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Es la incertidumbre, estúpido

El mejor resumen de la política comercial de Trump lo hizo en la red X el economista Justin Wolfers: “Los aranceles van a ser activados/desactivados/pausados, y serán selectivos/universales, se aplicarán a nuestros aliados/enemigos/todos, con carácter inmediato/pronto/más adelante. Se mantendrán a corto/largo plazo porque son una política útil/herramienta de presión, y resolverán nuestro problema con el fentanilo/ el déficit comercial/la producción/los ingresos”. Es decir, un auténtico caos.

Trump y la competitividad

Poco después de publicar mi último artículo, el presidente Trump impuso aranceles del 25% a México y a Canadá y del 10% a China (curiosa la diferenciación: más aranceles a los socios que a los adversarios). No conviene dejarse engañar: la lucha contra la inmigración ilegal y el fentanilo no eran más que burdas excusas tras las cuales no se sabe si se escondía una mera demostración de fuerza, un intento de forzar una renegociación del acuerdo de libre comercio con México y Canadá (USMCA), o simplemente una prueba a ver qué pasaba. La reacción de los afectados fue muy distinta: Canadá anunció la imposición de aranceles equivalentes y restricciones a minerales estratégicos, mientras que México (más vulnerable) sugirió una negociación. Tampoco conviene dejarse engañar por el anuncio al día siguiente de la suspensión de la subida arancelaria durante un mes: lo hizo a cambio de ridículos anuncios de un mayor control en frontera (controles que, por otro lado, ya estaban previstos), es decir, con otra burda excusa. Con posterioridad ha anunciado un arancel generalizado (que, por primera vez, afecta a la Unión Europea) del 25% sobre el aluminio y el acero, así como el estudio de incrementar los ya existentes contra automóviles, productos farmacéuticos y chips informáticos. El hombre-arancel amenaza de nuevo.

El hombre-arancel

En Estados Unidos es habitual que los presidentes entrantes hagan referencia en su discurso de toma de posesión a un antiguo presidente, con el que se identifican o al que usan de modelo. Donald Trump sorprendió homenajeando a William McKinley, el 25º presidente, que gobernó entre 1897 y 1901 y fue asesinado poco antes de terminar su mandato. McKinley, uno de los precursores del marketing político y durante cuyo  mandato surgió el concepto de “prensa amarilla”, se hizo famoso por, entre otras cosas, declararle la guerra a España para ocupar las colonias españolas de Cuba y Filipinas (con el pretexto del hundimiento del acorazado Maine, a sabiendas de que había sido un accidente y no un atentado español), por engañar a los filipinos (a los que había prometido la independencia si se rebelaban contra los españoles) y quedarse como potencia ocupante (según él, Filipinas no estaba preparada para la democracia), o por defender el uso masivo de aranceles proteccionistas (se hacía llamar  Tariff man, “el hombre arancel”, denominación que Trump ha hecho suya). Todo un referente, vamos.

Trump y la defensa del dólar

Donald Trump ha advertido a los países miembros del BRICS+ ─el foro de países emergentes formado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica y al que sumaron en enero de 2024 Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán─, que les impondrá aranceles del 100% si crean una nueva moneda o se atreven a respaldar una moneda que no sea el dólar. La idea de los BRICS de crear una moneda conjunta no es nueva, fue propuesta en la cumbre de 2022 de Beijing (en forma de cesta de monedas), pero no ha habido ningún avance desde entonces. En su mensaje en las redes, Trump afirmó que quien quiera “reemplazar al poderoso dólar estadounidense” tendrá que “decir adiós a vender en la maravillosa economía de los Estados Unidos”, que “pueden ir buscándose otro pringado” y que “no hay ninguna posibilidad de que los BRICS reemplacen al dólar estadounidense en el comercio internacional”. Si el dólar pudiera hablar, seguramente diría: “con amigos como este, no necesito enemigos”.

Europa ante Trump 2.0

Donald Trump será por segunda vez presidente de los Estados Unidos, tras una victoria mucho más holgada de la que preveían las encuestas. Desaparecida la ilusión tras la candidatura de Kamala Harris, la estrategia del miedo practicada por los demócratas no ha surtido efecto y los estadounidenses han optado de forma clara por lo malo conocido (procesos penales incluidos). Es hora de una profunda reflexión para el partido demócrata, que sigue pensando que la identidad garantiza el voto (cuando, por ejemplo, los hombres hispanos han votado mayoritariamente a favor de Trump) y que unos buenos datos macroeconómicos son suficientes para ilusionar a los votantes.

¿Qué nos espera tras las elecciones en EEUU?

En menos de dos semanas se celebrarán las elecciones presidenciales en Estados Unidos. La geopolítica, una vez más, va a condicionar la economía mundial. Las encuestas están tremendamente ajustadas entre Harris y Trump, y cualquier resultado es posible. Como el sistema electoral estadounidense tiende a sobrerrepresentar a los estados poco poblados y el voto rural suele ser más conservador que el metropolitano, los demócratas están obligados a ganar en voto popular con un margen bastante elevado para poder alcanzar la presidencia.

¿Quién paga los aranceles de Biden?

“El presidente no entiende lo básico. Cree que sus aranceles los paga China. Cualquier estudiante de economía de primer año podría decirte que es el pueblo estadounidense el que está pagando esos aranceles”. ¿Adivinan de quien es esta frase? De Joe Biden. Sí, el mismo que acaba de subir los aranceles a los automóviles eléctricos hasta el 100% (desde el 25%), así como para semiconductores, baterías eléctricas, células fotovoltaicas para paneles solares, material médico, acero, aluminio y algunos minerales. Pero claro, eso lo dijo cuando era el candidato. Ahora, de presidente, no sabemos si ya “no entiende lo básico”, o simplemente es que ha sucumbido al electoralismo.

Europa se está quedando atrás

A finales de los años 90 del siglo pasado la Unión Europea decidió profundizar su mercado único y al mismo tiempo crear el euro, con considerable éxito. Pero entonces competía con otras potencias y sus empresas se encontraban en la frontera tecnológica. Dos décadas y varias crisis después, las empresas de Estados Unidos lideran la tecnología mundial y las empresas europeas se están quedando atrás, tanto en inversión en capital como en investigación y desarrollo y productividad. Entre 1995 y 2007, el crecimiento del PIB por habitante en Estados Unidos fue muy superior al de la zona euro, y cuando llegó la crisis financiera de 2008 Europa había acumulado una pérdida de productividad del 20%.

El viejo nuevo orden económico mundial

Los dos acontecimientos geopolíticos más importantes de los últimos años, la guerra tecnológica entre Estados Unidos y China y la invasión rusa de Ucrania, han generado un gran debate sobre una posible transición hacia un nuevo orden económico mundial. Y es verdad que este está cambiando, pero no en el sentido en que muchos creen.

Bienvenidos a la guerra tecnológica global

En el último artículo explicábamos que la Comisión Europea había propuesto (en parte por convicción, en parte por necesidad) aliarse con Estados Unidos a la hora de controlar las exportaciones e inversiones tecnológicas que supongan un riesgo para la seguridad nacional, en un claro mensaje hacia China. El Consejo Europeo del 30 de junio debatió la denominada Estrategia de Seguridad Económica de la UE, pero no llegó a un acuerdo. Aunque los jefes de Estado y de gobierno de los 27 reconocieron las tensiones y la necesidad de reducir la dependencia de China en materiales críticos, varios países advirtieron del peligro de una estrategia de desconexión total.