Donald Trump ha advertido a los países miembros del BRICS+ ─el foro de países emergentes formado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica y al que sumaron en enero de 2024 Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán─, que les impondrá aranceles del 100% si crean una nueva moneda o se atreven a respaldar una moneda que no sea el dólar. La idea de los BRICS de crear una moneda conjunta no es nueva, fue propuesta en la cumbre de 2022 de Beijing (en forma de cesta de monedas), pero no ha habido ningún avance desde entonces. En su mensaje en las redes, Trump afirmó que quien quiera “reemplazar al poderoso dólar estadounidense” tendrá que “decir adiós a vender en la maravillosa economía de los Estados Unidos”, que “pueden ir buscándose otro pringado” y que “no hay ninguna posibilidad de que los BRICS reemplacen al dólar estadounidense en el comercio internacional”. Si el dólar pudiera hablar, seguramente diría: “con amigos como este, no necesito enemigos”.
El declive de la economía alemana
Hubo un tiempo en que Alemania era todo un referente. Tenía una economía potente, una modélica industria exportadora de alto contenido tecnológico y un sistema educativo óptimo. A nivel político, tenía unos líderes serios responsables que hablaban con franqueza a sus ciudadanos y que mantenían unas finanzas saneadas, además de unos sindicatos responsables capaces de moderar sus salarios para salvar la industria. Hoy Alemania no es tan envidiada: su industria está gravemente dañada, su economía no crece y las malas decisiones políticas de las últimas décadas le están pasando factura.
Europa ante Trump 2.0
Donald Trump será por segunda vez presidente de los Estados Unidos, tras una victoria mucho más holgada de la que preveían las encuestas. Desaparecida la ilusión tras la candidatura de Kamala Harris, la estrategia del miedo practicada por los demócratas no ha surtido efecto y los estadounidenses han optado de forma clara por lo malo conocido (procesos penales incluidos). Es hora de una profunda reflexión para el partido demócrata, que sigue pensando que la identidad garantiza el voto (cuando, por ejemplo, los hombres hispanos han votado mayoritariamente a favor de Trump) y que unos buenos datos macroeconómicos son suficientes para ilusionar a los votantes.
¿Qué nos espera tras las elecciones en EEUU?
En menos de dos semanas se celebrarán las elecciones presidenciales en Estados Unidos. La geopolítica, una vez más, va a condicionar la economía mundial. Las encuestas están tremendamente ajustadas entre Harris y Trump, y cualquier resultado es posible. Como el sistema electoral estadounidense tiende a sobrerrepresentar a los estados poco poblados y el voto rural suele ser más conservador que el metropolitano, los demócratas están obligados a ganar en voto popular con un margen bastante elevado para poder alcanzar la presidencia.
El comercio ya es solo geopolítico
Hubo un tiempo en que el comercio se regía por reglas y las disputas comerciales se dirimían en el seno de una organización supranacional, la Organización Mundial de Comercio (OMC), cuyas decisiones se acataban. Los elementos geopolíticos siempre estaban presentes, pero no eran los protagonistas. Hoy eso ha cambiado: el comercio es hoy, esencialmente, un mero juego geopolítico.
Regular mejor
Señalábamos en el artículo anterior que el Informe Draghi daba mucha importancia a la necesidad de simplificar la regulación europea para ganar competitividad. En este sentido, conviene aclarar algunos conceptos sobre qué es regular bien y qué es regular mal.
El Informe Draghi, la luna y el dedo
Tras meses de expectación, Mario Draghi presentó el pasado 9 de septiembre su informe “El futuro de la competitividad de Europa”. Para ser un hombre de pocas palabras, entregar un documento de casi 400 páginas podría parecer raro, pero al leerlo se explica el motivo: hay mucho trigo y poca paja. Sin duda, mucho trabajo detrás.