Una de las obsesiones más marcadas de expertos e investigadores en el campo de la economía del desarrollo ha sido la necesidad de evidenciar por todos los medios a su alcance la posible correlación entre factores éticos y crecimiento del bienestar (en este caso la falta del mismo) en los países en vías de desarrollo. Entre estos sesgos morales, tal vez ninguno más tentador que el que atribuye al colonialismo europeo en África el origen fundamental de la falta de desarrollo actual en este continente.