estudiar parte de la carrera en otros países; en los 2000, cambiar de país sin cambiar de moneda. Pero en esta década, la de la Gran Recesión, ¿cuál es la respuesta? El Consejo Europeo del 13 y 14 de diciembre de 2018 ha perdido una magnífica oportunidad de sugerir alguna.

Paul Romer, un Nobel poco convencional

Paul Romer es un economista polémico y poco convencional. Su formación bebe tanto de la Universidad de Chicago como del MIT, pero no se identifica con la orientación liberal no con el nuevo keynesianismo, y su actividad académica se ha desarrollado en instituciones como las escuelas de negocios de Stanford y la Universidad de Nueva York o la Universidad de Rochester, instituciones lejos de la élite universitaria en Economía. Abandonó temprano el campo académico pasando al terreno del sector privado para crear APLIA, una empresa de formación económica on-line. Posteriormente se involucró en proyectos de desarrollo y se incorporó al Banco Mundial como Economista Jefe y Vicepresidente hasta enero de 2018.

Una foto de la fragmentación y polarización política en Europa

Los medios internacionales han recogido la obtención de escaños en Andalucía por parte de Vox como el fin de la excepción española al nacionalismo de derechas en Europa. Es un panorama muy sombrío que debe mantenernos alerta. En general, durante el siglo XXI estamos asistiendo a cambios fundamentales en el mapa político tradicional europeo en dirección hacia una mayor fragmentación y polarización política. Aunque es una tendencia bien conocida y repetida, no está de más reiterarla (con algunos números), para combatirla.

La utopía urbana de Romer

Resulta curioso constatar cómo, a lo largo de la historia, todas las utopías que se han propuesto han sido generalmente promovidas por individuos pertenecientes a gremios intelectuales que gozaban de una gran influencia –casi sobrenatural– sobre los líderes políticos y sociales. Es el caso de las utopías urbanas.

Vamos a dividir por cero

Como en cualquier debate soberanista, los argumentos a favor del brexit han estado siempre presididos por la manipulación lingüística, y por eso sus defensores han insistido una y otra vez en el “dividendo del brexit”, como si fuera el alegre reparto de los beneficios de una empresa exitosa. Por supuesto, los costes se han obviado, y quizás por ese motivo la mayoría de los críticos del brexit se han preocupado por resaltarlos, centrándose en la más que previsible contracción económica derivada de la salida de la Unión Europea. Pero esa estrategia ha sido un error.

El Acuerdo del Brexit o el principio de todo lo demás

Hay que ver lo que ha costado llegar al principio de todo. Porque eso es, y no otra cosa, el Acuerdo del Brexit: una posposición de la decisión del modelo de relación económica definitiva que el Reino Unido está dispuesto a mantener con la Unión Europea. Al menos, eso sí, incluye un amortiguador: en el caso de que no se llegue a ningún acuerdo, la relación mínima será la de una unión aduanera –es decir, un comercio interior sin aranceles y un arancel exterior común frente a terceros– que permitirá evitar una frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda. Todo lo demás está por decidir.

Y William Nordhaus vio la luz

William D. Nordhaus, profesor de la Universidad de Yale y premio Nobel de Economía en 2018, es una curiosa mezcla de pensador original, científico, ciudadano comprometido y consumado deportista (fue capitán del equipo de esquí de la universidad de Yale). Su trayectoria profesional se ha dirigido principalmente a temas relacionados con el medio ambiente, el agotamiento de recursos y la crisis energética. El desarrollo del trabajo que inició en los 1970 para incorporar el medioambiente en las Cuentas Nacionales le ha llevado además a convertirse en una autoridad reconocida en el ámbito del cambio climático. Como señala la Academia Sueca de Ciencias, sus modelos explican cómo las economías de mercado interactúan con el medioambiente arrojando luz sobre los límites del crecimiento.