Además de la demografía, que analizábamos en la entrada anterior de esta serie sobre el estancamiento secular, el progreso tecnológico también está teniendo un sesgo depresor de la demanda agregada en tiempos recientes. Esto es particularmente atribuible a la incidencia conjunta de dos variables: la digitalización de información y la interconexión generalizada de buena parte del planeta a través de Internet.
Categoría: Luis Martí
Apuntes sobre estancamiento secular (III): Factores depresores de la demanda: la demografía
Tras repasar las características de la función de inversión en la hipótesis del Estancamiento Secular, potencialmente explicativas (con un importante matiz) de la evolución reciente de esa variable, entramos ahora en el núcleo de esta hipótesis: los factores que podrían estar presionando a la baja sobre la demanda agregada, frenando la inversión o elevando el ahorro (es decir, reduciendo el consumo).
Apuntes sobre estancamiento secular (II): La inversión y el suelo a los tipos de interés
En la entrada anterior relacionamos las tesis sobre el estancamiento secular con la concepción keynesiana ortodoxa de la función de inversión, intrínsecamente inestable y difícilmente estabilizable vía política monetaria. Pero esta no es la única interpretación posible de lo sucedido en los últimos años. Una visión alternativa (y, todo hay que decirlo, mucho más extendida entre la profesión) sostiene que la inversión sí es estabilizable por la política monetaria; lo que sucede es que ésta se ha topado con el límite inferior cero de los tipos de interés, por debajo del cual tiene graves dificultades para inducir impulsos expansivos en la economía.
Apuntes sobre estancamiento secular (I): inversión débil, PIB decaído
“Estancamiento secular”. Es desde luego un nombre rotundo, que de primeras parecería apuntar más a una condena bíblica o una maldición familiar de los Buendía, que a un postulado económico. Una rotundidad, en todo caso, coherente con la potencia de la tesis propuesta por Alvin Hansen en su célebre discurso ante la American Economic Association en 1938: según Hansen, existiría una deficiencia estructural en la demanda privada, que –en ausencia de factores exógenos (por ejemplo aumentos de población), innovación y/o un impulso cada vez mayor desde la inversión pública– tendería a ejercer una presión bajista creciente sobre los niveles de actividad económica.
El mundo después de Trump: un efecto secundario (potencialmente) positivo
Trump ha ganado. Hay que repetirlo muchas veces para internalizar la enormidad de lo que supone que Donald Trump se vaya convertir en pocas semanas en la persona con más poder del mundo.
Es seguro que las futuras generaciones verán el 8 de noviembre de 2016 como un hito de la historia mundial. Sea como reversión de las políticas globalizadoras y el camino hacia un orden mundial menos liberal y pacífico; o como el momento en que las élites mundiales internalizan plenamente las consecuencias de la globalización sobre las clases medias-bajas del mundo desarrollado y actúan en consecuencia; o incluso, como el principio del fin de los movimientos populistas, cuyas recetas simplistas suelen quedar en evidencia cuando se ven obligados a gobernar. Sea como fuere, pocas cosas seguirán siendo iguales tras la llegada de Trump al poder.
Apuntes sobre estancamiento secular – Prólogo: La coyuntura financiera mundial
Si “estancamiento secular” fuese una película (difícil de imaginar, pero hágase el esfuerzo), su primera escena bien podría ser la de un grupo de banqueros sentados alrededor de una mesa, discutiendo cómo y a qué coste se pueden almacenar las ingentes cantidades de efectivo necesarias para sustituir sus gravosas inversiones (rendimiento negativo) en deuda pública japonesa o europea; cómo reemplazar, en otras palabras, sus valores financieros “desmaterializados”, con bajísimos costes de depósito y negociación, por montañas de papel (-moneda), con altos costes de depósito (almacenamiento, seguridad) y “negociación” (transporte). Todo ello, con el objetivo de elevar el rendimiento de sus activos financieros hasta… cero.