La ilusión europeísta se alimenta de futuro

Después de liderar a un país para ganar una guerra, Winston Churchill se presentó a las elecciones de 1945 y las perdió. Cuando ya era evidente en el recuento que los laboristas de Attlee iban a ganar la mayoría y Churchill iba a pasar la oposición, un día durante el almuerzo su mujer intentó consolarle y le dijo que, en el fondo, la derrota electoral “podría ser una bendición disfrazada”. Churchill replicó: “Pues por el momento está muy bien disfrazada”.

Quién le iba a decir a él, curtido en mil batallas, que aprendería tan tarde una de las reglas de oro de la política: los ciudadanos votan mirando hacia el futuro, no hacia el pasado. Bien lo saben en España partidos como el PCE o UPyD, que nunca vieron reflejados en forma de votos el agradecimiento de la población por sus aportaciones a la lucha contra la dictadura o a la regeneración democrática, respectivamente. Y es que, en cualquier proyecto político, el respeto por la historia o por los logros pasados suelen ser condición necesaria, pero no suficiente, para generar ilusión: un arma cuyo poder –como la poesía de Celaya– se alimenta de futuro.

Brexit, Cataluña y la Teoría de la Desintegración Económica

Así como durante la segunda mitad del siglo XX –en especial desde los años 90– el mundo vivió una considerable expansión de los procesos de integración económica, en las primeras décadas del siglo XXI la crisis financiera y la Gran Recesión han favorecido el retorno de los nacionalismos y de los populismos y un cuestionamiento del proceso liberalizador. Ello ha dado lugar a algunas propuestas de desintegración como el abandono del euro, la salida de la Unión Europea, la disolución del NAFTA o los impulsos secesionistas de algunas regiones europeas.

Todas ellas se han presentado siempre acompañadas de escenarios optimistas y unidimensionales, con beneficios ciertos y costes inexistentes. La realidad, sin embargo, es que los beneficios suelen ser bastante inciertos, y los costes, inevitables y ciertos. En el fondo, lo que ha faltado es una evaluación económica seria de los costes de transición o, lo que es lo mismo, una verdadera Teoría de la Desintegración Económica y Monetaria.

Mercados de doble cara (II): Implicaciones de política de competencia

Como veíamos en la anterior entrada, en los mercados de doble cara los precios de los dos lados conectados por la plataforma son interdependientes, de forma que para aumentar el valor de la plataforma, son comunes las estrategias de subsidio de precios en uno o ambos lados del mercado cuando no de gratuidad, como las denominadas estrategias “freemium” –por ejemplo, en los motores de búsqueda de Internet o en las redes sociales–, al introducir en la ecuación de precios el valor económico que extraen de la gestión del Big Data que obtienen de sus usuarios, gracias al desarrollo tecnológico de los mercados digitales de los últimos años. Abordamos aquí cómo son, además, mercados altamente concentrados con características de oligopolio natural y altos costes de entrada. Todos estos elementos hacen mucho más compleja la política de defensa de la competencia, que debe adaptarse a estas nuevas realidades de forma que las autoridades de competencia actúan en un proceso casi de naturaleza ad hoc sobre el análisis de las estrategias competitivas de las empresas que basan su modelo de negocio en el acceso y uso comercial de los datos.

Apuntes sobre estancamiento secular (IX): Implicaciones de política monetaria

Mencionábamos en una entrada anterior que en coyunturas económicas de crecimiento reducido, inflación cercana a cero, tipos de interés muy bajos y expectativas decaídas –recuérdese que hablamos de los últimos años, no sólo de los últimos meses–, la política monetaria tradicional sería probablemente inefectiva. Y eso es exactamente lo que hemos visto en tiempos recientes, acentuado por la falta de apoyo de la política fiscal. No es de extrañar, por tanto, que en este contexto hayan aparecido instrumentos de política monetaria no convencionales.

Captura regulatoria

La teoría económica ofrece una denominación técnica para el «capitalismo clientelar» o «capitalismo de amiguetes». Se trata de la captura institucional o captura regulatoria.

Los procesos de captura regulatoria se producen cuando el regulador no diseña una regulación con el objetivo y el efecto de aumentar la eficiencia o la equidad, sino para aumentar el bienestar de una industria o grupo de presión, adoptando una óptica de interés particular y no de interés general.

La cojera de la Unión Bancaria

Han pasado casi dos años desde que la Comisión Europea presentara su propuesta de reglamento para la creación gradual de un fondo de garantía de depósitos para el área euro. La idea era empezar con tres años de reaseguro parcial de los fondos nacionales por parte del fondo europeo para después instaurar una fase de co-aseguro de cuatro años con porcentajes crecientes hasta llegar al cien por cien. La negociación política de la propuesta en el Consejo ha embarrancado, dado que un grupo de países liderado por Alemania se opone a este enfoque. En su reciente Comunicación, la Comisión avanza algunas opciones para reducir la ambición del proyecto, tratando así de facilitar un acuerdo político en 2018.

Tecnología blockchain (III): casas de cambio y problemas del bitcoin

En entregas anteriores se ha descrito de forma muy somera el funcionamiento interno de una blockchain: el sistema criptográfico y el sistema de validación y los mineros, utilizando como referencia el bitcoin. Veremos ahora la interacción con otras monedas, es decir, el papel de las casas de cambio, para posteriormente tratar sobre la actual situación del bitcoin y sus problemas recientes.