Autor: Esther Badiola

COP28: Progresamos, pero no adecuadamente

El filósofo Stephen M. Gardiner explica magistralmente en su ensayo “La tormenta moral perfecta” cómo el cambio climático es seguramente el problema más complejo y más grave al que nos enfrentamos como Humanidad. El más complejo, porque impacta prácticamente a todas las disciplinas y pilares de nuestra sociedad. Desde nuestra propia seguridad física o psicológica hasta la política o la economía, todo cobra una nueva dimensión bajo el prisma del calentamiento global. Y el más grave porque está en juego nuestra propia supervivencia como especie. Además, la urgencia por mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero causantes del cambio climático, así como la necesidad de incorporar medidas para adaptarnos a sus impactos, tienen ambas profundas connotaciones éticas que añaden complejidad al problema.

Reformar las instituciones financieras multilaterales

El Banco Mundial ha vuelto a la actualidad reciente por la inesperada dimisión de su presidente, David Malpass (que dejará su cargo en junio 2023) y por la nominación por Estados Unidos de Ajay Banga para sucederle en el puesto. Pero no sólo por eso: desde hace unos años, la comunidad internacional viene pidiendo a los bancos multilaterales de desarrollo que incrementen significativamente sus inversiones en sostenibilidad y que apoyen a los países en su lucha contra el cambio climático. La última vez, en noviembre de 2022, durante la COP27 (la Conferencia de Naciones Unidas sobre cambio climático) de Sharm el-Sheikh.