En materia comercial, y sobre todo en África, los asuntos se mueven tan despacio que en ocasiones parece que nada cambia, pero la realidad es que el ambicioso proyecto de crear una zona de libre comercio en el conjunto del continente africano (ZLECAF) va poco a poco tomando forma. En la decimotercera sesión extraordinaria mantenida el 5 de diciembre de 2020, la conferencia de Jefes de Estado y de gobierno de la Unión Africana adoptó el 1 de enero de 2021 como la fecha del despegue efectivo de los intercambios comerciales sobre la base de listas de aranceles y de concesiones legalmente aplicables y recíprocas. Según el secretario de la ZLECAF, los 54 países del continente africano han firmado el Acuerdo, de los que 34 han depositado sus instrumentos de ratificación. Además, 41 han aportado sus ofertas relativas a los derechos de aduana, incluyendo a la Comunidad de África del Este y la Comunidad económica de Estados de África del Oeste.
Según un estudio del Banco Mundial publicado el 27 de julio de 2020, la puesta en marcha plena de este proyecto de integración comercial en el continente africano permitiría, entre otras cuestiones, la salida de 30 millones de africanos de la pobreza extrema, un aumento del 7% de los ingresos fiscales en el continente hasta 2035 y favorecer un avance notable de los salarios, con mayor incidencia en el caso de las mujeres (+10,5%) que en el de los hombres (+9,9%). A más largo plazo, la mejora de la integración continental, la desaparición de la multitud de acuerdos comerciales regionales existentes y la racionalización de los procedimientos aduaneros en frontera permitirían al continente reducir su vulnerabilidad a los “shocks” externos. Además, estas mejoras facilitarían considerablemente la inserción de las economías africanas en las cadenas globales de valor, en las que por el momento su presencia es mínima.
De hecho, aunque la pandemia de coronavirus ha afectado menos desde el punto de vista sanitario al continente africano que a otras regiones del mundo, las consecuencias negativas desde el ámbito económico están siendo elevadas. En efecto, por primera vez en 25 años África Subsahariana entrará en recesión económica, con una caída estimada del 3,3% en 2020. El impacto de las restricciones aplicadas por los gobiernos junto con las consecuencias de la recesión global, sobre todo en los países más dependientes de las exportaciones de petróleo y del turismo, han hecho que la mayor parte de los países de la región hayan cerrado el ejercicio de 2020 con caídas del PIB, o con reducciones considerables de su ritmo de crecimiento.
La recuperación de las economías africanas en 2021 será lenta, con un crecimiento esperado para 2021 del 2,1%, por debajo del avance de la población, y dependerá de que cada uno de los países aplique medidas que la faciliten. En el corto plazo, se necesita crear espacio fiscal para financiar programas de estímulo, priorizando la creación de empleo. De hecho, algunos estudios recientes muestran cómo la creación de empleo el sector manufacturero en empresas con alta productividad es uno de los desafíos clave para el cambio estructural de estas economías.
A medio plazo, dar los pasos para avanzar en la integración comercial mejorará las perspectivas económicas del continente, siendo según el Banco Mundial los países que mayores aranceles aplican en la actualidad los que más verán aumentar sus ingresos. Concretamente, los países más beneficiados de la ZLECAF serían Costa de Marfil, Zimbabwe, Kenia y Namibia, con aumentos de hasta el 14% de sus ingresos reales.
No sólo se estima que las exportaciones intracontinentales casi se duplicarán hasta 2035 (+81%), sino que también las realizadas a países no africanos podrían aumentar un 19%. Además, es claro que la perspectiva de acceder a este gran mercado atraerá sustanciales flujos de inversión extranjera directa.
Que se den los pasos necesarios para hacer esta iniciativa una realidad depende de una clara voluntad política, ya que queda un ingente trabajo por delante. Por el momento el acuerdo contiene el marco legal para el comercio de bienes y servicios, la estructura institucional y las provisiones de solución de disputas entre estados. Los términos específicos de la liberalización de bienes y servicios están siendo todavía negociados. Otras cuestiones como los protocolos de inversiones, las reglas de competencia, o los derechos de propiedad intelectual serán tratados más adelante.
Las reducciones arancelarias previstas se aplicarán en principio sobre el 90% de las líneas de productos, que deberían eliminarse un periodo de 5 años a partir de enero de 2021. Cinco años después, se iniciaría la reducción arancelaria del 7% de líneas restantes, quedando un máximo del 3% de líneas fuera de la liberalización. En cuanto a las barreras no arancelarias, se reducirán sobre la base de la nación más favorecida, mientras que las medidas de facilitación del comercio se referirán sobre todo a las mejores prácticas en gestión aduanera y de fronteras, derechos de apelación y disponibilidad de información.
En definitiva, queda mucho trabajo por delante en los próximos meses, pero existen grandes perspectivas para un proyecto que podría cambiar definitivamente las oportunidades del continente africano, mejorando su posicionamiento en el comercio mundial y permitiendo la mejora sustancial de las condiciones de vida de su población.