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Apuntes sobre estancamiento secular (I): inversión débil, PIB decaído

“Estancamiento secular”. Es desde luego un nombre rotundo, que de primeras parecería apuntar más a una condena bíblica o una maldición familiar de los Buendía, que a un postulado económico. Una rotundidad, en todo caso, coherente con la potencia de la tesis propuesta por Alvin Hansen en su célebre discurso ante la American Economic Association en 1938: según Hansen, existiría una deficiencia estructural en la demanda privada, que –en ausencia de factores exógenos (por ejemplo aumentos de población), innovación y/o un impulso cada vez mayor desde la inversión pública– tendería a ejercer una presión bajista creciente sobre los niveles de actividad económica.

Apuntes sobre estancamiento secular – Prólogo: La coyuntura financiera mundial

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Si “estancamiento secular” fuese una película (difícil de imaginar, pero hágase el esfuerzo), su primera escena bien podría ser la de un grupo de banqueros sentados alrededor de una mesa, discutiendo cómo y a qué coste se pueden almacenar las ingentes cantidades de efectivo necesarias para sustituir sus gravosas inversiones (rendimiento negativo) en deuda pública japonesa o europea; cómo reemplazar, en otras palabras, sus valores financieros “desmaterializados”, con bajísimos costes de depósito y negociación, por montañas de papel (-moneda), con altos costes de depósito (almacenamiento, seguridad) y “negociación” (transporte). Todo ello, con el objetivo de elevar el rendimiento de sus activos financieros hasta… cero.

Autonomía estratégica, pero de verdad

La Unión Europea lleva años hablando de autonomía estratégica, y en el escenario actual uno diría que ha llegado el momento de ejercitarla. Lo malo es que para ello hace falta bastante más que un uso intensivo de la política comercial: hace falta ambición, y eso es justo lo que Europa no tiene.

La inflación: ¿un problema a medio plazo?

La inflación ha vuelto: desde hace meses tenemos aumentos de IPC cercanos a los dos dígitos en la gran mayoría del mundo desarrollado. Con ella han vuelto las tensiones sociales vinculadas a los procesos inflacionistas, y las preocupaciones sobre la dinámica de precios y salarios, problemas que teníamos felizmente arrumbados desde hacía más de una década (aunque sustituidos por otros, probablemente de más difícil solución, como desgranamos en la serie sobre estancamiento secular).

Indicadores de presión sobre la oferta

Hace apenas cinco años los principales debates en economía giraban en torno al estancamiento secular y sus causas, el peligro de la deflación y el riesgo de tipos de interés negativos. Hoy, qué ironía, la inflación se ha convertido en uno de nuestros principales dolores de cabeza y, con ella, el efecto de posibles subidas de tipos de interés sobre los mercados financieros internacionales.

25 aniversario de los mejores premios Óscar

Una propuesta para el debate lúdico en periodo de año nuevo: la ceremonia de los Premios Óscar de 1995 tuvo el mejor quinteto histórico de candidatas a la mejor película del año (sigue sin convencerme el formato actual de nueve candidatas). La lista de películas que no ganaron el Óscar es el mejor testimonio: no ganaron ni Cadena Perpetua (The Shawshank Redemption), ni Pulp Fiction –estas dos películas están en la mayoría de los listados de las mejores películas de la historia–, ni Cuatro Bodas y un Funeral, ni Quiz Show: el dilema. Han pasado ya 25 años y todas ellas son películas que retienen actualidad y que relanzaron o consolidaron la trayectoria de la mayoría de sus directores y principales actores. Tiene algo de rebuscado y es probablemente superfluo extraer elementos de estas películas que puedan utilizarse para consideraciones de política económica, pero ¿por qué no? Se puede intentar, al menos anecdóticamente.

La dimensión macro de la política contra el cambio climático (II)

En la entrada anterior se repasaba la anómala situación macro actual en el mundo desarrollado y la probable afluencia de un volumen importante (quizá en torno a dos puntos de PIB/año) de inversión real asociada a la prevención del cambio climático en los próximos años.

Volvamos a nuestra pregunta al inicio de esa entrada: ¿cómo puede modificar nuestro panorama macro este conjunto de proyectos para prevenir el cambio climático? En un mundo desarrollado que, como vimos, está ayuno de proyectos atractivos de inversión real, esta oleada de formación bruta de capital “físico” parecería a primera vista justo lo que el paciente necesita.

La dimensión macro de la política contra el cambio climático (I)

El problema del cambio climático lleva más de dos décadas en nuestras vidas, pero por distintos motivos (incluyendo su persistente agravamiento) es ahora cuando por primera vez se atisba una respuesta generalizada y a gran escala desde el mundo desarrollado: reflejada en los planes nacionales integrados de energía y clima de la UE, en iniciativas más deslavazadas pero ambiciosas en Japón y China, e incluso en los planes de algunos congresistas y candidatos presidenciales demócratas para un Green New Deal en EEUU (que ya están teniendo eco en iniciativas relevantes a nivel estatal y local).

Cuatro retos que nos jugamos en Europa

Uno de los temas que más hemos abordado en el Blog NewDeal han sido las políticas y los desafíos a los que se enfrenta la Unión Europea (UE). Entre otros, me interesa resaltar sinópticamente cuatro grandes retos de política económica que nos jugamos en el próximo ciclo político europeo (2019-2024), que se inicia tras las elecciones del 23 al 26 de mayo en los distintos Estados miembros: completar la gobernanza económica, la política social europea, impulsar el crecimiento potencial y la lucha contra el cambio climático. Son retos que los países no podemos afrontar por nosotros mismos y que requieren unas instituciones y unos líderes europeos con un fuerte compromiso en favor de una Europa que refuerce las políticas comunes para dar respuesta a unos retos e intereses que también son comunes.

El grifo del dólar empieza a cerrarse

La rentabilidad de los bonos del Tesoro americano a diez años ha superado en los últimos días el 3,10%. Es el nivel más alto desde hace siete años. En el verano de 2016 cayó por debajo del 1,5%. En estos dos años, la deuda pública de Estados Unidos se ha abaratado, su precio ha caído, resultando más rentable para los potenciales compradores. A quien haya seguido el debate sobre el estancamiento secular, no le extrañará que esta subida pueda llegar a ser saludable; un síntoma de que estamos dejando definitivamente atrás las rémoras de la crisis. Pero atención, los recuerdos de episodios pasados similares son bastante oscuros: la crisis de la deuda externa a principios de los ochenta, el desplome de los mercados de renta fija en 1994 o el berrinche que sufrieron los emergentes hace justo cinco años cuando la Fed anunció una reducción gradual en sus compras de activos. La pregunta es ¿está preparada la economía mundial para vivir con tipos más altos?