Trump ha ganado. Hay que repetirlo muchas veces para internalizar la enormidad de lo que supone que Donald Trump se vaya convertir en pocas semanas en la persona con más poder del mundo.
Es seguro que las futuras generaciones verán el 8 de noviembre de 2016 como un hito de la historia mundial. Sea como reversión de las políticas globalizadoras y el camino hacia un orden mundial menos liberal y pacífico; o como el momento en que las élites mundiales internalizan plenamente las consecuencias de la globalización sobre las clases medias-bajas del mundo desarrollado y actúan en consecuencia; o incluso, como el principio del fin de los movimientos populistas, cuyas recetas simplistas suelen quedar en evidencia cuando se ven obligados a gobernar. Sea como fuere, pocas cosas seguirán siendo iguales tras la llegada de Trump al poder.
Sin duda el catálogo de riesgos e incertidumbres que se derivan de estas elecciones es numeroso, pero esta entrada se va a centrar sin embargo en un área económica donde, contra todo pronóstico y por pura casualidad, las políticas de Trump podrían contribuir al bienestar mundial.
Comencemos por señalar que las incertidumbres sobre el programa económico del futuro presidente son notables, dado el discurso inconcreto y frecuentemente contradictorio que ha sostenido el candidato Trump en los últimos meses. Mucho dependerá de las personas de que se rodee, que inevitablemente serán en buena parte (al menos en un inicio) sus colaboradores cercanos de los últimos meses.
Sin embargo, hay un ámbito donde las intenciones del candidato (y su capacidad de llevarlas a la práctica) tienen asociado un alto grado de certeza: su programa fiscal, basado en fuertes recortes impositivos (sesgados hacia la población más pudiente – un clásico de los programas republicanos) y una novedosa (para el partido) promesa de reforzar la inversión en infraestructura, que conjuntamente elevarán de manera sustancial el déficit público de EEUU.
Este notable impulso fiscal requerirá el final urgente de la política monetaria ultraexpansiva de la Fed (quantitative easing, repetidamente repudiada por Trump), y el inicio de un rápido ciclo alcista de tipos ante los probables efectos inflacionistas de esa expansión fiscal (EEUU está ya cercano al pleno empleo). A medio plazo (dos años), y con una incertidumbre algo mayor, el escenario base es que la Fed será “domesticada” (hay cuatro bajas por cubrir en el Comité de Política Monetaria, incluyendo la Presidenta Yellen y el Vicepresidente Fisher), reduciendo su beligerancia ante los probables problemas fiscales e inflacionistas del país.
Ténganse en cuenta, a la hora de valorar la verosimilitud de lo anterior, dos factores:
- Trump va a contar con mayoría republicana en ambas cámaras, Congreso y Senado. Una mayoría por tanto “amigable”, que -al menos en el corto plazo- en caso de discrepancia con el Ejecutivo va a tener que mostrar relativa docilidad ante el nuevo Presidente visto el golpe de autoridad que éste acaba de protagonizar
- La expansión fiscal no tiene en EEUU enemigos potentes, al contrario que otras propuestas de Trump (por ejemplo, el proteccionismo o las políticas antiinmigración), que tocan importantes intereses empresariales y que darán lugar a un lobbying frenético para ralentizarlas. Por tanto, es probable que el programa fiscal avance con (mucha) más rapidez que por ejemplo el programa de erección de barreras comerciales, que sin duda generará mayor resistencia en el Congreso.
La conclusión es clara: mayores expectativas de inflación, y tipos de interés a largo y a corto más elevados. Reflejada claramente en la subida de tipos (40 pbs) de los Treasuries americanos desde el miércoles pasado.
Este programa fiscal puede objetarse desde el punto de vista político (es más que discutible que las penas de los trabajadores blancos que han votado a Trump se alivien con recortes fiscales a las clases pudientes) y económico (pocos economistas recomendarían un impulso fiscal sustancial para una economía en pleno empleo); de hecho, es más que probable que estas políticas sean perjudiciales para EEUU a medio plazo. Pero, contra todo pronóstico, puede ser justo lo que necesita el mundo en este momento.
En efecto, la economía mundial (Japón y UE especialmente) había llegado a un callejón sin salida, sobreendeudada, con perspectivas decaídas, inflación baja o negativa y bajísimos tipos de interés. Las potenciales fuentes de demanda en otros lugares del mundo no funcionaban al ritmo necesario: los emergentes estaban entrampados por el abaratamiento de las materias primas, China se desaceleraba y permitía la depreciación de su moneda, mientras EEUU, única zona del mundo desarrollado con demanda sólida y dinámica, se resistía a aceptar subidas del dólar excesivas que permitiesen a otros países crecer más a costa de su sector de bienes comerciables. En estas condiciones, un impulso fiscal significativo desde EEUU podría ser una tabla de salvación. No sólo por el aumento de comercio mundial que podría engendrar, sino sobre todo por las expectativas de inflación, que (trasladada a otras zonas del mundo) animarían el gasto y atenuarían el lastre que la deuda supone sobre las economías europea y japonesa. Particularmente si el impulso es tasado y se inscribe en una política económica medianamente creíble, que evite la depreciación del dólar.
