Durante muchos años Leonard Cohen no pudo cobrar derechos de autor por una de sus mejores canciones, Suzanne. A pesar de ello, el elegante cantautor canadiense minimizaba el asunto diciendo que, en el fondo, desde que se la había oído cantar a un marinero en un lugar remoto del Mar Caspio, “sentía que ya no le pertenecía” –es decir, pertenecía al patrimonio popular–. Algo parecido contaba Amancio Prada de su versión musicada del poema de Rosalía Adiós ríos, adiós fontes. Quizás ambos habían leído a Manuel Machado, quien avisó de que Hasta que el pueblo las canta / las coplas, coplas no son, / y cuando las canta el pueblo, / ya nadie sabe el autor.