Para esta vuelta al cole los profesores universitarios de introducción a la economía cuentan con un nuevo recurso, desarrollado por el proyecto CORE (Curriculum Open-access Resources in Economics). No se trata de un nuevo manual al uso, sino de un conjunto de materiales y herramientas de aprendizaje con vocación de revolucionar la enseñanza de la economía. Todo empezó con las protestas de los estudiantes, cuando se dieron cuenta que lo que escuchaban en clase no les servía ni para explicar a sus amigos por qué se estaba desmoronando el sistema financiero o cómo era posible que después de tanta ganancia privada se socializaran las pérdidas de los bancos.
El proyecto se lanzó en un seminario en el otoño de 2013, celebrado nada menos que en el Tesoro de Su Majestad, que daba muestras de contrición (y de cintura) tras haber sido durante años uno de los templos de la ortodoxia económica más obtusa. El Institute of New Economic Thinking ha sido desde el inicio la principal fuente de financiación y la directora académica ha sido Wendy Carlin, del University College London. Aquel día se puso a funcionar una red de profesores, universidades e instituciones de distintos países con el fin de desarrollar un programa para un curso completo de introducción a la economía que fuera capaz de dar a los alumnos herramientas para entender los problemas reales.
Tras dos años de pruebas con versiones iniciales de los contenidos, en septiembre se lanzó The Economy, el libro electrónico que sirve de base para la nueva aproximación pedagógica de CORE. Se compone de veintidós unidades, empezando por la formación de la economía capitalista, la decisión individual, la interacción, el funcionamiento de los mercados, así como la macroeconomía tanto a corto y medio plazo como a largo plazo (crecimiento). Las últimas seis unidades están dedicadas a lo que podríamos denominar grandes temas de nuestro tiempo: la globalización, la desigualdad, la sostenibilidad ambiental….
Desde la primera unidad ya se aprecian algunos de los rasgos innovadores de esta propuesta, que tienen un hilo conductor: el pegarse lo más posible a la realidad. El primer personaje que aparece no es Adam Smith, sino Ibn Battuta, un sabio marroquí del siglo XIV que describe la prosperidad material de la región india de Bengala. El punto de partida son los problemas reales y la historia y las instituciones son siempre el prisma a través del cuál la economía se presenta como un instrumento para entender dichos problemas. Y un ingrediente básico dentro de las herramientas económicas son los datos; los alumnos pueden escuchar en video a Piketty y Heckman hablando de por qué la economía necesita la recogida sistemática y rigurosa de datos para orientar la indagación teórica. Los modelos se presentan después, como el intento de conjugar todos los factores pertinentes para entender la realidad.
Siguiendo esa apuesta decidida por enseñar una economía conectada con las inquietudes de nuestra época, el programa destaca desde el principio que la aceleración del progreso material que ha caracterizado al capitalismo ha venido acompañada de problemas de estabilidad, desigualdad y sostenibilidad ambiental. Se pretende también hacer el aprendizaje más interactivo, con materiales complementarios que facilitan dar la clase al revés, haciendo que los alumnos se preparen con problemas, lecturas o casos de estudio para después presentarlos y discutir cómo se puede aplicar el análisis económico para resolverlos.
¿Es este bagaje suficiente para que The Economy se convierta en el Samuelson del Siglo XXI (manual publicado en 1948 y que duró, al menos hasta que yo estudié primero de carrera)? No es una pregunta retórica. Wendy Carlin y Samuel Bowles, veteranos del Santa Fe Institute, tratan de explicar en un reciente artículo las razones por las que este e-manual supera a los anteriores (sin incidir en su gratuidad, que no es ventaja menor). A su juicio, y no parecen ir muy desencaminados, la introducción a la economía se ha basado durante décadas en la síntesis neoclásica: macro keynesiana y micro marshalliana. La esquizofrenia entre el equilibrio pluscuamperfecto de la oferta y la demanda y el azote periódico del desempleo y/o la inflación en el corto plazo apenas se notaba durante el primer año.
Lo que The Economy añade es la interdependencia estratégica entre los agentes (los resultados de mis decisiones dependen de las decisiones de los demás) y las limitaciones de la información (tomo mis decisiones sin conocer del todo ni las opciones ni las consecuencias y además sé cosas distintas de las que saben los otros agentes). No es que estas ideas no formaran parte de los programas universitarios, pero según estos dos autores no solían llegar a los cursos introductorios de la licenciatura, reservándose sobre todo para el doctorado o el máster.
En efecto, la cuarta unidad del programa está dedicada a las interacciones sociales y en ella se introduce la teoría de juegos: su estructura, el concepto de equilibrio de Nash (aquel en el que las estrategias de todos los jugadores son óptimas, dadas las estrategias de los demás) y las aplicaciones a problemas como la provisión de un bien público, la negociación o la cooperación. En el caso de la información, Carlin y Bowles reivindican a Hayek y su concepción del mercado como un sistema espontáneo y descentralizado de procesamiento y recolección de información. Aunque los considerados padres de la economía de la información son más jóvenes, el austríaco bien podría ser el abuelo, sobre todo desde que al publicar el artículo Economics and Knowledge en 1937 dejara las ideas convencionales y se pusiera a pensar por sí mismo (según su propio testimonio). En todo caso, en el programa no hay una unidad exclusivamente dedicada a la información y llama la atención también la escasa presencia de la incertidumbre como elemento esencial de la realidad económica y fuente de las dificultades relacionadas con la información.
Como muchas de las cosas que impulsa el Institute of New Economic Thinking, CORE ya está tirando a buen ritmo. Lo están utilizando universidades como la Toulouse School of Economics, Sciences Po, London University College o Barnard College, entre muchas otras. Entre los profesores que están implicados en el proyecto hay algunos jóvenes brillantes como Suresh Naidu y Rajiv Sethi, y está también Antonio Cabrales, un español. Algunas de las instituciones que ya lo usan han realizado ya evaluaciones con los cursos en pruebas y parece que los resultados apuntan a una mayor satisfacción de los alumnos y una mejor capacidad de entender los problemas económicos después de un curso introductorio.
Quizá es un poco pronto para considerarlo un éxito… o un cambio de paradigma. Aun así, es una iniciativa valiosa y necesaria, dentro del revulsivo para sacar a la economía de su ensimismamiento.