El Fondo Monetario Internacional acaba de terminar sus reuniones de primavera. En su comunicado, además de la no condena al proteccionismo (que es ya una constante de los comunicados de foros internacionales desde la entrada de la nueva administración en EEUU), destaca el énfasis que se pone en la inclusión. En efecto, desde hace ya un tiempo, el Fondo está poniendo el foco en aspectos como la desigualdad, la política de género o el cambio climático. Se trata de una tercera ola en la revisión del viejo Consenso de Washington, tras la reformulación de la efectividad de las políticas macroeconómicas (que analizábamos aquí) y la incorporación al análisis sistemático del Fondo de las reformas estructurales.
Los dos documentos principales que marcan la orientación estratégica del FMI cada seis meses (en las reuniones de primavera y de otoño), son el comunicado del IMFC de los Ministros de Economía, y la conocida como Global Policy Agenda (GPA), el documento que propone la Directora Gerente para las reuniones que refleja los objetivos institucionales, más extenso y con contenidos normalmente más ambiciosos que los del comunicado. En las últimas versiones, ambos están poniendo cada vez más acento en una economía mundial más inclusiva, es decir, un crecimiento que tenga en cuenta los retos de los países en desarrollo (los esfuerzos internacionales se centran aquí en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS), y los efectos distributivos dentro de los países.
En este segundo ámbito, el comunicado llama a tener en cuenta a los ciudadanos que se han quedado a la zaga por el avance tecnológico y la integración económica, a desarrollar una fuerza de trabajo cualificada y adaptable, a tener en cuenta a las generaciones futuras, o a atender las crisis humanitarias y de refugiados. La GPA, no limitada por los equilibrios políticos del comunicado, va más lejos y menciona directamente la necesidad de velar por el cambio climático (EEUU lo veta en los comunicados), o a subsanar la desigualdad, promover la igualdad de género o la preocupación por la migración.
Cierto que, de momento, se mueven en el terreno de objetivos generales y queda camino por andar en la incorporación de estos aspectos en el día a día del trabajo del Fondo ‒en este sentido, para mantener la especialización tradicional entre los organismos internacionales, el FMI se centra en los aspectos macroeconómicos de estas políticas‒. Ahora bien, sí reflejan el cambio de tendencia hacia una mayor preocupación por el impacto del crecimiento sobre la distribución de la renta, la igualdad de género o el cambio climático. En efecto, el Fondo, está siendo especialmente activo en el desarrollo de toda una agenda de investigación y en analizar estos aspectos en sus informes de vigilancia de los países (los famosos Artículos IV).
La agenda investigadora sobre desigualdad se empezó a intensificar a partir de 2011 en un contexto en el que la salida de la crisis financiera global se estaba saldando con una creciente desigualdad. El Fondo ha sido especialmente activo en el análisis del impacto (negativo) de la desigualdad sobre el crecimiento, estudiando también los canales por los que la desigualdad afecta al crecimiento (como analizábamos aquí), con un papel de liderazgo en la investigación académica en este ámbito. Sin embargo, su inserción en la política de vigilancia del FMI y en sus recomendaciones de política económica es más reciente, empieza a cobrar relevancia a partir de 2015, cuando se refuerza el análisis de la desigualdad con un grupo de países piloto. En el caso de España, la palabra desigualdad ni siquiera aparecía en el informe de 2015, pero a partir del de 2016 (último publicado), ya forma parte del cuerpo del análisis, incluyendo un recuadro específico sobre los problemas de desigualdad y pobreza (ligándolos al paro) ‒estos temas también se abordan cada vez más en los informes de la Comisión y de la OCDE sobre España‒.
En medio ambiente se centra sobre todo en el análisis y desarrollo de buenas prácticas en instrumentos fiscales (imposición medioambiental, incentivos) y de financiación de la lucha contra el cambio climático, como la principal contribución del Fondo a los objetivos que marcó el Acuerdo de París. Más recientes son los trabajos relacionados con la política de igualdad de género, incluyendo una primera conferencia académica en marzo de este año sobre políticas macroeconómicas y política de género. Tanto en medioambiente como en política de género, el Fondo también ha desarrollado un proyecto piloto para ir incorporándolos progresivamente en el análisis regular y las recomendaciones de política económica de los países ‒incluyendo medidas para el aumento de la participación de la mujer en el mercado de trabajo o para la reducción de la brecha salarial entre hombres y mujeres‒.
El Fondo no ha dejado su foco principal: vigilancia de la estabilidad macroeconómica y rescate de países en crisis, pero tiene una nueva sensibilidad, probablemente, porque la globalización solo será sostenible si es más incluyente. Veremos en qué queda.
Muy buen resumen de la reunión de primavera y buenos apuntes sobre el FMI y sus nuevos slogans. Lamentablemente, el FMI apenas tiene programas, ni tampoco instrumentos en países donde se dan la desigualdad, exclusion (varias formas de definirla) y el cambio climático. La excepción son sus «core competencies» como por ejemplo las reformas macroeconómicas, estructurales e institucionales, reformas que luego conllevan a mejores formas de repartir el pastel (políticas fiscales), a la creación de empleo, a más inversión por parte del sector público y privado y al comercio (mediante medidas para incrementar la productividad de gente y capital), etc. Pero eso ya no está de moda. El FMI hace buen research, pero también lo hacen otros. El Fondo vive demasiadas veces de demasiados slogans, de «fads» que van y vienen. Y los otros IFIs le siguen a ciegas…que en eso también son expertos…
Gracias Juan. Creo que lo positivo es que el Fondo está empezando a aplicar este tipo de preocupaciones (desigualdad, género, cambio climático) en sus políticas de vigilancia (más vale tarde), y no me parece mal que lo haga desde su enfoque institucional tradicional de la estabilidad macroeconómica, porque está señalando que estas cuestiones también afectan a la macro. Sobre la investigación del FMI, su principal ventaja comparativa está en su capacidad de influencia en los gestores de política económica (su calidad y grado de vanguardia mixto, como todos).