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El viejo nuevo orden económico mundial

Los dos acontecimientos geopolíticos más importantes de los últimos años, la guerra tecnológica entre Estados Unidos y China y la invasión rusa de Ucrania, han generado un gran debate sobre una posible transición hacia un nuevo orden económico mundial. Y es verdad que este está cambiando, pero no en el sentido en que muchos creen.

Bienvenidos a la guerra tecnológica global

En el último artículo explicábamos que la Comisión Europea había propuesto (en parte por convicción, en parte por necesidad) aliarse con Estados Unidos a la hora de controlar las exportaciones e inversiones tecnológicas que supongan un riesgo para la seguridad nacional, en un claro mensaje hacia China. El Consejo Europeo del 30 de junio debatió la denominada Estrategia de Seguridad Económica de la UE, pero no llegó a un acuerdo. Aunque los jefes de Estado y de gobierno de los 27 reconocieron las tensiones y la necesidad de reducir la dependencia de China en materiales críticos, varios países advirtieron del peligro de una estrategia de desconexión total.

Seguridad Económica en la UE: una advertencia y un guiño

En medio del caos geopolítico, la Comisión Europea lanzó el 20 de junio su Estrategia de Seguridad Economía. Curiosamente, ese mismo día anunciaba que le harían falta en torno a 30.000 millones para hacer frente al pago de intereses de los bonos Next Generation EU, dando por hecho que los nuevos recursos propios no serán suficientes y que parte del famoso “momento hamiltoniano” se rebajará sustancialmente.

Europa ante la nueva política económica de Estados Unidos

El poder intelectual de la capital del imperio implica que muchas ideas en el ámbito de las políticas públicas surgen en Washington y cruzan el Atlántico. A veces hay un control sobre si el objetivo afecta realmente a los problemas en Europa, y otras veces no lo hay, pero muchas de las ideas se ponen de moda igualmente.

El espejismo de la economía mundial

La situación de la economía mundial en los últimos meses se está caracterizando por tasas de crecimiento superiores a las previstas, un mercado laboral relativamente sólido (al menos en los países desarrollados) y una inflación que parece por fin moderarse tras la vuelta de los precios de la energía a valores normales (lo que evitaría peligrosas subidas adicionales de tipos). Siendo estas excelentes noticias, sería un error pensar que las principales amenazas que se ciernen sobre la economía mundial han desaparecido: tan solo nos hemos acostumbrado a convivir con ellas. La geopolítica, por desgracia, va a seguir marcando el guion económico durante muchos años.

Sanciones que funcionen

Han pasado ya cuatrocientos días desde el inicio de la invasión de Ucrania. Hace unos meses escribíamos que las sanciones clave para terminar la guerra eran las tecnológicas, porque, aunque Rusia pudiese seguir recibiendo ingresos (preferiblemente, cada vez menos), sin tecnología jamás podría ganar la guerra.

Explícame la crisis, ChatGPT

–Hola, ChatGPT, estoy aquí leyendo un artículo sobre la crisis del Silicon Valley Bank y me he encontrado el término “riesgo por desfase de vencimientos”. ¿Tú sabes qué es?

No es la amenaza de China, es la ausencia de Estado de Bienestar

Se está generalizando entre las personas de orientación política demócrata en Estados Unidos la idea de que la globalización ha provocado tal pérdida de seguridad de la clase media del país que ha empujado a esta clase media a radicalizarse políticamente, votando no ya al partido republicano, sino una versión de los republicanos que es, en la práctica, antisistema. Trump habrá dejado de ser presidente de momento, pero no solo puede que lo vuelva a ser, sino que hay una larga fila de republicanos “anti” que pueden tomar el relevo y volver a ganar unas elecciones. Y entonces no va a haber una pandemia que desaloje al inquilino de la Casa Blanca antes de que rompa muchas cosas, sino que podría durar más tiempo y romper más.

Autonomía estratégica, pero de verdad

La Unión Europea lleva años hablando de autonomía estratégica, y en el escenario actual uno diría que ha llegado el momento de ejercitarla. Lo malo es que para ello hace falta bastante más que un uso intensivo de la política comercial: hace falta ambición, y eso es justo lo que Europa no tiene.

Malos tiempos para la cooperación económica internacional

Si hace diez años nos hubieran preguntado qué aspectos de la gobernanza económica internacional estaban consolidados y cuáles eran improbables, entre los primeros habríamos citado sin dudar el marco de la Organización Mundial de Comercio (OMC), y entre los segundos la fiscalidad internacional. A finales del año pasado hubiéramos dicho lo contrario: la OMC languidecía y se anunciaba un importante acuerdo internacional de más de 135 países para la tributación de las multinacionales. Hoy, la verdad, ya no sabemos qué decir. La OMC sigue sin levantar cabeza –aunque logró un pequeño pero esperanzador acuerdo en junio– y el acuerdo de la OCDE y el G20 para la tributación de multinacionales parece estancado. Para más inri, la aparente victoria de los republicanos en las elecciones de media legislatura de Estados Unidos (aunque mucho más ajustada que lo previsto) anticipa tiempos difíciles para la cooperación internacional.