Autor: Enrique Feás

El coste de la incertidumbre del Brexit

Boris Johnson llegó al poder con una precaria minoría heredada de Theresa May y desde entonces sólo buscaba una cosa: unas elecciones plebiscitarias a las que presentarse con posibilidades de lograr una mayoría cómoda y aplastar al Brexit Party. En ese sentido, lo ha conseguido: la polarización política es un hecho y, a menos de una semana para las elecciones, la batalla se decide entre tories y laboristas, que absorben un 75% de la intención de voto. El Brexit Party se ha hundido al 3,5% (llegó a tener más de un 20%), los Liberal Demócratas no llegan al 14% y los verdes, nacionalistas escoceses y otros se reparten el 8% restante.

¿Un arancel europeo al carbono?

La presidenta electa de la Comisión, Ursula von der Leyen, tiene una ambiciosa agenda en cambio climático, y ha encomendado al futuro Comisario de Comercio, el irlandés Paul Hogan, “el diseño e introducción, en colaboración con el Comisario de Economía, de un arancel sobre las importaciones de carbono que sea plenamente compatible con las reglas OMC”. Todo un desafío.

La reforma del euro sigue pendiente

El sesgo de lo reciente es un sesgo cognitivo que nos lleva a sobreponderar la importancia de eventos recientes en detrimento de los lejanos, y a considerar estos últimos como más improbables. Por eso nos olvidamos de que el nacionalismo llevó a Europa a guerras terribles hace menos de cien años, o que las deficiencias del euro facilitaron una terrible crisis hace casi una década. Comprobamos con melancolía que errar es humano, pero que persistir en el error es más humano todavía. Y también muy peligroso.

“Brexit”, Temporada 3, Episodio 10

Al inicio de la tercera temporada de “Brexit”, una de las series más vistas de esta década, el personaje de Boris Johnson –que recordarán que traicionó a Cameron en la primera temporada y luego a May en la segunda– llegó finalmente al poder. Recuperó entonces como asesor a un personaje de la primera temporada, el siniestro Dominic Cummings, director de la campaña del “Leave” durante el referéndum y que, con tanta inteligencia como pocos escrúpulos, ha tenido un papel muy relevante en esta temporada que ahora toca a su fin.

El autobús del Brexit ha vuelto a pasar de largo

El Parlamento británico sintió vértigo y dio otra patada hacia adelante, obligando a Boris Johnson a pedir una tercera prórroga. La Ley Benn –aprobada justo antes de la suspensión del Parlamento– establece que, si el 19 de octubre el Parlamento no ha aprobado un Acuerdo de Salida, el primer ministro debe solicitar al Consejo Europeo una extensión, como mínimo hasta el 31 de enero de 2020. En el ánimo de los parlamentarios han pesado tres factores: la desconfianza, la incertidumbre, y la cobardía.

Y Boris vio la luz

En septiembre de 2017, poco más de un año después del referéndum del brexit, Michel Barnier presentó a Theresa May una propuesta de salvaguarda, es decir, un conjunto de medidas técnicas para evitar una frontera física en Irlanda –en cumplimiento de los Acuerdos de Viernes Santo–, cualquiera que fuera el modelo de relación definitiva entre el Reino Unido y la Unión Europea. Era específica para Irlanda del Norte, y exigía que esta permaneciese en el entorno regulatorio europeo en cuatro ámbitos: productos agroalimentarios, productos industriales, aranceles e IVA. Por supuesto, como Gran Bretaña –es decir, el resto del Reino Unido– mantendría su propio régimen regulatorio, arancelario y fiscal, era preciso además controlar el tráfico interior en el Mar de Irlanda (donde una frontera, cuando hay mar de por medio, se ve siempre natural). A eso añadió unas normas para evitar una carrera a la baja en normativa laboral o medioambiental, y la seguridad de que la salvaguarda permanecería en vigor hasta que fuera innecesaria, bien porque la relación con el Reino Unido fuera de elevada integración, o porque la tecnología lo permitiese.

Cincuenta sombras de brexit

1) El referéndum de 2016 no era vinculante.

2) El referéndum no obligaba a notificar inmediatamente el artículo 50 que iniciaba el procedimiento de salida sin discutir antes internamente el modelo de brexit.

3) El gobierno británico se comprometió siempre a no establecer controles de ningún tipo en la frontera entre las dos Irlandas.

4) La necesidad de evitar una frontera en Irlanda es una cuestión puramente política.

5) La forma de evitar una frontera en Irlanda es una cuestión puramente técnica.

Todavía quedan jueces en Londres… pero no bastan

A mediados del siglo XVIII, Federico II el Grande, rey de Prusia, decidió construir un nuevo palacio como residencia de verano en Sanssouci, a las afueras de Potsdam. Una vez instalado, pronto se vio importunado por el ruido de un molino cercano, y dio orden de adquirir el terreno a su propietario, y echarle de allí si se negaba. El molinero acudió a los tribunales, que le dieron la razón: nadie, ni siquiera el monarca, podía desalojarle de su propiedad. Cuando recibió la sentencia, el rey no solo no se molestó, sino que, admirado de la valentía e independencia del poder judicial en su reino, exclamó: “todavía quedan jueces en Berlín”.

Algunas verdades sobre la competitividad empresarial

El crecimiento del comercio mundial –que tiende a moverse acompasado con la inversión– se está reduciendo a medida que avanza el año. Hasta cierto punto, es comprensible: ni el comercio ni la inversión son amigos de la incertidumbre, y precisamente de incertidumbre viene este otoño bastante cargado. Aunque hay algunos factores puramente económicos, como la ralentización del sector del automóvil en Alemania, o los aún inciertos efectos de la enorme masa de bonos con tipos negativos, gran parte de las incógnitas tienen que ver con la política, y tienen nombre y apellidos: la guerra comercial y tecnológica de Donald Trump (y la reacción de Xi Jingpin), la posible caída de Mauricio Macri, o el brexit de Boris Johnson. En el fondo, decisiones políticas transformadas en riesgo económico.

En este contexto, las exportaciones españolas –que por el momento resisten, sobre todo gracias a la pujanza de los servicios comerciales distintos del turismo– pronto acusarán la ralentización del crecimiento mundial. Entonces se comenzará a hablar de nuevo, como siempre, de la competitividad de las exportaciones españolas, y creo que es un buen momento para recordar algunas evidencias que no siempre se reflejan adecuadamente en los análisis.

10 Downing Street, finales de julio (2ª parte)

–¡Ah, ya estás aquí, Dominic! Pasa, pasa, te estaba esperando.

Dominic Cummings entró en el despacho del primer ministro arrastrando los pies. Su aspecto no podría ser más informal: una barba de varios días, encanecida, que contrastaba con el negro de su ya escasísimo pelo, pero a juego con su blanca camisa arrugada, algo desabrochada y arremangada por los codos. Llevaba en bandolera una bolsa de cuero que se quitó y dejó en el suelo para, ya sentado, extraer de ella unos papeles que colocó encima de la mesa de su anfitrión.

Boris Johnson, sentado por segundo día en su silla de primer ministro, intentó parecer cariñoso, algo que no le salía demasiado bien:

–Hacía tiempo que no nos veíamos. Desde la campaña del Leave, creo. Estuviste brillante, sí. Brillante. Me alegra que podamos volver a trabajar juntos.