Parecía que esta vez África iba a librarse de una epidemia originada en la lejana China a partir de un virus al que no le gusta el calor. Sin embargo, aunque hay quienes sostienen que las altas temperaturas y la humedad reducen significativamente la capacidad de contagio del coronavirus, el continente africano está alerta ante la llegada del virus a la práctica totalidad de los países que lo conforman. Algunos gobiernos han tomado medidas contundentes desde el primer caso confirmado, como el cierre de los colegios, la suspensión temporal de la llegada de viajeros de países con alto contagio e incluso el confinamiento de la población, por lo que la progresión por el momento es más lenta que en las zonas más afectadas por la pandemia. No obstante, ya se temen los negativos efectos que esta crisis va a tener en la región más pobre del mundo.
La Comisión económica para África ha hecho ya sus primeras estimaciones: al menos 101.000 millones de dólares de bajada de ingresos por exportaciones que sufrirán los países africanos en 2020 como consecuencia de la crisis sanitaria provocada por el COVID 19. El impacto más fuerte será probablemente para los exportadores de petróleo, que perderían unos 65 mil millones de dólares. Nigeria, uno de los países más afectados, podría registrar una caída de sus exportaciones totales de petróleo de unos 14 a 19 mil millones de dólares. Las previsiones presupuestarias de Gabón, Congo, Guinea Ecuatorial, Chad o Camerún incluían un precio de referencia para 2020 entre 55 y 60 dólares, significativamente más elevado que el precio actual.
Según las previsiones menos pesimistas, el continente africano vería reducida su tasa de crecimiento en 2020 casi a la mitad, pasando del 3,2% esperado al 1,8%, debido a diversas razones:
- La caída de los ingresos por exportación por el descenso de los precios de los productos básicos (petróleo, cacao, anacardo, algodón, café)
- La ruptura de las cadenas mundiales de aprovisionamiento
- La caída de la inversión extranjera directa y la fuga de capitales
- La bajada del turismo
- La reducción de los servicios de transporte.
- La fuga de capitales, las restricciones en los mercados financieros y la ralentización de las inversiones.
- El aumento de los déficit presupuestarios y de la deuda pública, especialmente preocupante por el mal estado de los sistemas sanitarios y el alto nivel de endeudamiento de algunos países.
Además, puede haber una situación de emergencia por falta de productos farmacéuticos, de procedencia mayoritariamente europea, así como problemas de seguridad alimentaria al ser los países africanos importadores netos de productos de base.
El Banco Central de los Estados de África del Oeste (BCEAO) ha reaccionado rápido tomando medidas en favor de los países de la UEMOA. Básicamente ha decidido aumentar los recursos a disposición del sistema financiero de los 8 países miembros, desbloqueando 340 millardos de FCFA (unos 510 millones de euros) para aumentar el monto que concede semanalmente a los bancos y mantener así el nivel de financiación de la economía. La institución va a incluir en su cartera de préstamos a 1700 empresas excluidas hasta ese momento y ha solicitado 25 millardos de FCFA (unos 37,5 millones de euros) de fondos del Banco de Desarrollo de África del Oeste, para bonificar el tipo de interés y aumentar los préstamos concesionales para la financiación de los gastos urgentes de inversión y de equipo necesarios para la lucha contra la pandemia. También ha puesto en marcha un mecanismo para las empresas afectadas por el COVID 19 que encuentren dificultades para reembolsar los créditos activos. La BCEAO solicitará a los bancos que acuerden moratorias en el pago, en especial para las PME. La BCEAO ha animado, además, al sistema financiero y bancario a desarrollar más los medios de pago digitales, para reducir el contacto humano. Por último, ha manifestado la voluntad de reorganizar los calendarios de emisiones de los títulos públicos en el mercado financiero regional.
El 19 de marzo, los ministros africanos de finanzas se reunieron virtualmente y concluyeron que el continente requerirá una ayuda financiera de 100.000 millones de dólares en 2020, incluyendo la exoneración de todos los pagos de los intereses de la deuda pública y las obligaciones soberanas, por un monto de 44.000 millones de dólares. Además, han pedido apoyar al sector privado y proteger 30 millones de empleos, con líneas de liquidez para las PME. Por el momento, el FMI ha desbloqueado 50.000 millones de dólares, pero sólo 10.000 irán a los países más frágiles. El Banco Mundial, por su parte, ha aprobado una financiación de emergencia de 14.000 millones de dólares para acompañar los esfuerzos de las empresas y los países en la contención del contagio, el diagnóstico y los tratamientos. Una respuesta similar a la que tomó el G-20 en abril de 2009 sería más que necesaria.
A corto plazo es absolutamente necesario coordinar la preparación en el continente africano para hacer frente a la emergencia sanitaria y asegurar la provisión de alimentos. A medio y largo plazo habría que aprovechar esta crisis para invertir en los sistemas de salud y mantener los proyectos de infraestructuras y de reforma del tejido productivo para mejorar la productividad de la agricultura, aumentar la transformación industrial local de los productos agrícolas, acelerar la transición energética y promover el desarrollo de servicios con mayor contenido tecnológico y capacidad de empleo (telecomunicaciones y servicios a las empresas).
Pero tratándose de África, la UE debe jugar un papel fundamental, como aliado estratégico de este continente. Ahora que se está poniendo en marcha la Alianza UE-África para los próximos años, las cuestiones de salud pública deben estar en el primer orden de prioridades.