Una de las metáforas más poderosas de la historia de la economía es la del dinero como un velo. Se ideó para desmontar la irrefrenable tendencia a equiparar el dinero con la riqueza. Aunque parezca que el dinero es lo que mueve el mundo, rezaba, en la economía es un complemento, un adorno que no afecta a sus mecanismos de funcionamiento, que deben observarse mirando a través de él. Las finanzas, íntimamente ligadas al dinero, acabaron formando también parte del velo. Sin embargo, con la inestabilidad el velo se convierte en una soga que acaba asfixiando a la economía, generando costes sociales onerosos. El primer paso de un análisis normativo de la inestabilidad pasa por evaluar estos costes, para después encontrar instrumentos que los contengan.
La política monetaria ante la incertidumbre y el poder de mercado
El simposio de Jackson Hole de finales de agosto marca el inicio del año laboral de los banqueros centrales. Como veíamos, el año pasado el tema central fue el fomento de una economía global dinámica, pero calibrando el impacto de la globalización, de manera que combinara tres objetivos: ser justa, segura y equitativa. Este año, ha estado marcado por dos ejes. Por un lado, la primera intervención en el simposio de Jerome Powell tras ser nombrado presidente de la FED el pasado mes de febrero. Powell ha resaltado que el nuevo marco para la política monetaria es el de la incertidumbre, lo que exige una estrategia de gradualidad y cautela en las intervenciones, sin perjuicio de acciones decisivas en situaciones de crisis extraordinaria. Por otro lado, el simposio se ha centrado sobre cómo el poder de mercado de las grandes empresas puede estar restando efectividad a la política monetaria al limitar su capacidad de transmisión al conjunto de la economía.
El oscuro cajón donde reposan los Informes de Expertos
De pocas cosas se aprende más que de los errores, y por eso uno de los mayores pecados en economía –y también en política– es el adanismo, la adopción entusiasta de ideas pretendidamente originales, pero en realidad herederas de diversos intentos históricos fallidos. Niels Bohr, uno de los padres de la mecánica cuántica y compañero de innumerables debates científicos y filosóficos con Einstein, solía decir que un experto es simplemente “una persona que ha cometido todos los errores posibles en una disciplina muy determinada”. Y es cierto: la condición de experto muchas veces no viene dada tanto por saber qué puede funcionar seguro como por prevenir contra aquello que seguro que va a fallar.
¿Qué hemos aprendido sobre la inestabilidad financiera? (II): Los modelos
Los banqueros centrales se mesaban sus escasos cabellos. Incluso tras conocerse ya la ola de fallidos en las hipotecas basura y el estrangulamiento de liquidez en los mercados, los modelos no les advirtieron de la debacle. Las sofisticadas herramientas para representar el funcionamiento agregado de las economías no estaban preparadas para ese fenómeno endógeno, contagioso y no lineal que esbozamos en la primera entrada de esta serie. En estos diez años se ha trabajado intensamente para paliar esta carencia, con resultados muy notables que conviene repasar, porque afectan a las posibilidades de prevenir crisis futuras.
¿Qué hemos aprendido sobre la inestabilidad financiera? (I)
Fue el sueño de cualquier anticapitalista: Wall Street mordiendo el polvo. Tanto drama produjo aquel septiembre de hace diez años que llegó a acuñar un nuevo género cinematográfico: el thriller económico. En Too Big to Fail, el telefilme que produjo HBO, se muestra a William Hurt, que interpreta al secretario del Tesoro, esbozando una sonrisa cuando le informan de que la quiebra de Lehman Brothers se había digerido sin descalabros durante las primeras horas. Fue el fugaz momento de gloria de los apóstoles del riesgo moral, que pensaban que la crisis se acabaría cuando se dejara caer a un pez gordo. Los meses que siguieron pusieron a la economía mundial al borde de una nueva depresión; consiguió que quedara en Gran Recesión, pero el desorden en las finanzas ha seguido condicionando no solo la macroeconomía, sino en gran medida también la política. Esta vuelta al cole es por tanto un buen momento para recapitular sobre lo que hemos aprendido respecto a la inestabilidad financiera: su naturaleza y causas, sus consecuencias y las implicaciones normativas.
La delgada línea roja contra el Brexit
A mediados del siglo XIX, en pleno declive del imperio otomano, el expansionismo de Rusia desencadenó la guerra de Crimea. Allí, durante la batalla de Balaklava, un regimiento de Highlanders del ejército británico tuvo que enfrentarse a una carga de la caballería rusa. Su inferioridad numérica les obligó a agruparse en una frágil doble fila de soldados que, provistos de sus rifles y sus emblemáticas casacas rojas –útiles para disimular la sangre del combate–, consiguieron resistir el ataque. Desde entonces La Delgada Línea Roja (The Red Thin Line) se usa como sinónimo de la valentía militar británica.
Plataformas tecnológicas: desregular tirando a mal
El inolvidable humorista Eugenio solía contar el chiste de la pitonisa que predecía para su clienta un marido “alto, guapo, rubio y generoso”, a lo que esta replicaba, emocionada: “¡Qué bien! ¿Y qué hago con el que tengo?”.
Del mismo modo, el proceso de liberalización en España de la actividad de plataformas tecnológicas como las de vehículos de turismo con conductor (como Uber o Cabify) o las de alquiler turístico (como AirBnB) ha sido de chiste: las autoridades han dejado que el crédulo consumidor se ilusione con un sector alto, guapo, rubio y tecnológico, pero han olvidado hacerse la pregunta relevante: ¿y qué hacemos con el sector tradicional que ya tenemos? Han combinado la valentía de liberalizar lo moderno con la cobardía de no desregular en paralelo lo anticuado. Y, en política económica, la cobardía de ayer es el problema de hoy.