El filósofo Stephen M. Gardiner explica magistralmente en su ensayo “La tormenta moral perfecta” cómo el cambio climático es seguramente el problema más complejo y más grave al que nos enfrentamos como Humanidad. El más complejo, porque impacta prácticamente a todas las disciplinas y pilares de nuestra sociedad. Desde nuestra propia seguridad física o psicológica hasta la política o la economía, todo cobra una nueva dimensión bajo el prisma del calentamiento global. Y el más grave porque está en juego nuestra propia supervivencia como especie. Además, la urgencia por mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero causantes del cambio climático, así como la necesidad de incorporar medidas para adaptarnos a sus impactos, tienen ambas profundas connotaciones éticas que añaden complejidad al problema.