Cada vez es más frecuente el uso algoritmos que utilizan nuevas tecnologías de gestión de datos para la fijación de precios y de las estrategias comerciales de las empresas. Más allá del enfoque tradicional centrado en los costes, estos algoritmos se basan en un conjunto amplio de información sobre la estructura de la demanda y la oferta y las preferencias de los agentes que actúan en el mercado. Como señala un reciente informe de la OCDE, la importancia e implicaciones de este fenómeno son aun en gran medida desconocidas.
Como pasa con casi todo, las nuevas tecnologías tienen su cara, a través de la mejora de la eficiencia del mercado –tanto por el lado de la oferta como por el lado de la demanda, aproximando mejor a las preferencias de los agentes–; pero también su cruz, de forma que los algoritmos pueden introducir nuevos fallos de mercado. Hay, en particular, una creciente preocupación entre las autoridades de competencia sobre su potencial impacto facilitando la colusión y los equilibrios de tipo oligopólico en los mercados. El reto para las autoridades de competencia pasa por adaptar su instrumental regulatorio a esta nueva realidad.