Hace ya varios años, Paul Krugman, refiriéndose a la situación japonesa (aplicable por analogía a la europea), señalaba que en situaciones de trampa de liquidez (como en Europa, Japón y en menor medida EEUU), la política económica se convertía en el mundo al revés: las autoridades económicas debían prometer ser irresponsables en el futuro (generando inflación), como vía para evitar el atesoramiento de efectivo y volver a poner en marcha el motor de la economía. En una economía mundial con problemas muy similares, y por tanto necesitada de cierta “irresponsabilidad”, Trump podría ser el agente irresponsable que hacía falta para generar la inflación que el mundo necesita (paradójicamente aparecido en el país desarrollado que menos la necesita); en este mundo al revés, Trump podría convertirse (en este ámbito específico) en un buen presidente. Y el candidato de America first podría, paradójicamente, prestar un importante servicio a la economía mundial mientras erosiona la capacidad de su economía de prosperar en el medio plazo.
A todos se nos ocurrirían formas más edificantes y con menos contraindicaciones de resolver el atasco en que se encuentra la economía mundial. Pero conformémonos con este pequeño rayo de luz entre los escombros. Sobre todo, recemos para que al futuro presidente no se le vaya la mano: las sobredosis de irresponsabilidad siguen siendo tan nocivas como antes… y este no es un personaje proclive a la mesura.
Bueno, el problema es que el gasto público es el componente más inward looking de la demanda. Y Trump, si cumple su programa, intentará que el esfuerzo fiscal revierta en bienes y servicios norteamericanos
Con el debido respeto, encuentro desmoralizador que las esperanzas para la economía mundial descansen en las políticas de Trump -que si bien podrían impulsar la economía en el corto plazo- pueden tener efectos graves en muchas áreas económicas como la comercial, fiscal, migración, etc. Hace ya por lo menos 15 años en los que la falta de políticas que impulsen la economía en los países desarrollados ha llevado a que el motor de la economía mundial descanse en que Estados Unidos se vuelva más irresponsable desde el punto de vista fiscal, con el debido riesgo asociado o que otro país -como China- contribuya u ocupe su lugar. Mejor debieran dichos países dedicarse a enfrentar la realidad y tomar medidas para impulsar la economía con sus propias políticas.
gracias a ambos por los comentarios:
Pedro, el escenario favorable no descansa sólo sobre el impulso comercial de todo esto. También, quizá principalmente, se trata de la reaparición de las expectativas de inflación -que probablemente se transmitirían a Europa y Japón-, esenciales para animar el gasto y (caso de materializarse) para reducir la carga de la deuda.
Robin, es evidente que el escenario post-elecciones EEUU dista de ser óptimo y que los peligros a medio y largo plazo son abundantes. El post sólo pretendía resaltar un efecto positivo que, por puro accidente, el programa electoral de Trump podría tener sobre la economía mundial.
Gracias por el articulo Luis. Que el Typhoon Trump gane fuerza, se disuelva como un azucarillo o desvie su trayectoria, es un tema crucial, que definira la economia y geopolitica mundial en los proximos anios.
Mi prediciccion es que sera un desafortunado gobierno, pero no catastrofico, porque no creo que Trump pueda impulsar ni la cuarta parte de lo que ha dicho que hara. Pero la incertidumbre es altisima y este personaje tiene la ignorancia, el ego y la determinacion suficientes para empeorar cualquier pronostico razonable.
Dicho esto, mi opinion sobre la agenda economica es que no creo que sea capaz de impulsar sus planes en cuanto a expansion fiscal, sobre todo porque tendra a los congresistas republicanos en contra. En todo caso, si lo logra, dicha expansion fiscal solo puede ir acompaniada de la monetaria. En terminos monetarios el pais esta metido en un «Roach Motel», donde no va a ser capaz de sostener tipos de interes mas altos, especialmente si pretende incrementar el gasto fiscal.
Actualmente la deuda de USA ha superado el 100% del PIB. Por lo tanto cada % de subida en los tipos de interes, se traduce rapidamente en un incremento del deficit publico del mismo valor. Hay que tener en cuenta que proximadamente un tercio de la deuda del gobierno ha de renovarse cada anio. Como demuestran experiencias pasadas, rapidamente llegamos una espiral de incremento de tipos, incrementos de deficit, incremento de tipos….. Recordemos que el danio sufirdo sobre el anio 80, cuando llegaron a unos tipos del 10% en USA, con un cuadro macro mas sano. Por lo tanto, toda expansion fiscal debera ir acompaniada de la monetaria y no como sustitucion de la misma.
Mi prevision, muy particular, es que Trump, en cuanto se de cuanta de su delicado cuadro macro, no solo pondra fin a las timidas subidas de tipos de la FED, sino que ordenara mayor expansion monetaria (QE4). No querra tener que gestionar una recesion. Eso significaria, a mi juicio, a medio plazo: subidas de bolsa y del oro, inflacion y contencion en la apreciacion del dolar.
Ring the bells that still can ring
Forget your perfect offering
There is a crack
A crack in everything
That’s how the light gets in
https://www.youtube.com/watch?v=6wRYjtvIYK0
Gracias, Luis,
Abrazo